Más que una imagen: los rótulos son humor, identidad y estrategia

Giovanni Bautista, diseñador gráfico y rotulista, dice que esta manifestación gráfica no solo toma en cuenta la composición y los colores. También se ocupa de conocer a la persona, sus gustos e, incluso, pone atención a la historia familiar del local

Para Bautista, desaparecer la labor de los rotulistas es un acto de censura y borrado de su trabajo. (Fotos: Cortesía Rótulos Bautista)
Ciudad de México /

“Unificar, poner orden y limpiar”. Con estas palabras, Sandra Cuevas, alcaldesa de Cuauhtémoc, ordenó hace unas semanas borrar la identidad de varios puestos de comida ubicados en la vía pública. Argumentó que “los rótulos no son arte”, y a partir de este hecho, la opinión pública calificó el acto como clasista.

El miércoles pasado, el tema se puso a debate en las instalaciones de la revista Artes de México. Más allá de la discusión sobre si los rótulos son arte o no, en la mesa de diálogo se habló de cómo estas expresiones gráficas confieren identidad a los negocios y denotan el contexto y la historia de los entornos en donde se encuentran.

Giovanni Bautista —diseñador gráfico e hijo de Arturo Bautista, fundador de Rótulos Bautista, en Oaxaca— cuenta en entrevista que esta manifestación gráfica no solo toma en cuenta la forma geométrica, la composición y los colores. También se ocupa de conocer a la persona, sus gustos e, incluso, pone atención a la historia familiar del local.

“En los mercados hay una guerra de letreros para ver quién tiene el más vistoso. Algunos se identifican, tal vez, por su apellido; a lo mejor otro se identifica más con los toros o con las estrellas y quiere poner una estrellita que esté feliz; los sobrenombres o los apodos también forman parte de este humor gráfico. [El ambiente] en un mercado es de algarabía, de fiesta. Eso se transmite y eso quieren reflejar la mayoría de las veces en sus rótulos y en sus negocios”.

Lo que sucedió en la alcaldía Cuauhtémoc, dice Giovanni Bautista, hizo que los negocios perdieran no solo su nombre, sino también la posibilidad de distinguirse unos de otros.

Desde su visión como rotulista, ejercer este oficio es una forma de expresión artística. Las calles, para él, son como una galería; desaparecer la labor de los rotulistas es un acto de censura y borrado de su trabajo.

“El trabajo del rotulista es creativo, de improvisación y físico. Vas al lugar, ves la fachada o el espacio y haces sugerencias. Te conviertes en un estratega. A veces nos toca sugerir los colores incluso en función de la ubicación del sol, porque el sol va acabando mucho más rápido con los colores en tonos pastel, por ejemplo”.

La experiencia visual

La comunicadora y bloguera mexicana Tamara de Anda, mejor conocida como Plaqueta, se ha dedicado desde hace varios años a documentar los rótulos que encuentra en sus recorridos por las calles.

Para ella, los rótulos son “una forma de resistencia a todo este ‘deber ser’ y a lo hegemónico del diseño y del arte, que viven con muchísima libertad y que parten de un fin meramente práctico. Pero en el momento en el que tanto las personas del negocio como los rotulistas se permiten ir un poquito más allá y dialogan, nace algo que refleja un sentido del humor”.

En algún momento, Plaqueta consideró dedicarse al arte o al diseño, pero hoy dice con seguridad: “ya no tengo que mentir y decir que lo entiendo y que me parece impresionante. Me gustan los museos que hablan de cultura popular, los museos que registran cosas que viven en los márgenes, pero el arte con mayúscula y el sistema legitimador del arte me da muchísima hueva”.

De los rótulos y la sensación que ha encontrado desde esta documentación, dice que disfruta la libertad y la diversidad de expresiones que encuentra en ellos y, sobre todo, “que no se está buscando quedar bien con nadie”.

El interés de la gente que surgió a partir de la discusión sobre la decisión de desaparecer los rótulos en la alcaldía Cuauhtémoc, afirma Plaqueta, es un gran momento para seguir conversando sobre los rótulos, su función y lo que representan. No solo para los negocios y los rotulistas, sino también para la experiencia de quienes se encuentran con ellos y los toman como referencia de algún punto de encuentro en las calles.

“Es un buen momento no solo para hablar de los rótulos y gráfica popular, sino también para hablar de todas esas cuotas y ese dinero que pagan [los puestos en vía pública] que muchas veces es extorsión y que se va al hoyo negro de las alcaldías. Habría que transparentar todo eso y regularlos. Dejarlos de ver cómo una amenaza, que para muchos afean la calle y contaminan. Estaría muy bien reconocer también el comercio en vía pública, sobre todo los puestos de comida, como parte de nuestra economía, de nuestra cultura y nuestra identidad”.

PCL

  • Patricia Curiel
  • patricia.curiel@milenio.com
  • Estudió Comunicación y Periodismo en la UNAM. Escribe sobre arquitectura social y el trabajo de las mujeres en el campo de las artes. Cofundadora de Data Crítica, organización de investigación periodística que produce historias potenciadas por análisis de datos.

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