Mis libros no conllevan una ideología, dice Christian Duverger

La visión del conquistador “que viene y arrasa todo es excesiva, hay que matizarla”, advierte el investigador francés.

El historiador define al polémico personaje como “un hombre culto” que tenía una “conexión con el mundo civilizado de la época”.  (Ariana Pérez)
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

El historiador francés Christian Duverger sabe que algunos de sus trabajos provocan cierta polémica en el ámbito académico, pero los defiende precisamente como resultado de un trabajo de investigación que apuesta por cambiar una visión tradicional, “heredada del siglo XIX”.

“De Hernán Cortés, por ejemplo, hablamos de la leyenda negra, de una invención decimonónica, por lo que creo que sería interesante reapropiarse de su historia, que está en los fundamentos de la historia de México”.

“Lo que generalmente se dice de Cortés aquí es a partir del mito, de la leyenda. Regresar al campo de la historia es una cosa y si mis trabajos pueden ayudar al mejor entendimiento de la esencia del país y su fundación, creo que eso es válido. Mi deseo sería que se dieran otras líneas de investigación”.

Sus palabras surgen a propósito del relanzamiento de los dos volúmenes que conforman su propuesta biográfica sobre el conquistador español: Vida de Hernán Cortés: la espada y Vida de Hernán Cortés: la pluma, aparecidas bajo el sello de Taurus.

MUNDO DE ALTA CULTURA

“No sé si la idea del villano o del héroe sea la más adecuada: Cortés es un hombre culto, hizo su bachillerato en Salamanca e, incluso, una parte de su familia eran profesores en Salamanca, de ahí su conexión con el mundo civilizado de la época”, destacó en entrevista con M2 el profesor de la cátedra de antropología social y cultural de Mesoamérica en la École des Hautes Études en Sciences Sociales, de París.

Duverger se muestra convencido que Cortés llegó a considerar al México prehispánico como un mundo de alta cultura, incluso, los regalos que recibe de Moctezuma y manda a Carlos V se van como prueba artística de su nivel cultural. “Considera al mundo prehispánico como un mundo de cultura, nada más que hay algo que no se puede negociar: el sacrificio humano”.

“Creo que hubo una valoración del mundo prehispánico por Cortés, por su nivel de cultura, y la única cosa que había que suprimir fue el sacrificio humano. Siempre se dice que Cortés arrasó la ciudad: en cierta manera, sucedió, sobre todo después de las batallas, pero hay textos muy interesantes de los años 1528-1529, 10 años después de la conquista, que nos hablan de otras cosas”.

Autor de títulos como El origen de los aztecas o La conversión de los indios de la Nueva España, Duverger se refirió a la existencia de una serie de documentos que demuestra que Cortés no fue un destructor de todo lo que vio a su paso en su llegada al actual territorio mexicano.

“Cortés no tocó a la ciudad, no construyó ninguna iglesia. Lo que significa que no hubo tanta prisa feroz de Cortés para destruir a la ciudad. Una parte fue destruida en los combates, eso sí, pero finalmente en 1528-1529 la acusación principal es que Cortés no había construido ninguna iglesia y, efectivamente, la misa se decía en su casa”.

Desde la perspectiva del historiador, Cortés alcanzó a entender que “él solo no podía cambiar tres mil años de tradición religiosa prehispánica, por eso la visión de Cortés como el que viene y arrasa todo es excesiva, hay que matizarla y creo que los documentos que tenemos nos permiten matizar su actuación”.

Duverger reconoció que su postura como historiador es presentar los hechos como son y ya luego que sean los lectores o los investigadores los encargados de opinar al respecto, de abrir nuevas líneas de investigación.

“Mis libros no conllevan una ideología, nunca uso la palabra héroe, todo lo que digo es que no debemos entender todo a partir de la historia de España, sino como una especie de continuidad de la historia prehispánica”, dijo el historiador, lo que de alguna forma refleja en los dos volúmenes sobre Hernán Cortes, reeditados como parte de las conmemoraciones por los 500 años de su llegada a costas mexicanas.

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