El metal pesado no se detuvo ante la pandemia y las propuestas de discos imperaron en todas sus vertientes. Aquí este conteo hecho por La Oveja Negra, que arrancamos con esta primera parte del 20 al 11.
El 20 se lo ganó Weedsnake, de CdMx, con su disco Cannabinoide (Concreto), muestra del stoner sludge doom en su versión tóxica y visceral. Hay que prestar oídos a sus cortes influenciados por los riffs más desbordados y alucinantes. Ejemplos: “Homocannabilis” y “Hierba de bruja”, para que este reptil no los suelte por un largo rato.
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Siempre procuro poner compilaciones que deja el año. El 19 lo ocupa Timeless evil pride (Abyssmo), que es una muestra poderosa de cómo se han movido por el subterráneo nacional bandas como Ripping Flesh, Supplicium, Agony Lords, Doomortalis o The Dweller, más una larga lista, por supuesto, hechas en Irapuato, Guanajuato, una de las escenas más fructíferas del death extremo.
PI merece un lugar, el 18, porque se arriesga a borrar fronteras musicales en fondo y forma. Músicos de México, Argentina y Francia logran este disco instrumental de jazz y metal facturado con todo su arsenal creativo. Transmutation circles (Concreto) abre las capas de sonidos a pasajes oníricos y potentes, para los escuchas que quieren el plus en el rock pesado.
Diarreha Crónica vomitó su Contagiouscorruption (American Line Prods), que se enmarca en el lugar 17, con historias basadas en hechos reales para grindcorear a gusto, en rolas como “Deviated instict”, “Obediencia, sumisión y miel” o su casi himno “Grindcore is not fashion”. Ellos son Milton Cardoso en gritos y protestas, Édgar Centeno en las tamboras y Soren Rodama en guitarras nacoides, bajo y tantrums.
En el 16 el horror no cesa y la vieja escuela del death es su guía para que Cathartic lance su Ceremonial resurrection (Concreto) en cuatro canciones y dos bonus tracks. A destacar el arte del disco que ambienta muy bien las crudas y descomunales intenciones. Brutalidad pura en “The crypt is hidden forever”, “Slowly rotting” o “Bringer of hate”.
El sitio 15 es para el disco Mercyful (Mexican Steel), de Nuclear Black, trío de Zumpango, Estado de México, que matiza con speed black sus ataques de blasfemias, y así se escucha en “Devilish”, “Ave satani”, “Nightmare”, “Chained” o “Change my evil”. Los protagonistas son los aguerridos: Zabak(guitarra y voz), Pollo (batería) y Edwing (bajo y voz).
Llegamos al 14 con Inheritor (Concreto), a cargo de Indepth, de Aguascalientes, que asume que el death metal y el progresivo pueden convivir con grandes resultados. Esa manufactura de giros elocuentes luce en “Contradictions”, “Inheritor”, “Ghost” y “Sirius-Eye in the sky”, más bonus remasterizados, “Memories”, “Predestined” y “Dead”. Dejan con ganas de más.
El 13 es para el disco Entropy (Concreto) de los tapatíos Shemhamforash, que se definen como “blackened death metal con base sinfónica infestado de majestuosidad y fiereza”. Los temas abundan en la antropología: se proclaman tronos, evocan dioses, y la base musical capta la esencia de una lírica elaborada y profunda.
Aetherevm muestra La belleza del caos, en su debut discográfico. Y es que el sello Concreto Records, de Veracruz, siempre arriesga con buen tino al ofrecer óperas primas de bandas. Y esta no es la excepción. En los últimos años la melancolía se ha impregnado en las propuestas del death metal para que el viaje sea largo y laberíntico con las emociones. Esta bandera la defiende muy bien esta agrupación de Guadalajara, que con este disco se enlista en el 12.
El trabajo de Mexican Steel destaca al buscar discos que merecen un lugar en la historia del metal nacional y lo que hace con Reptil, leyenda de Nogales, Sonora, es extraordinario, con un cuadernillo que evoca parte de su trayectoria y sobre todo su grandeza musical. El puesto 11 es para Recuperando las memorias perdidas, que incluye los demos Basta ya! y Vive hasta el final. Porque el rock es así, no hay que rendirse jamás.