Para producir un disco que aún no tiene nombre y que dedicará al músico y compositor Manuel Ceja, el cantante, escritor y multiinstrumentista Arturo Meza visitó Torreón donde de la mano del músico Raúl Jáquez, se concentró en los sonidos norteños y las letras que cantan al dolor.
Poco antes de presentar uno de sus libros en El Astillero, Meza accedió a la entrevista para Milenio y aseguró estar grabando un álbum dedicado al maestro que en la infancia le ofreció su primer instrucción musical.
“El verdadero motivo es que estamos grabando un disco de mi maestro de música, el maestro de guitarra de mi infancia. Recientemente nos reencontramos en mi pueblo Tocumbo, en Michoacán, y tenía 50 años sin verlo".
"Está en muy mal estado de salud, es invidente, está solo, entonces se me ocurre hacerle un homenaje porque sé que componía, cuando tocaba con él, cantábamos sus canciones, canciones muy viejas que nunca grabó, y se me ocurre hacer un disco para sacar fondos para una operación que requiere y bueno, le conté la historia a Raúl (Jáquez) y me apoya porque mi maestro hace música con mucha influencia del norte, música norteña, bolero, polkas y canción ranchera y a esto he venido".
Aún sin nombre, la producción avanza en un tono donde el canto es una constante pérdida. Y Arturo Meza rememora la historia del hombre, llena de desafíos que luego plasma en sus letras.
“El disco aún no tiene nombre. Él tuvo una historia muy fuerte, basta decir que accidentalmente mató a su suegro, porque el señor lo fue a enfrentar porque no quería que anduviera con su hija, y la compañera de mi maestro ya estaba embarazada".
"En esa discusión el señor lo agrede, él lo empuja y cae y pierde la vida. Tuvo que dejar a su mujer a su hijo sin conocerlo y comienza un viacrucis. Entonces su música es un blues, hay mucho dolor. Tiene una canción que se llama ‘En mi jardín ya no hay flores’ y es eso, es muy desolada su vida y su música es así".
“Yo creo que de alguna manera me ha influido a mí porque yo estaba chiquito, de 12 años y acompaña sus canciones, él tocaba su acordeón, yo la guitarra y un albañil tocaba el guitarrón, y teníamos un trío de música norteña. Yo escuchaba esas canciones y aprendí a tocar la guitarra y de alguna manera influyó el blues de él, ese mundo desolado, de alguien que padeció el dolor, y que cargó con él, pero ahorita estoy ayudándolo a exorcizarlo, a eliminarlo".
Difícil de etiquetar porque ha transitado por casi todos los géneros, Meza infundió vida dentro de la música mexicana. Con 35 discos grabados y múltiples presentaciones, ahora su producción, asevera, se ha vuelto intimista.
Su música se caracteriza por tener un alto contenido social, espiritual y político. ¿Cómo resumir su trayectoria y cómo percibir a la política mexicana dentro de ella?
¿Por dónde el agarro a esto? Mi música es multigénero, muchas personas han querido encasillarla, meterla en géneros para suavizar o clasificar, tener controlado al personaje y yo tengo cerca de 35 discos y la verdad es que todos son diferentes entre sí. Y claro, por supuesto que me interesa mucho la honestidad, crecí en un ambiente donde quería ser consecuente con mis ideas y no podía yo… bueno, es tan largo el asunto pero simplificando todo porque la verdad yo…
Hay tiempo…
Bueno, inicialmente a mí me gustaba escribir y descubro muchas cosas, y la influencia paterna, de mis abuelos, me lleva a ser una persona sincera en la expresión.
Desde chico nunca quise tener una, ¿cómo aplicar?... engañarme. Por ejemplo cuando me fui a México muchos músicos querían ser famosos, venderse y formar parte de una empresa y mi alma me decía que no era por ahí.
A los 12 años cuando supe que mi hermana mayor regresaba de México después de la masacre del 68, mi papá estaba furioso, mi papá es médico de la UNAM, entonces estaba muy indignado con el gobierno en ese momento.
Las largas pláticas de mis padres, yo era un niño pero bueno, un adolescentillo, y mi hermana mayor entró a ese cuestionamiento llevando a la mesa familiar la plática de cómo se desarrolló el ejercicio del gobierno, entonces yo crecí con eso, no con un resentimiento hacia el sistema sino con la lucha social.
Me di cuenta de que había dos entidades, una que quería someterte en base a sus intereses económicos, y otra que quería la libertad del ser humano. Opté por una y obvio, sé cuál es.
Mi música se inclina hacia ese lado y en su tiempo hice canciones que como me ha dicho el público, decían cosas que muchos callaban porque les daba miedo.
Para mí era muy cómodo decirlo, no tenía bronca porque en Michoacán somos muy claridosos. ‘70 centavos para un compa’ fue un disco socialmente muy fuerte, ‘La balada de Galaver’, el mismo título es fuerte y hay en él canciones muy agudas.
Y yo realmente descanso cuando se da el levantamiento zapatista, a partir de ese momento es cuando siento que he cumplido con el prólogo y a partir de ahí me pongo a hacer cosas que según yo, me incumben más como ‘A la siniestra del padre’ y canciones que tiene que ver con el asunto eclesiástico y otras instituciones que lastiman mucho a la raza humana, y hay canciones como ‘Al borde del abismo’ y ‘Relojes celestes’ donde pongo en tela de juicio el asunto religioso, y lo llevo a mi literatura, posteriormente.
