“Me encantan los elementos de conflicto”: Gisela Antonuccio

Gisela Antonuccio (Argentina, 1975) es periodista. Desde hace un tiempo vive en México y recientemente publicó su segunda novela, Hermanas (H Literatura).

Se trata de la historia de Vanesa y Lorena, quienes construyen su infancia, adolescencia y adultez sorteando problemas y conociendo el amor, pero también el abuso, la violencia y las drogas.

—¿Por qué diste el salto del periodismo a la ficción?

Siempre traté de que mi carrera en ficción fuera paralela. Lo que pasa que es muy difícil vivir exclusivamente de la literatura, pero siempre fueron caminos que estuvieron juntos. Yo escribo hace muchos años y lo que sucede es que no siempre lo he publicado, me llevo bastante bien con el anonimato.

—La hija, tu primera novela, es de 2008. ¿Por qué pasó tanto tiempo?

Por muchas razones, la familia, una mudanza a México, un momento de transición. Pero la pandemia y estar en este país me dio la oportunidad de sentarme a escribir la historia que hace mucho tiempo llevaba dentro, latente, y quería contarla.

—¿Cuáles son tus intereses al escribir?

El tema familiar me resulta sumamente atractivo porque en todas las familias siempre hay un secreto, siempre existe un personaje bueno, uno díscolo o uno emergente. Me encantan los elementos de conflicto, de tensiones. En mi primera novela exploré el vínculo madre e hija, un binomio tan literario donde siempre salen más cosas. Lo que me interesa de los vínculos es que todos amamos, a veces de forma muy profunda y otras veces de formas reprochables.

—¿Qué te atrajo de la historia de estas hermanas?

Es otra forma de explorar los vínculos. Cuál es la mejor versión de uno mismo para relacionarse con el otro, qué está en juego y hasta dónde cedemos porque, a veces, el otro nos hace daño y una forma de protegernos es alejarnos. Entonces, ¿la distancia pone en riesgo el vínculo? Ese tipo de preguntas son las que a mí me interesan.

—¿Es fuerte el vínculo entre Vanessa y Lorena?

Son hermanas de crianza, una es adoptada y la otra es biológica. Me gusta que es una historia que le pueda suceder a cualquier persona. Me parece que, sobre todo en familias de clase media o más humildes, todos conocemos la experiencia de haber estado a cargo de alguien aunque sea un ratito, un primo, un tío. Pero qué es lo que pasa cuando un menor asume otros roles. Puede errar o tal vez no. En Hermanas, una de ellas toma ese rol y por eso hablo también de los peligros de la soledad en la infancia.

—¿El amor también es parte de la novela?

Sí, es una historia de amor, pero también hay un conflicto. Es un amor fraternal que también explora el amor pasional en algún momento. La narradora, Vanesa, llega a tener una vida propia y ella misma se encuentra amando de otra manera.

—¿Las hermanas siempre están en peligro?

Están solas. Cuando se quedan solas por primera vez la mayor tiene 11 y la menor ocho. Van solas a la escuela, cocinan, están expuestas al encargado del edificio. Hay drogas, abuso. La historia sucede en un momento donde, por lo menos en Argentina, el aborto era ilegal, entonces la víctima era condenada. Tiene que ver también con la sororidad, era algo que me preocupaba.

—¿Desarrollaste tu estilo en este libro?

Sí. Yo soy cinéfila, amo el cine, soy muy visual, entonces cuando escribo necesito describir una postal. Cuando veo una escena, un conflicto, se abre una postal en mi mente. Yo no pienso solamente en palabras, no me enamoro de una frase linda, yo estoy viendo la escena y la describo, es una instantánea, una Polaroid en cada una de las páginas. Por ejemplo, La hija tiene páginas completas, pero son varios cuentos, de hecho algunos de estos fragmentos han estado en antologías pero son parte de una novela.

¿Y en Hermanas?

El lector puede tener nudos de conflicto a partir de esas postales de las que hablo, que se tejen como las capas de una familia. Me preocupé para que funcionara de esa manera, para que sea una historia más redonda. Considero que la novela se lee de manera muy ágil y espero que al lector le guste.

PCL