Muere Edna Rivera, una incansable promotora de la lectura entre abuelos

Fundadora del programa Abuelos Lectores y Cuentacuentos de la Dirección de Difusión Cultural de la UNAM.

Apoyada por Difusión Cultural y en colaboración con IBBY México, creó el programa en 2011. (Foto: Especial)
Ciudad de México /

Por Myrna Ortega me entero de la muerte de Edna Rivera, incansable promotora de la lectura y directora y fundadora del programa Abuelos Lectores y Cuentacuentos de la Dirección de Difusión Cultural de la UNAM.

Amiga cercana de Edna, Myrna escribió en su página de Facebook: “Con muchísima pena me entero de la partida de mi querida y admirada Edna Rivera, amiga generosa, sabia consejera y creadora de uno de los programas culturales más hermosos: Abuelos Lectores. Vuela alto y libre, Edna querida. Te quedas en nuestro corazón”.

En su cuenta de Twitter, Cultura UNAM declaró: “Nos entristece la partida de Edna Rivera. Nos hará falta tu voz y entusiasmo para ver que los niños se acerquen a la lectura a través de la voz de sus abuelos”.

En 2013 tuve la fortuna de conocerla y constatar su trabajo entusiasta con los abuelos lectores, su paciencia y rigor para crear en ellos la conciencia de que, sin importar su edad, su grado de escolaridad o condición social, podían adquirir la capacidad de brindar un servicio a las nuevas generaciones. Retomo, a manera de homenaje, la entrevista que me permitió conocer a quien aquilataba el valor de la palabra.


Contar una historia

No le falta razón a Steven Spielberg cuando afirma que “la gente se ha olvidado cómo contar una historia. Las historias ya no tienen una parte media o un final. Usualmente tienen un principio que nunca deja de empezar”.

En una historia importa mucho el qué, pero si estamos ante un auditorio de pequeños, el cómo es vital para involucrarlos y hacerles sentir que ese principio es interminable.

Asistir a una de las sesiones del programa Abuelos Lectores y Cuentacuentos es constatar el cambio ocurrido en quienes habían perdido la habilidad para contar o leer una historia o en quienes ni siquiera sabían en qué consiste ese noble arte. Bajo la mirada astuta de Edna Rivera, las clases semanales buscan desarrollar el gusto por la lectura y la palabra, así como darles herramientas sobre el arte de contar cuentos.

El programa comenzó en 2011, dice Rivera en entrevista con MILENIO: “Apoyada por Difusión Cultural, que necesitaba promover la lectura, creé el programa en conjunto con IBBY México (International Board of Books for Young People), que se dedica a la promoción de la lectura. Se convocó a personas a partir de los 40 años, quienes con su ímpetu impulsan a los mayores. Cada generación se compone de 100 a 110 personas, divididos en tres sedes: Museo Universitario del Chopo, Museo Universitario de Arte Contemporáneo y Centro Cultural Tlatelolco”.

La coordinadora afirma que muchos de los alumnos llegan a los cursos con la autoestima muy baja. “La diferencia entre el día que llegan y cuando se van sí es muy grande. Incluso las clausuras las hacemos en los teatros para que, ante familiares y amigos, pierdan un poco el miedo escénico y les sirve incluso para enriquecer su personalidad”.


Efecto multiplicador

Los cuentacuentos que han asistido al curso ya organizan sus propias actividades, no solo para niños —que son las más frecuentes— sino también hacen sesiones en hospitales, clínicas, salas de espera, donde se les ocurra. Algunos de ellos han hecho sesiones en el Metrobús y otro piensa organizarlas en cantinas.

“Si uno de ellos tiene un proyecto, lo comenta con los demás y se van haciendo grupos de trabajo”, indica Rivera. Refiere que detrás de estos lectores y cuentacuentos hay historias ejemplares y conmovedoras. Por ejemplo, una anciana de 85 años, maestra retirada, extrañaba el aula. “Con la capacitación regresó a leer a los niños de la escuela que está frente a su casa y volvió a tener un grupo. Otra mujer me dijo: ‘Antes de conocer el programa, pensaba que lo único que me quedaba era quedarme en mi cama y morirme’. Ahora es la más activa e incluso ha conseguido espacios en el Gobierno de la Ciudad de México para llevar grupos”.

Una viuda que había perdido a su esposo 10 años antes, vestida de riguroso luto en abril, se quejó con Edna Rivera: “¡Yo no sé que estoy haciendo aquí; mis hijos me traen a la fuerza y yo no sé…! ¡Lo único que quiero es irme con mi difuntito!”. Cuenta la maestra que, “con el paso del tiempo, se fue integrando al grupo y a la ceremonia de clausura llegó vestida de rosa mexicano. Ahora arma sus propios cuentos, colabora en una casa de cultura y está en un curso de actuación. Es increíble el cambio. Este programa vuelve a posicionar a la gente dentro de la sociedad”.

Para la promotora, “un país sin educación no tiene futuro, y la educación se basa en la lectura y en la palabra. Es indispensable, ya sea la palabra escrita o la palabra hablada. Por eso el taller es de lectores, pero también de cuentacuentos”.

Lo que importa son las historias, pues, como escribió John Steinbeck, “somos animales solitarios. Tratamos toda nuestra vida de estar menos solos. Uno de los métodos antiguos es contar una historia, rogando que el escucha diga y sienta: sí, así es, o —al menos—, así es como lo siento. No estás tan solo como pensabas”.

PCL

  • Xavier Quirarte
  • xavierquirartenuevo@gmail.com
  • Es autor de Ensayos de jazz y literatura (Editorial Doble A), es coautor de Por amor al sax y John Coltrane. Periodista especializado en jazz, rock y música contemporánea, sus textos han aparecido en los periódicos El Nacional, La Crónica y Milenio, y en revistas como Casa del Tiempo, Rock y Pop, Sólo Jazz & Blues, Círculo Mixup, La Mosca en la Pared, Cine Premier, Dos Filos, Sacbé y otras

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