En Reynosa, el crimen organizado ya no es la excepción: Habacuc Antonio de Rosario

En el libro No me van a agarrar durmiendo, el escritor cuenta la historia de un detective que busca desocuparse pronto de sus responsabilidades; una novela con la que intenta reflexionar sobre la procrastinación.

Habacuc Antonio de Rosario nació y pasó buena parte de su vida en Reynosa. (Foto: Especial)
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Habacuc Antonio de Rosario nació y pasó buena parte de su vida en Reynosa, Tamaulipas, si bien se le presentó la oportunidad de estudiar en Europa y no la desaprovechó, Pese a la distancia geográfica y temporal, se trata de un territorio que no lo abandona, menos cuando se trata de la parte creativa.

“Claro que me acompaña: fue el lugar en el que crecí, el ambiente en el que pasé la mayor parte de mi vida. Un ambiente de maquiladoras, de petroleros, de mafiosos y de gente que va o que viene de Estados Unidos, muchas de ella estacionada en Reynosa por un periodo corto, aunque algunos se quedan, como fue el caso de mi familia: para mis padres, Reynosa era una parada más y, al final, se quedaron, allí hicieron vida”.

Autor de Sin trincheras, con la que obtuvo el Premio Binacional de Novela Joven Frontera de Palabras México / USA, además de No me van a agarrar durmiendo (DharmaBooks, 2021), en la actualidad radica en Bélgica, donde ya hizo su propia vida, más allá de que los recuerdos estén presentes todo el tiempo y le sirvan para elaborar una literatura en la que la realidad vivida puede o no aparecer en sus historias, pero siempre está ahí.

“En No me van a agarrar durmiendo se aparece, casi como un fantasma, una anécdota que me sirvió para imaginar el sentido de vivir en una ciudad como Reynosa: estábamos en una carne asada y nos llama el papá de uno de mis amigos para comentarnos que había tenido un accidente: fuimos a encontrarlo y resulta que, en lugar de llegar agentes de tránsito arribaron dos muchachos que pertenecían al crimen organizado y ellos hicieron el peritaje, pidieron documentos, evaluaron la situación y dijeron qué debía hacer cada quien. Aquello fue una situación anómala”, cuenta el escritor.

La escena no está en la novela, pero a Habacuc le permitió preguntarse qué sucedía exactamente en Reynosa, donde el crimen organizado ya no es la excepción, está legislando, haciendo valer la ley a su manera, “en una especie de juego teatral”.

Se cuenta la historia de un detective que se levanta todos los días con la única intención de desocuparse pronto de sus responsabilidades: procrastina, dice el escritor, a sabiendas de que está sirviendo a un ambiente criminal y se pregunta si en verdad es tan malo procrastinar, dejar las cosas para después.

“Le llaman la crítica hacia la modernidad, aunque creo que sería una crítica mucho más amplia. Creo que el género, la novela negra, pero no sólo eso, sino la novela de crimen, debe darle la vuelta a lo que pintan los periodistas, así sea con un enfoque distinto. A veces se enfocan más en el criminal, en las víctimas o en la vida diaria y lo que intenté en esta novela es reflexionar sobre la procrastinación: hay personas que procrastinan en cuestiones personales o familiares, otros que lo hacen en asuntos laborales”.

Para construir la atmósfera de No me van a agarrar durmiendo, Habacuc Antonio de Rosario se apropió, aunque no siempre estén reflejados, de varios pasajes de su propia vida en Reynosa, como cuando iba a jugar futbol y “resultaba que el otro equipo era de mafiosos y allí mismo dejaban las armas, se ponían el uniforme para jugar, en el campo: qué tanto puedes hacerle una falta al contrario o qué tanto puedes jugar libremente”.

“En este ambiente, en donde todos están negando el crimen para poder vivir o de lleno mirándolo y están asustados y buscando irse a otros lados, la vida les está pasando y qué es esa vida. Para mí el personaje es un antihéroe, su vida es una tragedia, aunque lo maneje con mucho humor, porque así como procrastina esos casos, empieza a procrastinar las propias decisiones de vida, entonces no avanza, no queda narrativa de vida personal”, y eso, para el narrador, es uno de los grandes problemas que producen la violencia y la inseguridad en varias partes de México.

PCL

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