Hace unos 72 millones de años, lo que hoy conocemos como Coahuila era parte del fondo marino, cuando había un solo continente, por eso en buena parte de su territorio se pueden encontrar hasta fósiles de caracol. Sin embargo, luego se convirtió en un gran desierto, donde se han encontrado huesos de dinosaurios, y también una gran biodiversidad que busca protegerse y, en especial, darse a conocer entre los coahuilenses.
Ese es uno de los objetivos del Museo del Desierto, que el próximo 25 de noviembre llega a sus primeros 20 años de existencia, consolidado no solo como uno de los más interesantes en el norte del país, sino además en una especie de centro de investigación paleontológica, en palabras de Gabriela García, asistente de Divulgación Científica y Proyectos del recinto.
“Mucha gente se sorprende de saber que se encuentre un fósil de caracol en el desierto, pero hace millones de años era un fondo marino. Por eso el museo también busca mostrar todo el acervo biológico y cultural, tanto presente como pasado, de nuestro ecosistema, a fin de que la gente le tenga un aprecio diferente, porque tenemos la idea errónea de que un desierto es algo vacío, inerte, sin vida… y es todo lo contrario”.
El Museo del Desierto apuesta por consolidarse como un recinto de historia natural, uno de los más importantes en el norte del país, ya que es el único que habla de un ecosistema, que es el desierto chihuahuense: un ecosistema que abarca Chihuahua, Coahuila, Nuevo León e, incluso, parte del desierto de Puebla y Oaxaca”, en palabras de la investigadora.
“Dado que es el ecosistema que predomina en el área, es importante que la gente sepa cuáles son sus recursos, cómo los puede aprovechar y cuidar. Esa es la temática con la que inicia el museo y claro que también nos dedicamos a la investigación paleontológica, somos de los museos con el mayor número de investigaciones, tanto a nivel nacional como internacional, pero también tenemos importante información sobre cactáceas, muchas de ellas en peligro de extinción”.
Rincón Colorado
Una de las características del Museo del Desierto es que, además de ofrecer las réplicas de los dinosaurios, cuenta con un laboratorio en el que se llevan a cabo diferentes trabajos de investigación y catalogación.
Coahuila se ha convertido en una de las regiones donde más se ha trabajado en el ámbito paleontológico, tan solo por el hecho de que en 1910 se descubrieron en ese estado los primeros vestigios de dinosaurio en nuestro país. Actualmente la colección paleontológica es de alrededor de tres mil piezas.
En el estado se localiza la primera zona paleontológica existente en el país: Rincón Colorado, espacio que se concibe como un recorrido por 72 millones de años en la historia del planeta.
En este lugar se ha descubierto una gran concentración de restos de dinosaurios herbívoros, llamados hadrosaurios. Además se pueden apreciar elementos geológicos del cretácico, el último periodo de la era mesozoica.
Canadá, China, Argentina y Mongolia son los territorios donde se ha encontrado el mayor número de dinosaurios y donde más se ha documentado la existencia de especies que no se conocían, de las que en México se han registrado ocho.
Se cuenta con un área a la que le denominan Desierto Viviente, “porque allí tenemos bajo resguardo fauna que nos traen de decomisos para darle un seguimiento y un cuidado. Posteriormente evaluamos su liberación en vida silvestre en un lugar adecuado”, a decir de Gabriela García.
El Museo del Desierto, ubicado en Saltillo, Coahuila, se encuentra entre los más visitados en esa región, recibe alrededor de 350 mil personas al año.
Especies vivas
En Desierto Viviente se conservan especies prioritarias del desierto chihuahuense; cuentan con alrededor de 50 especies vivas.
Oso negro
El oso negro americano es uno de los animales que más reciben, por lo general lastimados, sobre todo porque bajan a áreas urbanas en busca de comida.
Lobo mexicano
El recinto forma parte de un programa binacional para la reproducción del lobo gris mexicano, una especie en peligro de extinción.
Borrego Cimarrón
El borrego cimarrón es otra de las especies protegida, con algunos ejemplares que son traídos del Estado de México.