Naief Yehya (Ciudad de México, 1963) es ingeniero, narrador, un poco cyborg, "pornógrafo" y ahora le entra a los hongos con un nuevo libro en el que hace un recorrido por su historia e importancia; asegura que pudieron ser responsables, por lo menos en parte, de la expansión de la mente, el desarrollo de la cultura, la tecnología y las religiones.
El escritor, quien vive en Nueva York desde hace 30 años, habla en exclusiva con MILENIO sobre El planeta de los hongos (Anagrama) que no pretende ser un manual de consumo, ni una guía de recolección, ni mucho menos de cultivo; es más un viaje literario, inexplicable, mágico, místico, biológico y químico.
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¿Cómo nace el viaje literario por los hongos?
Desde hace muchos años me atraía la idea de escribir sobre experiencias con los hongos, y no sabía cómo entrarle; tenía mucho rechazo a que fuera solo un libro de alucines, no me parecía que eso fuera atractivo para nadie. Pensé que sería más interesante abordar el tema de los psicodélicos y en particular de los hongos desde un punto de vista más cultural, que es lo que venido haciendo con los cyborg, la pornografía y drones; y me metí. Siento que era un campo inexplorado, pero tampoco eran campos que conociera tan a fondo; tenía cierta afinidad e interés, con la gran desventaja de no tener unas bases biológicas y, en específico micológicos, algo que para mi educación ingenieril parecía ajeno, extraño, inasible, inestable, impredecible y rebelde.
¿Fue complicado el tema?
Lo que iba descubriendo me parecía cada vez más asombroso, increíble y escandaloso. No podía creer que no se conociera más de esto y no tenía ni idea en términos de la historia tanto prehistórica, prehispánica, ni contemporánea de los hongos y su desarrollo, y cómo se fueron metiendo en el tejido de la vida cultural cambiando el derrotero del siglo XX.
¿El hongo es un gran misterio?
Son organismos de los cuales desconocemos prácticamente todo, tenemos apenas ideas vagas y eso que llevamos 13 mil años comiéndolos ; encuentro coincidencias culturales, porque todo mundo está hablando de hongos, por ejemplo, en la serie The Last of Us, con una especie de hongo que invade a los humanos y los convierte en zombies.
¿Están de moda?
Sí, hay una versión de que el hongo sobrevivirá al final del capitalismo que una vez que termina de destruir todo; cuando ya no queda nada más del medio ambiente, ni de nada, lo que queda es el hongo el que sobrevive en la tierra maltratada, abusada, contaminada, y ahí siguen creciendo como una especie de esperanza. Todo eso me empujó y confirmaba más mi interés y la fascinación que me causaba el tema.
¿Cómo ha sido tú relación con los hongos?
Yo era un pacheco bastante mediocre de los que no resaltan (risas); cuando me enteré de los hongos me despertó una curiosidad e interés enorme, entonces empecé a probar varios. Organicé un viaje con unos amigos a Palenque y a partir de ahí empecé a entender más, seguí comiendo hongos, no estoy al nivel olímpico como algunos amigos, pero sí suficiente como para haber tenido dos malos viajes que me hicieron creer que del tercero no regresaba.
¿Qué piensas ahora?
Todo esto que te cuento fue creando una visión de este fenómeno inexplicable, mágico, místico, biológico, químico; descubrí los escritos de Terence McKenna y Timothy Leary y todo eso estaba en mi mente pero sin estructura, todo era un poco un caos; tenía la sensación de que al haber explorado los hongos y con dos llamadas de atención había algo más. Creo que en estos campos de la biología suceden cosas tan extrañas en el cerebro y estamos muy lejos de entender. Así fue como se fueron concatenando las circunstancias alrededor de los hongos.
¿Quieres desmitificar el miedo a los hongos?
Así como en algún momento me enfoqué en la pornografía, y trataba de mostrar que no era ese monstruo satánico que las feministas de la segunda ola quisieron inventar, y obviamente los moralistas, conservadores y los religiosos que siguen pensando eso. Me parecía muy importante lo mismo con los hongos; decir que hay algo ahí místico, mágico pero aterrador y fascinante.
¿Se puede entender y realmente descifrar?
No estamos ahí todavía. Hay gente que individualmente encuentra la conexión o repulsión absoluta por los hongos. No hay una teoría general. A diferencia de otras drogas, el hongo tiene una conexión con nuestra biología, que de alguna forma tiende a ser generoso, a abrir puertas más que cerrarlas y ponerlos en un estado de vulnerabilidad. Con el libro yo quería reducir el elemento del temor; más que abrir las puerta de la percepción, el hongo puede disolver el ego, el súper yo y exponerte a un universo de una manera que nunca te hubieras imaginado.
En el libro hablas del cáncer, ¿cómo te encuentras de salud?
Me enteré que tenía cáncer después de entregar el manuscrito, o sea, que todavía me dio tiempo de escribir y maldecir al cáncer; se supone que voy bien, por ahora. Ya pasé cirugía, radiación y en las últimas pruebas todo sale limpio, sale bien, pero quién sabe, por lo pronto, nos vemos en Querétaro.
Y además
Sobre El planeta de los hongos:
"Es un ensayo acerca de nuestra historia con estos organismos. Se cree que desde antes de que apareciera el Homo sapiens los homínidos tuvieron visiones, experiencias místicas, placeres, terrores y revelaciones al consumirlos. De ser así, los hongos pudieron ser responsables, por lo menos en parte, de la expansión de la mente, el desarrollo de la cultura, la tecnología y las religiones. Desde la antigüedad, los humanos los han utilizado en el Medio Oriente, Siberia, Europa, África, Polinesia y las Américas”
FRASE
“A partir de principios de los años 90 comencé a reportear desde las fronteras del ciberespacio. Me convertí en una especie de corresponsal de los cambios en internet y la red que estaban transformando el mundo real. Me di cuenta del uso abundante de psicotrópicos, especialmente psicodélicos, entre ingenieros, desarrolladores, creadores y programadores que crearon y marcaron esa industria”
Naief Yehya
Escritor
DATO
Naief Yehya es uno de los invitados al Hay Festival Querétaro para presentar El planeta de los hongos
Museo de la Ciudad
Viernes 6 de septiembre de 2024, 17.00h.