Mario Muchnik y los arranques sobre los razonamientos de un editor

Mario Muchnik fue editor de escritores de la talla de Primo Levi y Elías Canetti y escribió algunas de sus experiencias con ellos y su fama.

Mario Muchnik (1931-2022).
Daniel Francisco
Ciudad de México /

Una escritora acompaña siempre a su editor, lo reconforta ante una de las tantas crisis económicas del negocio. Le ofrece su más reciente manuscrito y le dice las palabras mágicas: es tuyo, edítalo y haz con él lo que quieras. Pero un día la amistad se diluye entre la fama y los contratos. Vienen los silencios, las mentiras, las peleas y la historia que hemos visto en los últimos años: el gigante corporativo se come lo que se encuentra a su paso y devora sus catálogos. La fidelidad termina con una cifra.

Mario Muchnik (1931-2022) comparte en Banco de pruebas y Lo peor no son los autores sus experiencias en el negocio de los libros. En el primero nos cuenta su paso de la ciencia a las artes; de ser un estudioso de la Física, tener un trabajo seguro, a la duda, la incertidumbre y el amor por los libros:

-Tengo ganas de cambiar de profesión, Silvia.

-Se te nota. Deberías volver a analizarte.

-No, no estoy ahora en vena de reflexionar sino de actuar.

-No hagas nada improvisado, no te dejes llevar por un arranque. Un error sería fatal…

-Es que creo que ha llegado la hora de los arranques, hay ocasiones en que encierran más verdad que los razonamientos y los cálculos.

Muchnik comparte algunas pinceladas de los escritores que conoció, como Italo Calvino. En uno de sus encuentros, el autor de El Barón rampante le pregunta:

-¿Leíste T con zero?

Mi condición de físico me confería a sus ojos algún valor particular como crítico.

-Sí- respondí, e hice una pausa incómoda. -Está muy bien, es como una prolongación de Las cosmicómicas. Tal vez menos trascendente.

Cuando Muchnik le dice que podría haber hecho algo mejor, Calvino le contesta:

“-¿Y por qué? ¿Por qué esperas algo de mi? ¿Qué tienes que esperar de mi? ¿Y qué tiene el público que esperar de mi? ¿Y si yo no quiero escribir una gran novela? ¿Dónde está escrito que yo deba escribir cada vez mejor?

En el caso de Elías Canetti retrata a un personaje cálido, ensimismado, reflexivo, abrumado por la fama del Nobel de Literatura. El autor de Masa y poder desea escapar de esos reflectores y de la aristocracia. Al visitarlo en su casa, Muchnik tiene la oportunidad de escuchar al gran aforista: “siento los años sólo por el cansancio”, “cada día es como si muriera dos veces, y es entonces cuando descanso”, “los poderosos de la tierra suelen impresionarse ante un premiado” (en referencia al Nobel).

El autor de La provincia del hombre, nos dice Muchnik, escribía a mano y su obra inédita era mucho más numerosa respecto a lo publicado. Canetti no corregía pruebas, “una vez entregado su original, se desentendía, confiando plenamente en su editor”.


DMZ

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