En la UNAM, universitarios rinden homenaje a uno de los suyos: Miguel León-Portilla

Enrique Graue Wiechers, rector de la UNAM, dijo que con la partida de León-Portilla, la Universidad misma dice adiós a uno de sus “más ilustres hijos”.

Miguel León-Portilla murió el 1 de octubre (Notimex).
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Miguel León-Portilla recibió un homenaje en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario de la UNAM. Con interpretaciones musicales en lengua náhuatl y, en especial, el reconocimiento de una comunidad que llegó a rendirle homenaje a unos días de su partida, la máxima casa de estudios le brindó un emotivo homenaje al historiador, quien durante más de seis décadas recorriera pasillos y salones de la universidad.

Durante la ceremonia, el rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, aseguró que con la partida de León-Portilla, nuestro país no sólo ha perdido a uno de sus mejores hombres, sino que la Universidad misma dice adiós a uno de sus “más ilustres hijos”.

“Nos unimos al dolor de Chonita y de su familia, al sentimiento de orfandad de sus alumnos, a la pérdida experimentada de sus amigos y a la nostalgia de quienes lo conocimos y tratamos: don Miguel fue un hombre entrañable y generoso con sus saberes, un humanista multifacético y un académico ejemplar, dotado de un inigualable espíritu inquisitivo al que sumaba una portentosa memoria, capaz de replicar minucias y detalles que decoraba su, sin igual, capacidad narrativa”.


Antes, Vicente Quirarte, como miembro de la H. Junta de Gobierno, recordó que el historiador y filósofo fue, ante todo, un hombre de palabra: la defendió, la honró, la enalteció, y ahora la deja, “brasa ardiente”, en nuestras manos”.

“Hombre cabal e íntegro que fue una leyenda viviente. Como afirmaba, tenía juventud acumulada y, por ello, fue nuestro privilegio disfrutar muchos años de su generosidad y enseñanza. Su constante energía y ánimo creativo quedan demostradas en los proyectos que diariamente imaginaba y que llevó a cabo en su cubículo o en su eterna mesa de trabajo, junta a la ventana de su jardín de príncipe feliz, en Coyoacán”.

Una sesión en la que los universitarios fueron quienes tomaron la palabra, frente a Chonita, a “Marisa” y a sus nietos, para evocar no sólo sus trabajos o sus enseñanzas, sino la generosidad con que los compartía; incluso, gracias a él se rompió un “duro eurocentrismo que consideraba que no había más filosofía, más religiosidad y más arte, que los de la cultura universal”.

“El ejemplo de Miguel como creador se une al de haber sido un gran creador y formador de profesores e investigadores, desde su curso de historia sobre cultura náhuatl, hasta su seminario de posgrado, que no dejó de impartir con la misma sensibilidad, sencillez y sorprendente sentido del humor de siempre, lo que revelaba su enorme inteligencia”.

Un acto solemne en el cual estuvieron presentes ex rectores de la UNAM, catedráticos eméritos, integrantes de la junta de gobierno y muchos discípulos y colegas con quienes compartió tanto tiempo de trabajo en la UNAM: "nos hace falta y nos hará más falta en los días por venir", insistió Vicente Quirarte.

Y el ejemplo más claro se dio con los minutos de aplausos con que terminó la ceremonia en la Sala Neza, la misma a la que él le dio nombre, pero también con el Goya que retumbó en el lugar, ese Goya que él mismo entonó durante más de seis décadas.

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