“Los luchadores” de Racrufí

El maestro Racrufi nos abre la puerta a su universo creativo para hablar de Los luchadores, una obra que dialoga con la canción homónima de 1952, compuesta por Pedro Ocádiz y Héctor Zapata, y que hoy vuelve a cobrar vida desde la ciencia ficción mexi

Racrufí en "El Arte de la Canción II"
Racrufí en "El Arte de la Canción II"
Hassam San Luis
CDMX /

La lucha libre, recuerda Racrufi, forma parte de su infancia. Aunque no asistía a las arenas, los luchadores estaban siempre presentes: en los juguetes, en las conversaciones del barrio, en las canciones que sonaban una y otra vez. Eran figuras exóticas, poderosas, imposibles de ignorar. Con el tiempo, la televisión y la difusión popular terminaron de convertirlos en símbolos nacionales.

Cuando Racrufi escucha nuevamente la canción Los luchadores, no la piensa desde la nostalgia literal, sino como un detonante creativo. En lugar de reproducir la escena clásica del ring, decide llevarla a su propio lenguaje visual: una fusión de fantasía y ciencia ficción con raíces profundamente mexicanas. El resultado no son “los” luchadores, sino sus luchadores.

Su estilo, desarrollado a lo largo de más de tres décadas, parte de una inquietud clara: la ciencia ficción que consumimos en México suele venir de fuera. Hay lectores, hay espectadores, pero pocas propuestas gráficas que imaginen el futuro desde nuestro propio origen cultural. Por eso, en su obra conviven lo prehispánico, lo azteca, lo maya, con la cibernética, los pistones, los cables y las articulaciones mecánicas.

Uno de los elementos clave es la máscara. Para Racrufi, ahí reside la esencia de la lucha libre mexicana. La lucha puede existir en muchos países, pero la máscara crea el mito, el personaje, la identidad. Es lo que transforma el combate en espectáculo simbólico y lo vuelve inconfundiblemente mexicano.

“Los luchadores” de Racrufí

En términos visuales, el artista explica que la ciencia ficción surge tanto de lo gráfico como de lo conceptual. Un objeto simple puede convertirse en algo futurista al añadir rejillas, botones o cables, pero la verdadera fuerza está en la lógica interna: que cada elemento tenga una función, que la tecnología no sea solo decorativa. En sus luchadores, cada articulación, cada pistón y cada estructura responde a una idea de movimiento, fuerza y sentido.

De manera casi natural, la obra incorpora otro tema central de la ciencia ficción: la lucha entre el bien y el mal. El Santo y Blue Demon se prestan a ese juego simbólico. El primero aparece con rasgos angelicales, alas que refuerzan su carácter moral; el segundo, con una cola que lo acerca a lo demoníaco. No es una interpretación cerrada, sino un guiño al dualismo eterno: luz y oscuridad, orden y caos.

Para Racrufi, la ciencia ficción es inevitablemente una forma de especulación humana. Cada avance tecnológico despierta visiones utópicas y catastrofistas; no podemos evitar imaginar lo que viene. Su obra se sitúa justo ahí: mirando hacia el futuro, pero anclada en lo más profundo de la estética y la tradición mexicana.

Así, Los luchadores se convierten en algo más que una canción reinterpretada. Es un cruce entre música, arte visual y memoria cultural. Una prueba de que los íconos populares pueden reinventarse sin perder su esencia, y de que incluso desde el ring, entre máscaras y acrobacias, también se puede hablar del tiempo, del mito y del porvenir.

Escucha esta entrevista completa en “El Arte de la Canción: Segunda Temporada” Celebrando los 80 años de la Sociedad de Autores y Compositores de México en Milenio Televisión.


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