Con un gran ambiente familiar, los hermanos Cocula Navarro entregaron finalmente después de dos meses de trabajo, el gran molcajete que fue pedido por Don José Guadalupe González Haro para ser llevado en exhibición a Moyahua, Zacatecas, lugar en el que se encuentra un restaurante más de su cadena de burritos.
Para la presentación de la colosal pieza estuvieron presentes los artesanos, Antonio Salazar, director de Proyectos Estratégicos de Tlajomulco de Zúñiga; el Ejecutivo de Ventanilla Empresarial, Diego Fernández; el regidor de la Comisión de Turismo, Juan Cortés; el regidor de la Comisión del Partido, Lucio Miranda Gómez; el secretario técnico de la Fundación de Cultura, Raúl González; la directora de Turismo, Fabiola Castro; el presidente ejidal del pueblo, Ramón Guzmán; así como el dueño de la Fonda de los Burritos de Moyahua, Don Lupe.
Para agradecer por su presencia, Don Lupe señaló a los asistentes que este era un momento “glorioso, en el que se ve la importancia del pueblo. Me gustaría resaltar la trascendencia del molcajete, ya que es un invento náhuatl, que ha logrado superar las licuadoras”.
Las sonrisas entre los invitados y el nuevo dueño del molcajete era notable, ya que desde hace muchos años, el abuelo de Víctor Manuel y Jorge Alberto, el señor Pedro Cocula, ya había trabajado con Don Lupe en un molcajete de 30 centímetros de diámetro, así como en diferentes piezas con piedra de basalto, que al enterarse del actual Récord Guinness, pensaron en superarlo.
Víctor Manuel señaló que para la elaboración de la pieza que es una tradición en San Lucas Evangelista, él y su hermano, así como algunos amigos ayudaban a labrar, así como su principal motivo por el que lo hicieron fue el “llamar la atención hacia el pueblo”.
Sobre su proceso señaló que “utilizamos maquinaria pesada para poder bajar la piedra, todo el trabajo es manual, sólo utilizamos el pico durante varias horas. Te levantas y es lo único que piensas en llegar a hacer, continuar con el trabajo”.
El artesano se refirió a San Lucas Evangelista, como un pueblo a la orilla de la Laguna de Cajititlán, distinguido como “La tierra del molcajete”. Dijo que la colosal pieza fue producto de varios días de labrado con pulpa y pico. La presentación estuvo cobijada con una expoventa en la que se exhibían artesanías del pueblo, desde pulseras y cintos elaborados con crín de caballo, hasta figuras con piedras de basalto y macetas de barro bruñido, además de la gastronomía local. De esa forma pudo degustarse entre los pasillos el aroma de las salsas elaboradas por expertas cocineras quienes protagonizaron un certamen de salsas, la ganadora obtuvo un premio de 5 mil pesos.