Mummenschanz, la oda a la fantasía sobre un escenario

En el Auditorio del Estado de Guanajuato, con motivo del Festival Cervantino, el batallón escénico procedente de Suiza gestó un viaje imaginativo, interactivo y reflexivo; conoce los detalles de su espectáculo.

Uno de los actos de la compañía Mummenschanz | Ariel Ojeda
Ciudad de México /

Tras las tres llamadas que anticipan el inicio del acto, las luces del Auditorio del Estado de Guanajuato se apagan y pronto aparecen dos botargas con forma de manos que, luego de saludarse con camaradería, abren el telón. 

Al verlas, el publicó reacciona con sorpresa y, tal vez, entiende que la hora y media siguiente no va a ser ni infantil - como se corrió la voz previamente - ni cotidiana; lo que viene es una oda a la fantasía a cargo de cinco artistas que en escena parecen decenas. 

Mummenschanz, nombre del batallón suizo responsable de este viaje creativo e imaginativo, llega al Festival Internacional Cervantino para celebrar 50 años de existencia. 

Floriana Frassetto, fundadora y directora - tras la muerte de Andres Bossard en 1992 y el retiro de Bernie Schürch en 2012, componentes del trío original - se acompaña de 4 artistas para llevar a sus espectadores a explorar emociones como las relaciones románticas, el impacto de la tecnología, la cadena alimenticia y, sobre todo, la importancia de nunca dejar soñar.

Todo esto gracias a esas manos abriendo el telón, pero también a un hombre hecho de resortes que poco a poco se desplaza sobre el escenario o a una pareja que con sus rostros de violines tratan de dar notas similares o a un trío de seres que miden en las pantallas la decadencia de su estatus o a un par que van con sus rostros hechos de 'bolsa' - como dice un niño - aludiendo al aire para inflarse y desvanecerse o a una clavija que al enchufarse ilumina todo el lugar.

Foto: Ariel Ojeda
Foto: Ariel Ojeda
Foto: Ariel Ojeda

Mención aparte el acto donde dos estructuras de resortes lanzan una pelota al público que, por la sorpresa, primero piensa en regresarla, pero pronto se da cuenta que hay que pasearla por todo el Teatro, ante la mirada atónita de los trabajadores de seguridad: niños, jóvenes y adultos salen de sus asientos, rigurosamente numerados en los boletos, para, con sus manos, tocar esa esfera que al ir rumbo a las butacas más lejanas genera aplausos, pero con sus retrocesos hacia el escenario provoca un "Buuuuuu" bastante intimidante. ¡Hasta un fotógrafo deja la cámara al lado para empujarla a las filas distantes!

Materiales de plástico, madera e hilo, entre tantos otros, unidos y sostenidos por artistas de camuflaje negro y extremidades flexibles, provocan demasiadas risas y pensamientos sobre lo mucho que se hace con expresiones tan sencillas y lo vital que es volver a jugar y alejarse de la solemnidad a cualquier edad.

Foco también en la idea conciliatoria de uno de sus actos finales, entendiendo el contexto de las guerras actuales: un par de seres de rostros diversos, uno hegemónicamente atractivo y otro contrario a eso que, al querer equipararse y ser cada uno más que el otro, terminan envueltos en la misma miseria. No hay felicidad en la lucha.

Y por último, un destello provocado por unas mantas plateadas recibiendo la luz de los reflectores que de inmediato descubren los rostros del quinteto que se volvió inolvidable en la noche guanajuatense. Y al frente de todos, con el ramillete cervantino en las manos, la mente escénica, la madre de transmitir emociones partiendo de lo silenteFloriana Frassetto. ¡APLAUSOS!

Foto: Ariel Ojeda
Foto: Ariel Ojeda
Foto: Ariel Ojeda

hc

  • Yair Hernández
  • juan.hernandez@milenio.com
  • Es periodista especializado en temas de cultura y entretenimiento. Actualmente trabaja como reportero para Milenio.

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