Metro | Primer lugar del concurso #ViveLaFIL

#LeerEsParaTodos

Este relato breve fue el ganador en la categoría de jóvenes del concurso organizado por MILENIO durante la FIL Guadalajara 2018.

Metro. (Ilustración: Luis M. Morales)
Ciudad de México /

Hace meses que estoy encerrado en el metro. Tomé el tren en Coyoacán para dirigirme a Ciudad Universitaria hace poco más de un año y desde entonces no he logrado escapar. He pasado por todo tipo de túneles y estaciones alrededor de mi viaje. Conocí las vías de Liverpool Street ayer por la noche cuando el tren abrió sus puertas y me permitió admirar la estación cerrada. He conocido también la estación de Odivelas, los rieles más lejanos de Lisboa. Tomé algunas fotos en la estación Maracaná, y visité algunas ocasiones el metro de Madrid. 

No he logrado salir de él, cuando bajo a las estaciones vacías a buscar algo de comer, bañarme o distraerme me veo trágicamente obligado a abordar nuevamente el tren, pues nunca parte si no estoy dentro. Mi último recuerdo antes de terminar en este viaje circular es el rostro de aquel anciano al otro lado del vagón vacío, regresaba tarde del trabajo y a altas horas de la noche en fin de semana es extraño vislumbrar a personas tomando el metro. Aquel día fue especialmente extraño, toda la estación se encontraba desierta, no había oficiales en los torniquetes y la ventanilla de boletos se encontraba cerrada, mi única compañía durante el viaje fue un vagabundo que dormía al otro extremo de mi vagón. El viejo despertó durante el viaje y hojeó un periódico algunos minutos, llegamos a la última estación, se puso de pie y nos dirigimos a la misma salida. La puerta del tren tardó algunos minutos en abrir, cuando lo hicieron el viejo antes de salir me preguntó ¿Te has quedado a dormir en los trenes? Nunca lo hagas, nunca regresas…

Extrañado por la pregunta lo ignoré y salí del tren, antes de sacar mi cuerpo completamente de entre las puertas me percaté de no llevar conmigo el libro que leía, regresé por él apresurado y mi desgracia comenzó, las puertas cerraron y el tren empezó a andar. Primero esperé a que amaneciese pensando que así lograría salir, para mi desgracia no ha amanecido, o no lo sé, sólo ando entre túneles subterraneos y vías solitarias. 

No he tenido mayor compañía que mi reflejo en las ventanas del vagón, he intentado escribir mi desventurada situación en los cristales del tren para no perderme a mí mismo entre los rieles. Por ejemplo, ahora, el tren ha dado un giro estrepitoso, el sonido de la puerta comienza a sonar, y las puertas se abren, acabo de llegar a una estación nueva, ¡Es Ciudad Universitaria! ¿¡Es el viejo!? 

¿Te has quedado a dormir en los trenes? Nunca lo hagas, nunca regresas…

Joven, ¡Despiértese! Es peligroso ir a los talleres de los trenes, ¡joven!

¿Se ha quedado a dormir en los trenes? Ándele, ya estamos en la última estación.

Primer lugar

Daniel Eutimio Contreras García.

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