Mariana Chabukiani obtiene reconocimiento del Carnegie Hall

Su alumno Raúl Salazar Gutiérrez ganó Medalla de Oro en el Forte International Music Competition, además, recibió el Premio Platino y el de Mejor Maestra de 2020, logrando Certificado de Excelencia.

Mariana Chabukiani, maestra de origen ruso radicada en Torreón, obtuvo un triple reconocimiento como Mejor Maestra del 2020. (Manuel Guadarrama)
Editorial Milenio
Torreón, Coahuila /

El trabajo que realiza la maestra de piano, Mariana Chabukiani, ha rendido frutos por partida doble y el domingo pasado su alumno Raúl Salazar Gutiérrez, ganó Medalla de Oro en el Forte International Music Competition en el Carnegie Hall, donde compitió contra menores en la categoría Júnior. Este niño también resultó ganador del Premio Platino, donde se impuso como el mejor pianista de todas las categorías de este certamen.

Paralelo, la maestra de origen ruso radicada en Torreón, obtuvo un triple reconocimiento como Mejor Maestra del 2020, logrando Certificado de Excelencia y además reconocimiento por la Mejor Técnica en el Carnegie Hall de Nueva York. 

En entrevista para MILENIO, Mariana Chabukiani, explica que estos logros se pueden obtener en cualquier profesión si en el desempeño se mantiene el amor por lo que se hace y en su caso apuntó que ha sido una fortuna el poder formar a niños que a temprana edad han demostrado tener amor por el instrumento, lo que se traduce en talento y disciplina.

“Tuvimos una excelente noticia, uno de mis alumnos, un niño de diez años de edad apenas, se fue a concursar a Nueva York, a una sala por demás prestigiosa de los Estados Unidos que es Carnegie Hall, que es un sueño de cualquier músico, de tocar ahí".

“Él resultó ganador de Medalla de Oro de este concurso que es Forte International Music Competition y aparte de esto resultó ganador sobre todas las categorías, de los 4 a los 35 años de edad. Él fue el ganador de todo el concurso con el Premio Platino y a mí también me entregaron certificado por excelencia como Mejor Maestra, entonces nos llevamos los mayores premios de este concurso y la verdad estoy muy contenta”.

Con veinte años de residencia en Torreón, la maestra Chabukiani ha impulsado el talento musical de los menores en la región. 

Ejemplo de ello lo es Ricardo Acosta Murguía, quien en abril de 2019 ganó le Prix du pays d’art Coëvrons-Mayenne, en Francia, y se encuentra becado por el gobierno de Suiza, estudiando la maestría en Höchschule der Künste Bern. 

Con un ejercicio de enseñanza virtuoso, la maestra acotó que la fórmula “es amar lo que haces y saber lo que haces” y para ello acotó que quien enseña debe entregarse con un esfuerzo extra. 

“Mis alumnos saben, cuando tenemos un evento importante estamos diario, en clases diarias y para nosotros no existe ni fin de semana ni domingo ni fiesta. He dado clases el 24 de diciembre porque al piano no le explicas qué es una fiesta o qué es el descanso y a veces hay que hacer ese esfuerzo".

“Una gran tarea del maestro y también de los papás y todo el entorno del niño es hacerlo creer en sus posibilidades, es hacerlo creer que sí puede. A lo mejor al momento no me sale pero en el futuro con un esfuerzo y con el talento que tengo me va a salir y sí puedo llegar a mis metas”.

Hay un caso tras otro: pianista 

Otro caso exitoso en la formación de pianistas de la mano de Chabukiani es Sergio Vargas Escoruela. 

El adolescente llegó a su clase a los siete años de edad y prontamente cobró notoriedad ganando el segundo lugar en 2014 y el primero en las ediciones de 2015 y 2017 en Parnassós.

Luego primer y segundo lugar en el II y III Concurso Nacional Infantil de Piano Cedros Up-Yamaha en 2015 y 2017. 

Vargas Escoruela debutó como solista a los 11 años en el Palacio de Bellas Artes con la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la dirección de Pablo González, y ha ofrecido recitales en el Palacio Nacional y en la Sala Manuel M. Ponce dentro del ciclo “Jóvenes en la Música” que organiza el INBA, obteniendo a los 13 años de edad el Premio Nacional de la Juventud en 2018. 

“Yo recuerdo que Sergio me decía cuando apenas empezamos, porque eran piececitas para principiantes de una melodía de un pentagrama, me decía: Es que está muy difícil y yo le respondía: Claro que no, vas a ver, en unos dos años me vas a decir que está muy fácil esto. Y claro que ahora toca libros completos, pronto va a tocar Sergio con la Camerata de Coahuila y va a interpretar el primer Concierto de Beethoven que es una pieza muy difícil, es un libro, la verdad”. 

En cuanto a la historia personal de Chabukiani, reconoce que tras veinte años de estancia en Torreón sigue sin disfrutar el calor agobiante del desierto, pero siendo ésta una región de migrantes encontró que la gente mantiene una actitud abierta hacia las diferencias. 

“Al clima la verdad no me he adaptado tanto, al clima la verdad sí es difícil adaptarse porque la verdad no me gusta el calor, pero a la gente la entiendo muy bien y yo siento que como Torreón es una ciudad muy joven es una ciudad de emigrantes, hay familias que han llegado de todo el mundo: de España, de Palestina, de todos lados del mundo. La gente es muy abierta, muy cálida y esto ayuda mucho a adaptarse”.

Pronto hizo amigos en la región 

Aunque admitió que cuando se llega como extranjera se extraña la tierra, el idioma de la misma forma que se añora a los amigos y a la familia, pronto pudo hacer amigos en la región, sin descartar la presencia de su hijo y su madre. 

“Tengo tantos alumnos y esto me ayudado mucho a adaptarme. De hecho por la Camerata de Coahuila llegué a Torreón porque me ofrecieron trabajo de pianista y ya tengo más de 20 años y es realmente parte importante de mi vida y es un trabajo que amo porque soy pianista, tengo conciertos y el crecimiento de la orquesta, su madurez, su profesionalismo me gusta mucho”. 

Mariana Chabukiani ha sido la maestra de decenas de niños y sabe que no todos tienen que ser músicos profesionales, el mayor reto, asegura, es ofrecer cultura musical a los jóvenes. 

“No es una profesión fácil. Requiere de mucho esfuerzo, requiere también de mucho sacrificio es una práctica de por vida donde se practica todos los días y no todos están listos para hacer esto pero tenemos que sembrar el amor por la música y conocimiento general, cultura musical en los niños”. 

La música es vehículo para el desarrollo del pensamiento pragmático sin descartar el desarrollo motriz. El ejercicio de memoria es vital y ahí el ver, sentir y pensar se vuelve parte de la cotidianidad del pianista, aunque sean invisibles para su público. 

“Ahora que fue mi alumno al concurso, son las notas de cómo califica el jurado, son muchísimos valores, detalles que se califican al momento de tocar. Raúl Salazar tiene unos dos años conmigo. Es diferente con cada niño, depende de su desarrollo y habilidad, pero con niños sobresalientes se ve pronto el progreso. Los niños sobresalientes en la música son sobresalientes en la escuela también porque la música aparte de desarrollar tu intelecto, te desarrolla mucho la disciplina”.

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