Familias, parejas de novios, abuelos con sus nietos, grupos de amigos llegaron presurosos la noche del 7 de mayo al Auditorio Nacional. Asistían a la celebración por los 200 años del estreno de la Novena Sinfonía de Beethoven y así se había cumplido lo que el director Rodrigo Macías dijo a MILENIO:
“Esta Novena de Beethoven es para los grandes amantes de la música, por supuesto, pero, sobre todo, es para aquellas personas que nunca han escuchado la Novena completa, ni a una orquesta en vivo, ni a un coro en vivo. Para todos ellos es importante esta ocasión, podrán verla y escucharla 10 mil personas”.
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El director Macías fue el anfitrión de la noche con su sonrisa al público y amabilidad e intensidad ante los músicos y cantantes que dirigió.
El maestro llevó la batuta al frente de la Orquesta Sinfónica de México, que compartió escenario con la soprano Angélica Alexandre, la mezzosoprano Alejandra Gómez, el tenor Rodrigo Garcíarroyo y el barítono Tomás Castellanos, que fueron los solistas.
Además, estuvo el coro Gradus ad Parnassum (dirigido por Christian Gohmer) así como los coros de la Escuela de Música de la Universidad Anáhuac (dirigido por la maestra Itia Domínguez) y del Colegio Alemán (dirigido por Edwin Calderón).
Antes de iniciar el concierto con La obertura Egmont (también de Beethoven), se dio la bienvenida a todo el público, entre el que estaban personas de la comunidad sorda que gozaron de la música con el apoyo de chalecos especiales a través de los que sentían las vibraciones.
Cambiando la historia
Tras la interpretación de La obertura Egmont y de Las danzas polovtsianas de la ópera El príncipe Igor, de Borodin, hubo un intermedio de 15 minutos, tras los que el maestro Macías dirigió unas palabras a su público, que para ese momento estaba entusiasmado con las piezas previas y expectante ante lo que seguía:
“(La Novena Sinfonía) transformó la historia de la música, pero cambió a la sociedad y al mundo, nos enseñó y nos sigue enseñando las lecciones más importantes de la vida. El mensaje que queremos dar hoy es de paz, de tolerancia y entendimiento”.
Entonces dijo: "A continuación la Novena Sinfonía de Beethoven" e inició el viaje de conocimiento y disfrute de una obra que para muchos de nosotros solo había llegado por fragmentos apoteósicos a través de la Oda o Himno a la alegría o en la maravillosa versión que Miguel Ríos hizo en 1969 de esta última pieza que, además, nos dio un acercamiento en nuestro idioma al poema de Friedrich Schiller que se escucha con cantantes y coro en el cuarto movimiento de la sinfonía.
Hace unos días, el maestro Macías dijo a MILENIO: “Beethoven quedó impresionado, obsesionado con el texto de Schiller y decidió incluirlo en ese final apoteósico de esta gran sinfonía, su obra más importante. Y cambió la historia”.
Esa hazaña de Ludwig van Beethoven, el genial músico alemán, sucedió el 7 de mayo de 1824. Doscientos años después es probable que la interpretación que se escuchó en el Auditorio Nacional cambiara la historia de muchas de las casi 10 mil personas que conocimos en plenitud su emotiva y grandiosa Novena Sinfonía.
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BSMM