Hace 500 años una gran alianza de indígenas y españoles derrotó al poderoso imperio mexica o azteca. Veintiún meses antes, el 8 de noviembre de 1519, había ocurrido el encuentro de Hernán Cortés y Moctecuhzoma Xocoyotzin, el orgulloso tlatoani que murió lapidado por su pueblo el 29 de junio de 1520 después de haber claudicado ante los invasores.
Como su sucesor fue nombrado su hermano Cuitláhuac, quien gobernó solo 80 días antes de morir a causa de la viruela, enfermedad que llegó con los españoles, a los que había vencido el 30 de junio de 1520 para dar lugar a la llamada Noche Triste, un día victorioso para el ejército mexica.
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En su lugar quedó Cuauhtémoc; consciente de que el enemigo expulsado por Cuitláhuac podría regresar en cualquier momento, se preparó para la guerra. Tenía razón, unos meses más tarde alrededor de 900 españoles volvieron acompañados por más de 150 mil indígenas; durante 90 días sitiaron la capital del imperio, que al final fue brutalmente sometida.
Era el 13 de agosto de 1521 y la ciudad, llena de muertos y heridos, quedó envuelta en llamas. Este fue el fin de la magnífica México-Tenochtitlan, la ciudad construida en medio de un gran lago y cuyo nombre significa “El ombligo de la Luna”.
Cuauhtémoc fue capturado en Tlatelolco por esa misma fecha; le quemaron los pies para obligarlo a revelar dónde se encontraba el mítico tesoro de Moctecuhzoma. En octubre de 1524, Cortés salió rumbo a las Hibueras (Honduras en la actualidad), llevándose a Cuauhtémoc para conjurar el peligro de una rebelión en la ciudad en ruinas. Luego de cuatro meses de viaje, escuchó rumores de que el tlatoani conspiraba contra él y “sin haber más probanzas” —como escribe Bernal Díaz del Castillo— lo mandó ahorcar junto al señor de Tacuba, que iba con ellos. Con su muerte, de acuerdo con algunas fuentes ocurrida el 28 de febrero de 1525, terminó la historia de los tlatoanis mexicas.
MILENIO trae para ti este 6 de agosto un suplemento que conmemora la caída de México-Tenochtitlan. Para ello recuperamos las voces de reconocidos historiadores, que abordan este acontecimiento pero también otras cuestiones, como el uso político de la historia y el papel de Marina, Malintzin o Malinche durante la llamada Conquista (que en realidad fue un proceso de siglos), en la que participó como intérprete de Cortés, con quien tuvo un hijo.
“Se le ha tratado como traidora, al igual que a los tlaxcaltecas”, dice el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma. “No fue así”, ella y los tlaxcaltecas defendieron a sus pueblos de un imperio contra el que había mucho rencor, afirma el fundador del Proyecto Templo Mayor.
La historia de México es fascinante y compleja, como explican los especialistas, lejos del maniqueísmo impuesto desde la esfera gubernamental en diferentes momentos. Pero más allá de los estudios historiográficos, la caída de Tenochtitlan y el inicio de la Conquista han sido abordados desde diferentes perspectivas y disciplinas: la pintura, el teatro, la literatura, el cine, de las que damos cuenta en estas páginas, como también recuperamos estampas de la vida cotidiana de los mexicas, que nos ayudan a comprender cómo era ese mundo que comenzó a cambiar con la llegada de los españoles y la destrucción de una ciudad que ha heredado su nombre a la capital del país, a uno de sus estados y al propio país, una ciudad oculta, que está en los cimientos de la que erigieron los españoles, que nos da identidad y, 500 años después, mantiene su leyenda y misterio para continuar siendo “El ombligo de la Luna”.
Voces de la historia
nerc