El maestro Jesús Mora Luna observa de reojo sus pinturas, unas de gran colorido y belleza, que surgieron tras hurgar en los paisajes que le han regalado los valles de Hidalgo, otras más en el que los rostros de mujeres indígenas, delineadas en carboncillo, les da ese aire nostálgico que se logra fundir con la esencia natural de la tierra y el carbón.
En esa pasión por el arte, por la que ha reunido más de 500 obras en su estudio, así como mil apuntes y obras que se mantienen a la expectativa de ser mostradas al mundo, reunió 80 para que fueran parte de Diversidades, aunque una parte de su obra contrapone a las anteriores.
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“Este trabajo nace después de la inundación de 1999 en Tulancingo, por lo que en mi estudio pierdo mis cajas de dibujos, pierdo mucha obra y reconocimientos, por lo que empiezo a hacer los apuntes que también se están exponiendo en el Cuartel”.
“Al hacer estos apuntes, aparecen las muertas de Juárez, la violencia intrafamiliar, los mares contaminados, las desaparecidas y así se forma esta colección, misma que no está a la venta, porque no lucraría con el dolor de todas las mujeres que están dentro de la esencia de estas pinturas”, señala.
Realizada en 2012, Muertas de Juárez es una obra en la que busca que esa mujer se asome por la ventana de la conciencia, “a la conciencia de la sociedad a que hagamos algo, porque se están desapareciendo, pero es porque algo estamos haciendo mal como sociedad, nos estamos acostumbrando a la violencia y no es así”, refiere.
Es en esta reflexión de que las personas deben ser más sembradores de paz, “¿cómo pedimos justicia si no la hemos sembrado? Por lo que es necesario que seamos sembradores de paz y de vida y generar los valores que se están perdiendo”, señala Mora Luna.
Realizados con plena conciencia cada pincelada meditada y con la firme convicción de transmitir el mensaje del respeto hacia las mujeres, porque en “mi obra hablo de la vida disgregada y deshecha de una mujer, la cara está deforme por los golpes, la han pateado y mataron en el vientre al hijo que llevaba, por lo que piensa suicidarse y al final lo hace, por lo que deseo es que el hombre recapacite”, indica.
Ante la realidad que viven millones de mujeres en el mundo, en México, en Hidalgo, Mora Luna asegura que el arte es una ventana a la reflexión, a la conciencia y a sembrar esa semilla de paz, necesaria para un cambio social profundo. “El arte tiene que servir para propiciar un pequeño cambio y en mi caso, es mi propósito”.
“Porque después dela tragedia, de la desaparecida, de las muertas de Juárez está la familia deshecha, muertos en vida, que quedan deambulando porque se les acabó la vida, se les deshace la religión y es propiciado por un desgraciado que mató a su hija y que en su tumba asegura que fue el amor de su vida, por lo que no se está entendiendo el amor”, asegura.
Señala que la realidad ya lo rebasó, “nos está llevando la fregada porque la vida no es esto”, dice, al momento de confesar que esa pasión por pintar paisajes ha sido frenada “porque no puedo salir al campo a pintar porque ya me da miedo, aunque salgo con mis alumnos en grupo y ya nos sentimos más seguros”.
En este vaivén de ideas, el pintor hidalguense advierte que los seres humanos no han entendido que la Tierra “no es nuestra y que somos parte de ella, por eso mi técnica al momento de pintar un paisaje es hacerlo desde los pies, desde abajo para sentir que la naturaleza merece respeto, que no podemos estar haciendo basureros de nuestro paisaje que vemos a la orilla de la carretera”, indica.
Pinta desde los siete años, “nunca he dejado de pintar”, por lo que siente que está en la plenitud y es feliz porque siempre ha hecho lo que le ha gustado, aunque espera que existan más espacios para mostrar esas colecciones que esperan ansiosas a salir al mundo y ser parte de una reflexión continua, severa y congruente en la que se observe al mundo con una mirada más simple, con el respeto merecido, que tiene cualquier lugar que sea parte de esta tierra.