Desde temprana hora, familias enteras llegaron a los cementerios. Lo hicieron, cargadas de flores amarillas, rojas y blancas y en algunos casos, veladoras; sobre las tumbas con lápidas, tendieron un mantel, sacaron los alimentos y comieron con su difunto. Es el panteón de San Lorenzo Tezonco en Iztapalapa, donde se prevé una afluencia de 125 mil visitantes del viernes al domingo.
En una tumba de ese panteón, donde aún se mantiene en pie un hemiciclo abandonado en el que yacen muertos en el sismo de 1985, llegó un grupo de música norteña a cantarle a José de Jesús, quien fue asesinado hace dos años en un asalto.
Eva Maldonado Hernández es su abuela. Sentada en una silla, platica con su esposo que también está ahí representado en una cruz plantada junto a su nieto. El cuerpo fue enterrado en otra parte. La madre del joven, simplemente, repite con una sonrisa en su cara “fue una víctima más de la delincuencia”.
A las 11: 00 de la mañana la abuela, decidió “aquí les rezaremos y recordaremos y a la mejor lloramos un rato…”. Dice que su esposo, previo su muerte “un día me dijo me voy en un mes…” y se fue. Tenía dos arterias del corazón tapadas.
Según el jefe de Operación y Combate a la Impunidad de la Base Cuitláhuac en esa demarcación, Francisco Jerónimo, Iztapalapa cuenta con diez panteones oficiales. Igual en estos tres días se espera una afluencia de alrededor de 350 mil personas. Aparte están, los panteones vecinales.
Con el fin de atender bien a los visitantes de ese panteón se puso en marcha un operativo que alcanzará su máximo número mañana: una tonelada de naranjas, 600 mil litros diarios de agua, dos centros de hidratación, tres módulos médicos y la vigilancia de 120 policías auxiliares que vigilarán en dos turnos; pero también, según el funcionario, participan 480 elementos de diversas áreas de esa alcaldía.
En la entrada principal del panteón se establecieron 90 puestos de flores. La fiesta de los fieles difuntos que hoy festejó a los menores de edad, sacó a flote la “explotación” de que son víctimas una parte importante de los sepultureros.
Es el caso de Gonzalo Gilberto Rodríguez con 35 años de trabajar “por mi cuenta” de sepulturero y “de lo que caiga” en el Panteón Civil de Iztapalapa; el segundo más grande de la capital del país con 210 mil fosas.
“Somos casi 300 a los que no, nos paga el gobierno, apenas hay 20 de base. La base sólo se la dan a sus hijos. Es bueno, porque no, nos manda nadie, sólo hacemos faena de dos horas, cada lunes. Claro, no tenemos prestaciones. Nadie saca la basura del panteón, los mismos visitantes la van aventando a los lados, hasta que pasa el camión. Nadie la saca, ni los que son de base”.
Los visitantes, requieren de sus servicios: limpia de tumba, 160 pesos al mes; viaje de agua, 20 pesos; pintura, 400 pesos; lápidas, 2 mil… Narra que en el panteón, donde las mismas tumbas, yerba y basura han acabado con los pasillos, los robos son frecuentes "todo lo que ve ahora, mañana ya no estará: flores, vasos de veladoras, cruces, juguetes, todo".
Precisamente en este panteón, está la zona de “los rehiletes”. Dónde yacen los niños y niñas. Es el espacio lúdico de este espacio: globos, rehiletes, juguetes, osos de peluche, fotos de personajes infantiles, angelitos sonrientes y frases: “Amaranta Xaviera, dónde estás, te abandonamos aquí pero no te olvidamos: mamá y papá”; “Angelito, estás vivo en mi corazón…”.
Los visitantes, buscan a sus muertos. Van serios y cargados de cosas. Es la fiesta de los “difuntos niños” en los panteones que para el JUD de Centros Comunitarios de Iztapalapa, José Alberto Martínez, cuentan con seguridad y 10 mil bolsitas de agua que se les dará gratis a quien la pida. Presume que ayer entregaron, entre 20 a 50 bolsitas por minuto.
VJCM