Lo que un día fue novedad en tecnología con el tiempo termina en deshecho, aunque también puede convertirse en pieza de museo. Es el caso de una grabadora que voló tan alto que ahora se preserva en el Museo Nacional del Aire y el Espacio del Instituto Smithsoniano de Washington.
Promovida a fines de los sesenta como la grabadora de casete más pequeña del mercado, la Sopny TC-50 fue utilizada por los astronautas desde la misión del Apolo 7. La Apollo 11, primera nave en llegar a la Luna el 16 de julio de 1969, también fue equipada con este modelo. Su función: facilitar a los astronautas tomar notas de su viaje sin tener que recurrir a pluma y papel.
Aquí entra en escena Mickey Kapp, fallecido el 11 de junio pasado a los 88 años. En la década de los 60 trabajaba en Kapp Records, compañía fundada por su padre, que entre sus logros está la grabación de “Hello Dolly”, superéxito de Louis Armstrong.
Kapp tuvo la idea de aprovechar que los astronautas llevaban grabadoras para dictar notas, pues en las cintas, recordaba el productor en una entrevista publicada en diciembre del año pasado en la revista Vanity Fair, “podían poner música cuando iban hacia arriba y más tarde grabar sus notas encima de ellas, pues ¿a quién le iba a importar? Así que yo programaba su música”.
El contacto
Kapp entabló relación con astronautas gracias a que grabó una rutina del comediante Bill Dana, quien encarnaba a José Jiménez, un chicano que es elegido para ser el primer hombre que viajará a la Luna.
Kapp mandó copias de la grabación al Proyecto Mercury –que precedió a la Misión Apolo–, pero nunca obtuvo respuesta. Sin embargo, leyó en la revista Life que los astronautas Walter Schirra y Alan Shepard celebraban los chistes de Jiménez.
Pronto se entabló una relación entre los astronautas, el comediante y el productor. Kapp sugirió que los casetes que llevaban en sus viajes podrían contener música.
En la entrevista para Vanity Fair el Mickey Kapp recordaba que les preguntó a Neil Armstrong, Michael Collins y Buzz Aldrin cuáles eran sus canciones favoritas. Obtuvo los permisos correspondientes de cada una de ellas, aunque las grabaciones solo se utilizarían en el viaje.
La selección se decantaba sobre todo por canciones pop, éxitos del hit parade, como “Galveston”, “People”, “Three O’Clock in the Morning” y “Angel of the Morning” interpretadas por Glen Campbell, Barbra Streisand, Lou Rawls y Bettye Swann, respectivamente, como el rock de Blood, Sweat & Tears o el jazz de la cantante Peggy Lee.
Aldrin eligió el disco Music Out of the Moon, grabado por Les Baxter y su orquesta. El álbum tiene como invitado a Samuel J. Hoffman en el theremín, un instrumento que produce sonido en respuesta al calor y las vibraciones de las manos, produciendo un efecto... digamos, lunático (se usaría mucho en películas de ciencia ficción).
Durante la travesía, Aldrin pidió escuchar el disco que, con su ambiente de misterio, se volvería un acertado soundtrack para un viaje que hacía historia.
Al escuchar la música, Michael Collins comentó: “A nosotros nos suena un poco chirriante, pero al zar le gusta”, dijo con humor en referencia al piloto de la nave que llegó a la Luna.
El productor
Mickey Kapp concibió la idea de editar casetes con música del gusto de los tres astronautas.
La grabadora
Se eligió la Sony TC-50 por un balance óptimo de compacidad, calidad de grabación y confiabilidad.
El disco
La música de Harry Revel, grabada por la orquesta de Les Baxter, tiene toques de misterio y futurismo.