Estoy frente a Darth Vader y no tengo miedo. Aunque impone. Lo miro fijamente a través de una vitrina que nos separa. Él, inamovible e indiferente. Yo, recorro con la mirada cada detalle de su negrísimo traje: ese inconfundible casco cónico que no permite verlo directamente a los ojos y que parece dentado cual felino, y la indumentaria de soldado sith con su larga capa que, en las películas, nunca le complica caminar.
Estoy frente al gran villano de Star Wars – digo esto con el debido respeto a Jabba el Hutt –. Volteo a otra vitrina y lo vuelvo a encontrar. En el piso superior, también. ¡Hay más de 100 Vaders! Por fortuna, no miden más de un metro, y los jedi se cuentan igual. El lugar que los acoge es el Museo Estelar, el mayor acervo de la saga galáctica en Latinoamérica, ubicado a menos de cien pasos del Metrobús Ciudad de los Deportes.
¡Más de 7 mil 500 piezas!
Una placa metálica sobre un portón negro indica que es el lugar correcto: el 519 de la calle Santa Margarita, en la colonia Insurgentes San Borja. A dos cuadras del Parque Hundido. ‘Museo Estelar’, dice. Tras tocar el timbre, diez segundo pasan para que el guardia abra la puerta.
César, director del museo, da la bienvenida. También aparece Kabir, gerente, encargado de los recorridos y coleccionista experimentado. Las presentaciones suceden en el patio, antesala del lobby donde de inmediato ocurre el encuentro con cientos de figuras de Star Wars.
"Tenemos más de 7 mil 500 piezas", revela Kabir en la primera sección del museo. Ahí, tres vitrinas - dos laterales que pegan con las paredes y una central que divide la sala - muestran la convivencia de figuras que datan de los años setenta, ochenta y noventa.
El numeroso acervo hace del recinto un referente global. Kabir dice que está en el top 5 de las colecciones de Star Wars más grandes del mundo. Por eso, contando a César y a él, cinco personas se hacen cargo. El dueño de todo esto es un "coleccionista anónimo", lo que dota a la casona, de dos pisos, de misterio y misticismo. '¿Quién será?', pienso. Una duda que no podré contestar.
El gerente del Museo Estelar comenta que, entre sus visitantes, se presumen actores de doblaje y el experto musical Arturo López Gavito, quien "es muy fan". Las visitas, sin costo, son de miércoles a sábado, de 10 de la mañana a 6 de la tarde, y los domingos de mediodía a 5 pm.
"Desde que empezó la nueva trilogía, le dio un segundo aire a la franquicia", señala Kabir, aludiendo a los episodios VII, VIII y IX, que estuvieron a cargo de Disney con los directores J.J. Abrams y Rian Johnson. Aunque ni a él ni a mí nos gustaron. Coincidimos en que se notó la ausencia de George Lucas, creador del universo galáctico, al mando.
La fascinación de Kabir por Star Wars comenzó en los 90, cuando relanzaron la primera trilogía. La historia de Luke Skywalker. "Todas las he visto, pero no todas me gustan. Las nuevas las vi hace poco… Se nota que quién las hizo no sabe bien, es muy comercial. No sé si sea culpa de Disney, pero se nota cuando alguien lo hace por el dinero".
Aclara que, de las series que expanden el universo creado por Lucas, "Andor me gustó, también la de Boba Fett y la de The Mandalorian".
— ¿Por qué crees que la saga sigue vigente, trascendiendo generaciones?
— Es atemporal. Le puede gustar a alguien de 5 años como a alguien de 80. Lo que decía uno de los actores de voz es que las películas toman 10 años para que la gente las aprecie, y es cierto: me acuerdo cuando salió el episodio I y a mucha gente no le gustó, pero tiempo después es de las más queridas de la gente.
Su zona favorita del museo es la de las réplicas, donde llaman mi atención varios sables de luz. También hay naves, como el hermoso Halcón Milenario, donde todos los gustosos de la saga quisimos viajar al lado de Chewbacca y Han Solo, y cascos, con sus respectivos señalamientos de autenticidad.
"Éste es un espacio para que la gente vea. Los que son ajenos a las colecciones, piensan que son nada más juguetes, pero no", suelta Kabir.
Comenta que lo más complejo de custodiar una colección así es la limpieza y "que no les dé el sol". De la asistencia, se jacta de que todo el año llega gente. Y así lo compruebo: minutos después de llegar al Museo Estelar, el timbre suena dos veces.
Quiero saber más del coleccionista anónimo y Kabir confiesa que no lo conoce en persona, pero, por lo que suma al museo, se puede definir como un "completista", es decir, alguien que "le gusta de todo".
— ¿Cuál es la pieza más rara?
— Podría ser el casco de Vader rosa, que fue para una campaña contra el cáncer.
Tras recorrer el segundo piso de la casona, donde la mirada no se da abasto ante la multitud de piezas, y los posters de las películas enmarcados, el gerente del lugar me dice que se siente feliz cuando ve que niños acuden a conocer a los héroes y villanos galácticos. Prueba de la vigencia que tiene la saga. "La mejor publicidad es de boca en boca", suelta.
"Todos conocen por lo menos un personaje. Así no les guste, aunque sea de vista", agrega Kabir. Luego, me muestra el casco rosa de Vader. Al verlo, aún impone, pero lo siento más amigable.
hc