De acuerdo con Ludwig Carrasco, “es primordial que las instituciones y los intérpretes nos impliquemos más en el legado que han dejado nuestros compositores en los últimos siglos, como es el caso de José F. Vásquez (1896-1961)”.
Para el director de la Orquesta de Cámara de Bellas Artes, “Vásquez es una figura fundamental en la historia de la música mexicana, pero por desgracia su trabajo a favor de la música de concierto no ha sido valorado lo suficiente ni todo el archivo de composiciones que dejó para las futuras generaciones”.
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Tal es el caso del Concierto número 1 para violín y orquesta, partitura recuperada por Carrasco que será presentada de manera virtual el viernes 5 de febrero a las 13:00 horas, a través del Facebook de Ludwig Carrasco. También participarán José J. Vásquez, hijo y heredero universal del acervo del compositor, la investigadora Enid Negrete y el musicólogo Gabriel Pareyón.
Carrasco dice en entrevista que la importancia de esta obra “es mayúscula porque el repertorio de conciertos para violín y orquesta no es muy amplio en el país. Tenemos ejemplos muy destacados, como los de Blas Galindo, Manuel M. Ponce y Rodolfo Halffter —quien nació en España, pero vivió mucho tiempo en México—, pero no hay muchos, menos en una línea romántica, como la de Vásquez, pues las otras son más del periodo nacionalista o incluso neoclásico. Su concierto es descendiente, por ejemplo, de las obras de Max Bruch o incluso de Felix Mendelssohn”.
—¿El que no haya sido reconocido pudo ser porque no se adhirió al nacionalismo?
Posiblemente. No tengo una teoría exacta, pero, por lo que he podido ver, aquella ideología de crear una identidad nacional, que se impulsó desde el gobierno, dejó de lado a muchos compositores, como el caso de Vásquez o Miguel Bernal Jiménez. Luego también influyen otros factores, como en el caso de Vásquez y otros compositores, cuyo legado se perdió o quedaron algunos archivos, pero la falta de interés institucional y de los músicos llevó a que sus partituras acumularan polvo y sólo quedaran como un dato bibliográfico en algunas enciclopedias o libros de historia.
—¿Cómo ubicó esta partitura?
Hace años había entrado en contacto con la figura de Vásquez pues conocía un poco su biografía y me parecía un personaje fascinante, porque también como director de orquesta fue muy importante en la primera mitad del siglo XX. Fue de los primeros mexicanos que tuvieron una proyección internacional en Estados Unidos, Europa y Asia, pero también porque creó una compañía de ópera mexicana. Gracias a eso, muchos compositores mexicanos pudieron ver representadas sus obras, pero por desgracia muchas de ellas han pasado al olvido.
Tenía interés en conocer su música y no localizaba nada en varios archivos, hasta que un día fui a la biblioteca de la Facultad de Música de la UNAM y vi que tenían algunas partituras suyas. Había una fotocopia de la partitura original de este concierto, un poco en mal estado, pero gracias a ella pude conocer la obra y hacer una primera transcripción un poco casera, por decirlo de alguna manera, para poder hacer el reestreno después de décadas de estar en silencio. Posteriormente hice una revisión más detallada y es la que vamos a presentar.
—¿Cuál es su expectativa sobre esta obra?
La idea es que el Concierto para piano y orquesta tome un lugar más importante dentro del repertorio musical mexicano y, esperemos, extranjero. También hice una adaptación para violín y piano, la cual estará disponible de manera gratuita en formato digital, para aquellos músicos profesionales y estudiantes que deseen obtener una copia el día de la presentación.
Lo que queremos con este rescate es, en primera instancia, difundir el legado de José F. Vásquez entre los músicos. Que los violinistas profesionales y estudiantes puedan conocer y montar esta obra e incorporarla al repertorio tradicional de sus estudios universitarios, y eventualmente al de las orquestas del país, pues con excepción de algunas canciones y obras para piano, o de sus Tres acuarelas, su creación orquestal es prácticamente inexistente en nuestras salas de concierto; sus óperas y ballets tampoco se montan nunca.
PCL