El maíz como espacio de lucha y resistencia: Mujeres de la Tierra, Mujeres de la Periferia

Las fundadoras del colectivo huyeron de su comunidad debido a la violencia ejercida por los hombres de su familia, y obtuvieron independencia económica con la cosecha del maíz.

La colectiva fue seleccionada por la AFD para financiar sus proyectos en la comunidad. (Diseño: Karen Sánchez con Fotos: Ariana Pérez)
Yuleni Rodríguez
Ciudad de México /

El colectivo "Mujeres de la Tierra, Mujeres de la Periferia" fue seleccionado por la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) y la Embajada de Francia en México para recibir financiamiento a través del programa Feminist Opportunities Now.

Esta iniciativa, que respalda movimientos feministas en más de 100 países, busca impulsar la autonomía económica de las mujeres, fortalecer sus redes y promover su participación en políticas climáticas. En México, la AFD ha apoyado a más de 45 organizaciones feministas, combatiendo la violencia de género y fomentando la igualdad.

Este reconocimiento destaca el trabajo de un colectivo que nació en la adversidad, pero que se ha convertido en un referente de resistencia y organización para mujeres indígenas desplazadas y sobrevivientes de violencia de género (VBG). 

Fundado el 15 de junio de 2020, en plena pandemia, el colectivo ha transformado sus vidas y las de otras mujeres a través del maíz y la autogestión.

“La violencia no solo en México, sino en toda Latinoamérica, en vez de disminuir, crece”, explica Chío, líder del colectivo.

Durante el confinamiento, muchas mujeres se vieron obligadas a convivir con sus agresores, lo que agravó la desesperación. Ante esta realidad, Chío relata, “vimos una luz y decidimos cambiar nuestras propias realidades”.

El colectivo surgió cuando un grupo de mujeres llegó a Milpa Alta para vender ropa. Allí escucharon historias de mujeres golpeadas, expulsadas o amenazadas, lo que las impulsó a organizarse.

“Llegamos sin nada; había días en los que decíamos: no tengo nada que comer”, recuerda Gris, integrante del colectivo.

Decidieron quedarse en Milpa Alta, retomar las enseñanzas de sus abuelas y madres, y encontrar en el maíz su sustento. Comenzaron a sembrar, preparar tortillas y vender alimentos como tamales, tlacoyos y quesadillas. “El maíz nos salvó desde pequeñas”, afirman.

Para estas mujeres, cocinar y sembrar no es sólo una actividad económica, sino un acto revolucionario. La cocina se ha convertido en un espacio de encuentro, sanación y amor colectivo. A través de talleres y redes de apoyo, también comparten saberes y conocimientos, promoviendo el empoderamiento comunitario.

El colectivo se identifica con el ecofeminismo, defendiendo el territorio y dignificando el trabajo de las mujeres campesinas.

“El campo es pesado, pero entregamos nuestro cuerpo a la agricultura porque es nuestra forma de resistir”, explican.

Gracias a su trabajo, organización y resiliencia, "Mujeres de la Tierra, Mujeres de la Periferia" utilizará el financiamiento para seguir fortaleciendo su red, promoviendo su autonomía económica y llevando su mensaje de resistencia a más mujeres.

“La resistencia y el trabajo colectivo son indispensables para mirar nuestra realidad de otra forma y seguir adelante”, concluyen las integrantes del colectivo.

A través del maíz, el ecofeminismo y su red de apoyo, estas mujeres continúan sembrando esperanza y transformando sus vidas.


ksh


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