Su música ha sido vehículo para que la gente reconsidere su forma de vida y lo que pasa en el contexto social. ¿Cómo aprovechar los géneros? Porque ciertamente podríamos pensar que del folk o la trova, pasa al rock progresivo y desde ahí comunica
Lo que yo he visto y he vivido es que cada canción me exige una vestidura. Si por ejemplo musicalizo a Sor Juana Inés de la Cruz, haré una música que tendrá que ver con el texto, y si hago un tema de François Villon será otra música.
Yo creo que hay géneros que sí se pueden casar, unir con armonía. El rock progresivo te invita a otro tipo de poética, quizá en un tema punk no puedes hablar de amores y caricias, de ternura, entonces yo me abrazo de los géneros sin miedo, según el texto que tenga.
Tengo una canción que se llama ‘To you’ que es un tema tipo The Clash, yo sin conocerlos, y me dijeron que se parecía, pero así me sonaba. El trato es una canción muy narrativa, un cuento, y necesitaba una música que narrara un "loop" y mis amigos me dicen que se parece a tal cosa, ellos se encargan de parecerlo a algo y a mí no me preocupa si se parece a grupos que ya han tocado eso, únicamente quiero transmitir algo.
Mientras conversa, en versión cumbia lagunera comienza a tomar poder una la canción de Juanga, ‘Te lo pido por favor’, se trata del sello distintivo de una de las agrupaciones más exitosas de Torreón, Chicos de Barrio.
Meza sonríe y dice que esa música lo invita a la risa, a hacer parodia y llevar a Molière al oído contemporáneo.
Con una producción más íntima, los movimientos sociales han quedado rebasados ante el egoísmo manifiesto y Arturo Meza apuntó ha debido retraerse, buscar en su interior, pues lo que pasa en México y en el mundo le produce náusea.
Yo estoy muy decepcionado del ser humano a tal grado de que ya ni me interesa tanto el mundo. He dejado de comprometerme e incluso me he estado desapegando de la familia y gente que ya ni veo porque no viene al caso.
Quiero gastar mi última energía viendo un lago o comiendo una manzana y que si la he sembrado yo, mejor. No pedirle nada a nadie ni recibir nada de nadie, es un poco lo que estoy viviendo porque siento que el ser humano escasamente asume valores universales, elementos que le permitan evolucionar.
Sé que en este infierno que actualmente está viviendo la humanidad hay mucha dispersión, mucha degradación, pero siempre la ha habido, siempre ha sido así el ser humano, entonces no puedes confiar en él, no puedes confiar en un ente de mentira, que es ruin, criminal, engañoso.
En ese contexto de espacio al discurso del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, movimiento que le permitió asumir otro concepto musical.
Aún creo en ellos, pero cuando vi el levantamiento zapatista, aún hay mucho desprestigio para con ellos, había allí un dejo de principios rectores universales, ser hombres de palabra, eso se me hizo impresionantemente hermoso porque esa quería que fuera mi esencia, ser verdaderos.
Mi trabajo es la palabra con la acción, que por tus obras seas reconocido como decía el otro zapatista llamado Jesucristo, entonces ahí tuve un poco de esperanza pero la reacción mexicana se vino abajo, siempre controlada, muy débil, su psique fue controlada y a la fecha la sociedad civil anda dando patadas de ahogado poniendo sus expectativas en otra persona y así se la llevan.
Hay de pronto brotes que a mí me entusiasman mucho y sé que el camino es muy largo. El ser humano sí ha hecho posible que los pollos crezcan rápidamente para venderlos pero hay un ritmo natural que no puedes alterar, entonces se me hace sumamente mediocre la humanidad y me pregunto si deberíamos dejar el espacio para las otras especies que sí saben cuidar su mundo.
Estoy en eso. Ya no creo ni quiero pregonar nada en aras del ser humano, por mí se puede ir a la mierda en este momento o mañana. Y estoy de acuerdo con los terremotos o los maremotos porque el ser humano no lo merece.
Es paradójico porque su canto le dio mucha posibilidad de vislumbrar esperanza a los jóvenes.
Así es, y el llevar a cabo proyectos, pero en muchas pláticas he dicho eso, todo nuestro movimiento es en aras de la espiritualidad, pero no lo alcanzamos a ver.
Todos podemos hacer una labor bella, por ejemplo, un maestro de matemáticas que puede dar su clase y tomarse un día para llevar tortas, fruta o pedir que lleven para repartir entre las personas que las necesiten. Sumando de manera diferente.
Todos mis años fueron para alimentar proyectos pero nunca pude hacer una cooperativa musical con mis amigos y me di cuenta de que el egoísmo es muy grande y la envidia terrible y ahora estoy cansado, fatigado.
Pero claro, hice obra, más de 20 libros, discos, hago pintura y ahorita estoy haciendo medicina, pero ya no pongo mis expectativas en ningún movimiento social.
Me siento dichoso de haber estado aquí y de irme, creo que he cumplido con mi deber ante mí mismo, me reviso como un niño, lo que quería hacer, y lo hice honradamente y ahí quedó, porque no tuve la plataforma de estar en el Universal Music.
Trabajé en las condiciones de un México jodido y llevé mi música pueblo con pueblo, uno por uno.
Todos los que fueron a mis conciertos tienen mi autógrafo, me tomé fotos hasta con el perico, con el perro, la abuelita, con los que ni siquiera han oído mi música porque yo quería acercar mi alma al alma de ellos, hacerla una sola, y ahora me lo agradecen muchos, pero cómo decirte, me lo agradecen, me lo aplauden, pero siguen siendo una mierda: van a sus casas y le pegan al hijo, engañan a la esposa, toda es una farsa.
Me dicen maestro y ni fui a la escuela o voy a reprobar a todos, empezando por mí.