Maximino Javier dibuja "Sabor a mí" en El Arte de la Canción, con Avelina Lésper

Colección Milenio Arte

“Yo no sé si tenga amor la eternidad”. El tiempo sin el ser amado es eterno e insoportable. Maximino Javier dibuja un “beso” para la canción Sabor a mí, del maestro Álvaro Carrillo. Es una fábula entre un hombre reptil y una amazona, un amor lúdico,

Ciudad de México /

Sabor a mí

“Yo no sé si tenga amor la eternidad”. El tiempo sin el ser amado es eterno e insoportable. Maximino Javier dibuja un “beso” para la canción Sabor a mí, del maestro Álvaro Carrillo. Es una fábula entre un hombre reptil y una amazona, un amor lúdico, natural, mitológico, un beso eterno.

El “beso” es un canon de la pintura y la escultura, Maximino nos dice: “Me costó bastante trabajo pensar en esta canción y en el significado de sus letras. Poco a poco fui madurando la idea. Es muy bonito porque no hay mucha diferencia entre el trabajo cotidiano y cuando uno tiene esa voluntad de interpretar una canción con un dibujo”.

“Por fuerza llevas ya sabor a mí”. Una canción, o un dibujo, esa obra lleva el sabor del artista. Ese sabor es el estilo, la técnica. Maximino deja ese sabor con su lenguaje plástico, nos explica: “Tiene que ser así, porque es la mano de uno, la mano del artista, lo que queda. La mentalidad del artista que compuso la melodía. Es la persistencia del tiempo. Me acordé del cuadro de Salvador Dalí, de La persistencia del tiempo. El tiempo es lo que uno manifiesta”.

Maximino proviene del primer taller de don Rufino Tamayo, en el que se formaron grandes artistas. Nos habla de esos años: “De niño siempre dibujaba y, cuando llegué al taller de Rufino Tamayo, no sabía exactamente qué quería. Simplemente me encantaba dibujar y pintar. En el taller me dieron el material y el medio para hacerlo. En realidad no tenía un proyecto así de qué yo iba a hacer con eso. Incluso he tenido problemas, porque nunca me puse a organizar fotografías de mi trabajo. Nunca tomé en serio lo que era ser un artista, un pintor, sino simplemente mi pasión era pintar o dibujar. Ésa era mi pasión”.

El encuentro, la despedida y eso que perdemos cuando decimos “sabor a mí”. Nos vamos formando con el “sabor” de la gente que hemos amado. En el arte también sucede, son las influencias artísticas, lo que aprendes, deja ese sabor en el trabajo. Maximino admira la obra de Brueghel, es muy clara su presencia en sus temas y composición, afirma: “Definitivamente uno se va enriqueciendo, cuando vas conociendo el mundo, a las personas, a la cultura. Eso forma nuestra vida. Eso es el sabor del mundo, es una riqueza incomparable, valiosa; te nutre de cultura. Nos hace sentir ricos de tener amor o de hacer arte o música o poesía”.

En una carrera prolífica, con un cuerpo de obra sólido, nos revela Maximino qué resta por hacer: “Tengo mucho que hacer todavía. Estoy feliz de que así sea. Si no pinto, no soy feliz. Mi felicidad es pintar, es dibujar, es hacer grabado, litografía, escultura. Siempre tengo muchas cosas que hacer. Estoy en una etapa muy hermosa en mi trabajo, lo estoy disfrutando mucho”.

Eso esperamos todos, continuar viendo el espectáculo de la obra de Maximino, en donde reúne personajes, naturaleza, animales, música.


  • Avelina Lésper

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