Ocho músicos japoneses integran el Mariachi Samurái, grupo cuyo fundador ha amado la música mexicana durante casi 60 años, desde los 18, cuando la escuchó por primera vez. Decidido a aprender a tocarla salió de la provincia de Nagoya, donde nació, hacia Tokio. En 1972 llegó a la Ciudad de México. “A mí nadie me enseñó —dice Sam Moreno, nombre artístico del fundador del grupo—. Fui a Plaza Garibaldi a aprender, les pregunté a los mariachis hasta que aprendí yo solito”.
En su familia no hay músicos, ni siquiera sus hijos heredaron su gusto, ese que nació de escuchar a José Alfredo Jiménez, Vicente Fernández y Miguel Aceves Mejía como los enlista en su atropellado español, idioma que ha aprendido a fuerza de cantar canciones como “Volver, volver” aunque en realidad pronuncie “vorver-vorver”.
Por eso es impactante ver a ocho japoneses, 3 son mujeres, vestidos de mariachi e interpretando canciones rancheras, la gran mayoría en español con tan profundo sentimiento que no le piden nada a ningún grupo nacional. Escuchar sus composiciones rancheras en japonés es más sorprendente, como “Ya viene el Mariachi Samurái”y “El corazón canta”.
Ante Sam Moreno se comprende que no se necesita ser mexicano para portar un traje de mariachi, pero ser japonés como él y cantar “Cielito lindo” o tocar “El jarabe tapatío”, precisamente en la cuna del mariachi y salir airoso, requiere no menos que el alma de un samurái.
Así sucedió durante las presentaciones que protagonizó el grupo; el jueves en el colegio American School, donde la cantante femenina Sawaka Kawashima estudió de los 6 a los 18 años para luego irse al Instituto Tecnológico de Massachusetts y más tarde a Japón. “Sabía que regresaría a esta escuela, pero jamás imaginé que lo haría cantando música mexicana”, dice quien lleva por nombre artístico Katalina.
Fundado hace 20 años en Tokio, el mariachi ha visitado México en dos ocasiones. Ayer participó en la XXV Feria del Mariachi, evento donde se reúnen agrupaciones de este tipo de todas partes del mundo. Sam, de 74 años de edad, explica que cada vez que su grupo toca para mexicanos, “la primera reacción es de sorpresa porque nosotros extranjeros. Pero después a la gente le gusta y no da su corazón”.
En sus primeras visitas a México, Sam Moreno escuchó todo tipo de música en Plaza Garibaldi y tomó tequila y comió picante. Su amor por la cultura mexicana le hizo fundar un restaurante en Tokio; Un Pedacito de México, dice el mexicano Omar Ríos, bailarín de folclor que se fue a la capital japonesa a enseñar y ya cuenta con un grupo de japoneses que baila este género, aunque trabaja de cocinero en El Rincón de Sam.
“Lo que se necesita es sentimiento, pasión por la música, ¿no? Tú no necesitas ser mexicano, especialmente eso lo siento en el encuentro internacional porque hay mariachis de varios lugares. Todo mundo canta mariachi y música mexicana y hace eso porque le encanta la música. Yo creo que la música trasciende países y razas”, opina Katalina quien imprime un sello muy particular a los temas con su delicada voz japonesa.
Sin importar la nacionalidad, los rasgos o el acento de Sam y sus compañeros, contrabajo, vihuela, 2 guitarras, dos trompetas y dos violines más los dos bailarines de folclor), el público se le entrega y corea con ellos, aplaude y hasta baila “La bamba”. Es por eso que Moreno dice: “Mariachi es alegre y sentimiento, pura pasión”.
Por ello mismo, el próximo lunes 3 a las 18:00 horas este mariachi tocará en el Centro Cultural San Ángel con el objeto de recaudar fondos para los damnificados del temblor del año pasado en la Ciudad de México. La primera vez que reunieron recursos fue después del sismo en Tokio.
Mariachi Samurái triunfa en México con música ranchera
Sam Moreno, líder del grupo, asegura que no hay que ser de este país para tocar temas mexicanos; “solo se necesita sentimiento” .
Guadalajara /
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