La prohibición del heavy metal

Perdida en los 80, novela de ciencia ficción de Pedro Gardner, depara un viaje a la España heavymetalera, con todo y las salas de conciertos, las broncas y los hits de glam metal que no paraban de sonar.

Foto: Especial
Israel Morales
Monterrey /

El tema de esta obra del autor español Pedro Gardner es más que elocuente desde el título: Perdida en los 80. Y es que de pronto despertar en una década donde el heavy metal desplegó todo su arsenal puede ser el sueño para los ochenteros de estos tiempos, porque se trataría de vivir esa música en su estado puro y natural. Pero esta obra no se ubica en el presente, sino en el futuro, en el año 2052.

En Madrid, España, ya quedaron atrás aquellas épocas de libertad, y la cultura está censurada, lo cual lleva a los ciudadanos a obedecer, si no lo hacen, las consecuencias pueden ser fatales. Y por supuesto la música, en especial el heavy metal, son parte de la prohibición.

En este escenario aparece Janet, la protagonista de esta obra, quien a través de su espíritu de rebeldía evade ese autoritarismo, dándose sus habilidades para no ser descubierta, al igual que otros jóvenes que disfrutan de esta afición.

Janet es una fan consumada del llamado glam metal de los años 80, y la España heavymetalera ya quedó atrás, pero de la que quedan grandes recuerdos: “–Oye, ¿no es en Leganés donde hay una calle dedicada a AC/DC?

“–Había. La quitaron hace unos años porque se hacía muy confuso para algunos, ya que decían que no sabían lo que era. Hace cuarenta años hubiera sido diferente porque todo el mundo sabía qué era eso de AC/DC, pero hoy en día… –negó con la cabeza–. Seguramente fuera una excusa, a saber, pero es una lástima”.

Esta música ha sobrevivido de manera clandestina, pese a todo, con quienes venden discos de vinilo: el disco Dr. Feelgood, de Mötley Crüe, lo adquiere la protagonista como una joya preciada:

“Aquella tarde, Janet se acercó a una tienda que habituaba ir, donde aún vendían algunos discos remasterizados y, de vez en cuando traían, con alevosía, algo de rock. Cuál fue su sorpresa al preguntarle al dependiente, un amigo de su padre de toda la vida, por el Dr. Feelgood de Mötley Crüe que tantísimo tiempo llevaba esperando. Era unareedición del vinilo original, traído de Estados Unidos. El dependiente esperó a que la tienda se vaciara para llevarla a un pequeño almacén y enseñárselo en un rincón, de una forma similar a como antiguamente se trapicheaba con droga, pero vivían tiempos locos en los que no quedaba otro remedio.
“–¡Es increíble! – alucinó Janet mientras sujetaba y observaba la carpeta en alto.
“–Menuda joya, ¿eh? Había fanáticos de Mötley Crüe que se lo tatuaban –le contestó, señalando la portada. En el cartón aparecía una serpiente abrazada a una espada con alas y una calavera en la parte superior.
“Después de hacerle una oferta por ser la clienta estrella, además de la hija de un amigo suyo, Janet fue a casa y lo puso en el tocadiscos”.

La censura está en todos lados, no se permiten los conciertos. Conoce a una banda que realiza covers de Twisted Sister o Whitesnake, los Bad Boys, quienes hacen un miniconcierto al que acude Janet junto con su amiga Roxy. Y sí, ambos nombres aluden a la banda Vixen, que era la favorita de los padres de ambas amigas rockeras. Como Janet Gardner (vocalista) y Roxy Petrucci (baterista), componentes originales de este grupo norteamericano. Así se describe en un capítulo de la novela:

“Después de la cena se dio cuenta de que hacía mucho tiempo de que no escuchaba uno con el que nació bajo el brazo: el primero de Vixen. Su padre era fanático del grupo, al igual que Carlos, el padre de Roxy. ¡De ahí que se llamaran de tal manera las dos amigas! Y es que Janet Gardner y Roxy Petrucci fueron las componentes originales del grupo de hard rock a finales de los ochenta y principios de los noventa. Janet Gardner fue la cantante y Roxy Petrucci la batería de Vixen, ya que el cuarteto estaba formado por cuatro féminas que lucharon durante casi toda la década para hacerse un hueco en la industria y, desgraciadamente, fueron rechazadas durante años, precisamente por ser mujeres”.

Pero una noche después de disfrutar a escondidas de una sesión de rock, ambas chicas despiertan en el año 1981, en Madrid, por lo que ese sueño de vivir esa década se vuelve realidad. Pero qué se puede aprender de los 80 para afrontar su tiempo, que es el año 2052.

En esta novela de ciencia ficción, Pedro Garnder aborda el *heavy metal desde la perspectiva nostálgica, de amor, y cómo se ha convertido en un vínculo generacional. Narrada de manera sencilla y que atrapa desde luego por un tema pocas veces abordado en la ficción, en este caso el hard rock de los 80. Las grandes salas de conciertos, las broncas entre bandos rockeros, el discurso del hard rock que se sentía en cada poro de la piel, el romanticismo de una era en que las canciones iban con temas del amor al odio, por supuesto los hits de ese momento, entre demás parafernalia heavy, se lee en esta obra considerada de culto.

Hay que destacar que los títulos de los capítulos llevan nombres de canciones famosas del hair rock como “Livin’ on a prayer”, de Bon Jovi; “Heaven’s on fire”, de KISS; “I won’t forget you”, de Poison; “Now you’re gone”, de Whitesnake; “Cryin’”, de Vixen, entre otros, y bueno, el último capítulo se llama “The final countdown”, en alusión el tema de Europe.A Perdida en los 80 le siguen Perdida en California y Perdido en los 80, la saga rockera de Pedro Gardner.

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