Desde el poder se ha hecho siempre un uso político del pasado; eso es algo común. Este gobierno no es extraordinario en ese sentido. Sabemos que en el siglo XIX, después de la guerra francesa de intervención, se proyectó esa gran obra que fue México a través de los siglos, la visión que se quería dar de la historia patria. Después, de la Revolución ni se diga.
Ahora la celebración del bicentenario de la consumación de la Independencia se va a empalmar con dos celebraciones. Una que todos esperábamos, la de los 500 años de la conquista de Tenochtitlan, que está siendo vista desde una perspectiva tradicional.
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Quienes estudian el proceso de conquista saben bien que en 1521 un grupo de pueblos de lo que hoy es el centro de México se unieron a la camarilla de aventureros españoles y derrotaron al que tenía mayor poderío en la zona. No fue la conquista de México en el sentido de país, sino de un altépetl que se llama México, bajo la dirección de los españoles, pero la hicieron numerosos pueblos indígenas.
La visión del Presidente, la del gabinete, es muy tradicional, de los años setenta del siglo pasado, que supone que México-Tenochtitlan es el México actual y, por lo tanto, ahí hay una ofensa que cometió España contra los pueblos prehispánicos.
La historia de México siempre se nos ha contado desde la perspectiva de que es un país heroico y los países extranjeros son países malvados que siempre nos atacan, como si México tuviera solo un carácter de víctima y de heroísmo. Se nos olvida que también fue violento y cruel con sus propias comunidades. Tendríamos que empezar a enseñar una historia que nos dé cuenta de eso.
La última vez en que el Presidente insistió que España debiera ofrecerle disculpas a México, dijo que México también debería ofrecer disculpas a los pueblos originarios. Señaló el ejemplo de los pueblos yaquis, combatidos a lo largo de décadas y que prácticamente fueron esclavizados; y el de los pueblos mayas, que en la guerra de castas fueron perseguidos y vendidos como esclavos a la isla de Cuba. Si mal no recuerdo, habló de la persecución contra los chinos. Lo interesante es que señaló que todas esas persecuciones y guerras se hicieron durante el porfiriato. De esa manera, parece que le estaba limpiando la cara a México: sí fueron mexicanos, pero fueron los malos, los conservadores.
Es decir, no solamente son los malos de la retórica oficial los que cometieron atrocidades. En realidad, fueron mexicanos comunes y corrientes. Creo que debemos aprender que cualquier persona es capaz de hacer cosas muy malas, y debemos entender cómo funcionan esos procesos para evitar su repetición. Esta visión de la historia sería bastante más útil que la de buenos y malos que nos quieren presentar, en la cual unos ofrecen disculpas a los otros.
yhc