Más de cinco mil fotografías preservan el Tampico Antiguo

El grupo en Facebook llamado "Tampico Antiguo" tiene, hasta el día de hoy, 53 mil 999 miembros que comparten el gusto por la historia en foto.

Una de las fotos del coleccionistas tampiqueño.
Eugenia Gómez
Tampico /

Hay recuerdos que pocos atesoran y son herencia de nuestros abuelos, me gusta creer que las personas atrapan y conservan esos instantes en sus memorias; el sentimiento que tengo cada vez que me piden una imagen que forma parte de mi recopilación y la vieron a través de la comunidad de Facebook bautizada como "Tampico Antiguo" es nostalgia, expresó Rafael Briceño Lara, electricista jubilado que coleccionista de retratos del puerto jaibo desde los once años.

"Una minoría es la que se da el tiempo de observar los pequeños detalles que pueden grabarse en una imagen".

Las fotografías sirven para conocer el pasado, son un registro de cómo van cambiando las cosas y por eso vale la pena preservarlas, pero "casi nadie se da la tarea de juntar fotos, pero cuando alguien más se las muestra brincan de alegría, les evoca un momento del ayer e inclusive lloran al notar lo distinto que es todo actualmente".

Recordó que hace unas semanas demolieron el Colegio Motolinia y él, junto a un grupo de amigos, asistió a las ruinas a buscar entre los papeles y las bolsas de basura fotos que pudieran dar memoria al inmueble que fungiera como escuela durante años, fue entonces cuando rescató varios retratos de niñas uniformadas y al publicarlas en la red "causaron furor, me decían que yo era su héroe, todas querían la suya".

La colección de Rafael Briceño se compone aproximadamente de cinco mil imágenes entre las que figuran archivos digitales, muchos de los cuales, al ser dibujante industrial, ha podido remediar disimulando el paso del tiempo en ellos, e impresos que ha juntado desde que tenía veintitantos hasta sus ahora cincuenta y ocho años, muchas están en internet pues su objetivo es que cualquier persona tenga acceso a ellas.

Señaló el poder compartir contenidos y guardarlos en un menor espacio como la mayor ventaja de la tecnología, sin embargo, al haber una enorme cantidad de información, los recuerdos tienden a perderse en la red y resulta complejo el encontrar o saber cómo buscarlos.

"Son tantas fotos que no se sabe cuáles son reales, quien es su autor, en qué año fueron tomadas, o si ya fueron restauradas o se mantienen en su estado original. Hasta para subirlas al internet debe haber un orden y una clasificación porque de lo contrario significa volverlas a perder".

A la fecha, a sus comunidades en redes sociales donde comparte contenido se han sumado más de cincuenta mil personas, de esas, solo un pequeño grupo de aproximadamente veinte realizan cada mes una reunión para contar anécdotas y pasar "una tarde entre amigos" recordando el pasado.

"Era apenas un niño cuando mi mamá me contaba historias que tenían lugar en cafeterías y tiendas que desconocía, le pedía que por favor me mostrara una imagen de cómo lucían aquellos sitios de los que ella se expresaba tan maravillosamente pero en los años treinta no era frecuente que las personas contaran entre sus posesiones con una cámara.

Comencé a acudir a las bibliotecas solicitando periódicos y revistas para tener una idea de lo que me relataba pero las encargadas no prestaban más de dos materiales a la vez y a mí me gustaba comparar construcciones, contar sus ventanas, puertas y los balcones, fue así como empezó 'mi enfermedad' por las fotografías. Iba a casas de amigos y conocidos y lo que hacía era pedirles retratos que me gustaban porque de fondo traían algún edificio que me parecía interesante.

Un buen día llegué a mi hogar y mi madre dijo 'Rafa tiré todo el mugrero que acumulaste', mi madre tiró todo lo que junte antes de mis veinte". "Uno de mis sueños era que el Ayuntamiento de Tampico me requiriera una foto que no tuvieran y ocurrió"

Rafael manifestó ser de los pocos tampiqueños que contaban con un archivo amplio y completo de la historia del puerto, "incluso algunos me califican como el cronista gráfico de la ciudad, pero eso no lo hago por el reconocimiento ni mucho más, me nace porque es un legado que nos dejaron nuestros abuelitos y alguien debe acomedirse a conservarlo".

Dijo que sus documentos servirán para que, algún día, un gobernante o funcionario que quiera restaurar Tampico pueda tener en que basarse para "recuperar nuestras banquetas, las antiguas viviendas, las obras del primer cuadro de la ciudad y otros detalles de los que quizá nadie se percató pero existieron y fueron parte de la infancia de muchos".

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