“La muerte siempre te observa como una presa legítima”: Henning Mankell

El escritor sueco compartió en su libro Arenas movedizas un testimonio de su batalla contra el cáncer.

El escritor sueco Henning Mankell.
Daniel Francisco
Ciudad de México /

Había una vez un escritor acostumbrado a contar historias en las que la muerte era la protagonista. Sus lectores sabían que descubrir la identidad del asesino no era el tema más importante. Los ojos de Henning Mankell (1948-2015) podían centrarse en una migrante que ardía en medio del campo de un país ajeno o en la corrupción de un cuerpo policiaco.

El escritor sueco trabajó muchos años en Mozambique, donde tenía una compañía de teatro. En esas calles vio a niños abandonados, que vivían en cajas de cartón, menores de edad desconfiados, luchando por sobrevivir. Fue testigo de las escenas conmovedoras que se pueden ver en los campos de refugiados cuando las familias se encuentran.

En el 2014 decidió hacer público en un periódico que padecía cáncer y que contaría su lucha contra la enfermedad: "He decidido contarlo como es, como la dura batalla que siempre representa". Sus manos contarían otro misterio, sólo que esta vez no había incertidumbre respecto al enemigo. De esta forma, en Arenas movedizas somos testigos del asombro ante el diagnóstico médico. Lo que iniciaba como un dolor de cuello se convertiría en un aviso de muerte.

En sus páginas deambulan el asombro y la fragilidad. Quien se haya asomado a Asesinos sin rostro, La leona blanca, La falsa pista, entre otras de sus novelas, sabrá que el inspector Wallander puede ser como cualquiera de nosotros. Un hombre con una vida ordinaria que se enfrenta a la enfermedad y la burocracia. A veces se pausa la búsqueda de los asesinos para cuidar al padre con alzheimer, a veces su hija tendrá que protegerlo y ocultarle, hasta donde se pueda, que su madre, se volverá a casar. Un ser humano sigue con su vida y el otro continuará persiguiendo mentes retorcidas.

Las páginas de Arenas movedizas se impregnan de recuerdos. Con el cáncer viene la imagen del niño abandonado por la madre, el estudiante que trabajó en Francia sin derechos, con un salario que apenas le permitía sobrevivir. Conoce la lucha de los oprimidos y toma partido.

En La Pirámide, en cambio, obtenemos las claves para comprender el carácter tempestuoso y rebelde del Joven Wallander/Mankell

“Cometiste todos los errores imaginables le recriminó. Aunque eso ya te lo había dicho antes, claro. No puedes dedicarte a investigar por tu cuenta, no puedes intervenir en solitario. Te has quedado a unos centímetros de la muerte, ¿lo sabes? Y espero que hayas aprendido algo acerca de cómo debes conducirte”.

En una ocasión, mientras recibe quimioterapia, Mankell observa a una familia que cuida a una mujer joven. Pronto perderán a uno más de sus hijos. Los otros han muerto en la guerra.

Mankell escribió: “Sin reconocer el miedo, ¿puede uno mostrar valor? Yo creo que no es posible. El miedo es mucho más que ese temor primitivo y básico a morir. El depredador te ve, pero tú no ves al depredador. La muerte siempre te observa como una presa legítima”.

ledz

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