Mímica, el arte de poder comunicar algo a otros sin palabras

La mima corporal es tan poética que no solamente ves lo invisible de las cosas sino también ves lo invisible de las personas: Edgar Chapa.

"En la vida me he encontrado muchos maestros, de ellos he aprendido mucho”. (Tania Contreras)
Mario C. Rodríguez
Toluca /

Los mimos son prácticamente dueños del arte de comunicarse sin palabras y con sus ademanes, señas, gestos, hacen que la articulación humana sea armoniosamente posible. Edgar Chapa es uno de estos artistas de origen toluqueño que se dedica a entretener a la gente.

Para él su profesión es única porque le ha permitido participar y estudiar en varias partes del mundo. “Ser mimo es algo poético, algo que te conecta con el cuerpo, ya que la principal herramienta del mimo para trasladar un mensaje es el cuerpo, entonces, hacemos historias con el cuerpo, con los gestos, con la mirada y con la energía”.


La historia de Edgar comienza en una especie de tiro de suerte. Aún no sabe si la expresión se atravesó con él o él con ella, pero lo cierto es que desde entonces se aferró a conocer sobre esta corriente y a participar de manera activa en lo particular y colectivo.

“Un día iba caminando sobre Los Portales de Toluca y, entonces, vi un letrero que decía taller de pantomima y yo sin conocer realmente qué era eso me metí al taller y desde ahí encontré un mundo mágico del cual ya no he podido separarme”.
Y recuerda: “Fue hace tiempo, cuando tenía 21 años, ya fue algo grande en realidad. No soy de familia artística, sí hay influencias, pero en realidad todo ese crecimiento de actuación y el acercamiento al arte ha sido gracias, pues, a mis primeros talleres de pantomima, después el teatro y poco a poco he ido como llenando este bagaje cultural, siendo como podría decirse que soy autodidacta, pero no tanto porque en la vida me he encontrado muchos maestros, entonces creo que de ellos he aprendido mucho”.


La lista de maestros con la que cuenta es extensa, sin embargo, a todos y a cada uno lo recuerda con cariño y respeto, ya que no solo rememora su aportación en cada etapa de su crecimiento, sino que incluso se dirige de usted a ellos.

Tal es el caso de Alfonso Vírchez, uno de los más finos exponentes de esta corriente en Toluca y México.

Su deseo por formarse lo ha llevado a entrenar a varias partes del mundo. Ha estudiado con el chileno Mauricio Celedón, en España; y haber colaborado en múltiples festivales con Alejandro González, el mimo “Joy'', Arturo Armendáriz y Oscar de la Torre; además de que Corinne Soum, fue su última maestra de mima corporal.


Ha sido incluido en el libro “Mimos de México, homenaje a Juan Gabriel Moreno” y fue reconocido en el VIII Ciclo Formativo de Mimo, lo que evidencia que para él, el arte se estudia, se entiende y existe.

Si bien en México hubo una fuerte influencia de los mimos alrededor de los años 60 y 70 y el famoso mimo de cara blanca de Marcel Marceau, lo cierto es que Edgar retoma todas las bases y crea a su propio personaje. Su maquillaje no es completamente blanco y al igual que la mayoría, se delinea los ojos.

Utiliza un sombrero, un traje negro similar al terciopelo, un moño y zapatos dorados que hacen que una vez puestos prácticamente sea mudo y comience a expresarse con el cuerpo. El amor, el hambre, el cansancio, el dormir, una pared imaginaria o el jalar una cuerda son algunos de los ademanes que mostró a la cámara.

“La mima corporal es tan poética que no solamente ves lo invisible de las cosas sino también ves lo invisible de las personas, de lo que hay adentro también, con un movimiento, con una mirada, con un gesto, podemos decir muchas cosas con una tensión del cuerpo, con una distensión”. Con solamente ver caminar a la gente en un escenario, a una persona o un personaje, la mima corporal hace que tengan esa veracidad.

MMCF

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