Del monumento olmeca conocido como Fauces de la tierra, no había más que tres dibujos y una fotografía. Lo último que se supo, es que había estado en manos de un coleccionista privado, después en la colección del Museo de Arte de Nueva York, y que podía haber sido trasladado a Nevada.
Por eso, en 2019 la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) tuvieron que iniciar una serie de procedimientos legales para rastrear, encontrar y recuperar la pieza, también conocida como Monstruo de la tierra.
En entrevista con MILENIO, el consultor jurídico de la cancillería, Alejandro Celorio, contó cómo consiguieron que el monumento de 1.80 metros y 1.5 metros de ancho, regrese eventualmente al lugar que lo vio nacer: la zona arqueológica de Chalcatzingo, en el estado de Morelos, entre los años 700 y 500 antes de Cristo.
“El primer paso es saber que hay una pieza en el extranjero. En esta ocasión lo supimos directamente del arqueólogo de la zona arqueológica de Chalcatzingo. Sabíamos que esa pieza estaba en Estados Unidos. Teníamos información de que el último punto de exhibición fue en Nueva York”.
La pieza es un bajorrelieve de la cultura olmeca descrito por primera vez en la revista American Antiquity en 1968 por el arqueólogo David Grove, después de que un campesino de la zona que se preparaba para sembrar encontró la figura ya fragmentada, se la llevó a su casa y después la vendió en el Mercado Internacional de Antigüedades.
El grabado que representa la cara de un jaguar, con la boca con forma de una cueva y con diversos elementos olmecas, como la nariz ensanchada y motivos florales y cuenta una importante parte de la historia de la cultura olmeca: la del único asentamiento de la civilización en el Altiplano Central, en lo que hoy es el estado de Morelos y con una relevancia similar a las grandes cabezas olmecas.
Así que, amparada en la Ley sobre protección y conservación de monumentos arqueológicos e históricos, poblaciones típicas y lugares de belleza natural de 1934, la cancillería argumento ante las autoridades estadunidenses que se presumía que como la pieza salió sin autorización, fue una sustracción ilícita: “y con ese mejor derecho la fiscalía puede entonces investigar, rastrearla y decirle al poseedor: ‘esa pieza no es tuya, esa pieza es de México'".
Grove detalló que para 1968, la pieza ya estaba en manos de un coleccionista privado, y que entre 1968 y 1994 estuvo en la colección del Museo de Arte de Nueva York, gracias a una fotografía en una publicación sobre arte de la Universidad de Princeton. Después, se presume que podría haber sido trasladado a Nevada.
Pero la pieza estaba aún perdida, y México tenía que explicar por qué quería que fuera encontrada y devuelta: “no es simplemente decir ‘es que esa pieza es de México’, es por qué es de México y porque yo tengo un mejor derecho”, dijo el consultor jurídico de la cancillería.
Además de los dibujos, la foto y la bibliografía que el INAH recopiló para enviar su dictamen, se utilizaron relatos de pobladores de la región, que recordaron, por ejemplo, haber visto la pieza en el patio de un agricultor local.
“Sin nada, casi, logramos recuperar una pieza de esta importancia, porque no es que hubiéramos nosotros identificado un catálogo de una exhibición como sucede en otros museos, o en una página de internet, o en una subasta. En este caso fue pura tradición oral que se fue recopilando, luego la investigación bibliográfica y ahora podemos acceder a esta pieza”, reconoció Celorio.
Finalmente la pieza fue ubicada en Denver, Colorado, y será recibida en ese lugar por el canciller Marcelo Ebrard este 19 de mayo. Un triunfo en el campo histórico y cultural de México, pero también para el derecho internacional, a decir de Celorio: “reconoce el derecho que tiene la nación mexicana sobre esa pieza, y son los EU, hace falta siempre resaltar las buenas noticias con los EU.”
Pero es, además, un mensaje a las personas que tienen en su poder bienes culturales mexicanos que se obtuvieron irregularmente: “las personas poseedoras de piezas o monumentos arqueológicos deben de saber que si las tienen en el extranjero tienen una pieza que se sustrajo ilegalmente y lo recomendable es que la regresen voluntariamente.”
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