“Tu amigo y tu abogado te despide. Ahora entrarás al gran mar con tu querido Borges. Que en paz descanses, María", escribió Fernando Soto, abogado de María Kodama, quien así confirmó el lamentable fallecimiento en Buenos Aires de la escritora argentina a los 86 años de edad.
Kodama, viuda de Jorge Luis Borges, fue escritora, traductora y profesora de Letras. Compartió con él la compilación y la traducción de los textos de Breve antología anglosajona, la escritura de Atlas, la traducción de La alucinación de Gylfi, de Snorri Sturluson, y la de El libro de la almohada, de Sei Shonagon, el que además prologó.
“Lamentamos el sensible fallecimiento de la escritora argentina María Kodama y nos unimos a la pena de su familia, sus amistades y sus lectores. Descanse en paz”, comunicó la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en sus redes sociales.
Según reportes de medios argentinos, la muerte de María Kodama fue consecuencia de un cáncer de mama que le había sido detectado.
La escritora presidió la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, que creó en 1988, y dirigió las revistas literarias Prisma y Proa, de publicación semestral. Era invitada permanentemente por universidades e instituciones culturales de Occidente y Oriente, recorrió el mundo brindando conferencias sobre Borges y su obra.
En una entrevista con MILENIO, publicada el 19 de agosto de 2012, se le preguntó a la escritora.
¿Ahora, hay algo que la haga feliz?
Estar a la orilla del mar. Algo que me provocó mucha felicidad fue ver el amanecer de un nuevo siglo en una carpa del desierto en los Montes Atlas. Disfruto viajar y reencontrar a mis amigos en cada viaje. Borges adoraba a su abuela y él un día me dijo que yo era como ella. "Ah, qué maravilla, ¿por qué, Borges?" Él contestó que no había conocido a nadie como ella que tuviera la conexión lúdica que yo tenía con la vida. Eso fue una cosa maravillosa. Así que, evidentemente, no sé, debo ser feliz y transmito esa sensación.
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¿En algún momento dudó dedicar su vida a Borges y no a sus propios intereses?
Las cosas se dan. Me crié con reglas de otra época, de otro país, gracias a mi padre, que era una persona mayor y que creció en el Japón. Los códigos y las reglas son diferentes. No es que yo haya dejado de lado algo, que es lo que a veces me decían mis amigos o mis profesores, como una, que me ofrecía hacer una carrera en la universidad y me aseguraba que él (Borges) era egoísta y que acabaría con mi vida. Pero Borges fue mi elección. Yo nunca pienso “quiero esto o aquello”. Si las cosas tienen que ser para mí, llegarán, y si no lo son, no tengo por qué sufrir. Entonces, qué sucedió: yo escribía y Borges quería hacer el prólogo de mi libro, pero yo no lo deseaba porque conocía esos prólogos. Él me decía que para mí era distinto pero no lo acepté. Cuando Borges murió, con mi depresión y los ataques tampoco eran momentos para escribir. Ahora editarán en Penguin unas conferencias que di en inglés sobre Borges y la experiencia mística. Luego, en la medida en que en el caos de mi casa aparezcan los cuentos, los iré publicando, y quizá ahora sí los publique, porque cambié, soy una persona distinta..
En 2016 publicó Homenaje a Borges y en 2017, Relatos, ambos por Sudamericana. Su aporte a la difusión del universo borgiano ha sido reconocido con innumerables distinciones.
Hace unos meses, la escritora lanzó su último libro:
La divisa punzó, una historia del caudillo Juan Manuel de Rosas que escribió a cuatro manos junto con Claudia Farías Gómez.
jk