Ediciones Era publicó Antes de decir cualquiera de las grandes palabras. Antología.1972-2022, con obra de David Huerta seleccionada y prologada por Hernán Bravo Varela.
“Esta no es una antología, sino una novela cuyos capítulos narran en verso, versículo y prosa los hechos y trabajos de David Huerta, autor protagónico del castellano, muerto en su enésima juventud creativa”, escribe Hernán Bravo Varela en el prólogo de Antes de decir cualquiera de las grandes palabras. Antología. 1972-2022. David Huerta (Ediciones Era en coedición con la Universidad Veracruzana).
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“Este libro es una llave a las mil páginas que componen el extraordinario legado poético de David Huerta (1949-2022), pero una buena antología tiene el propósito de generar el suficiente asombro e inquietud para que el lector vaya y coteje lo que leyó allí y lo contraste con la obra en amplitud. Mi deseo es que a partir de esta antología los lectores brinquen y salten a la poesía reunida de David”, dijo Hernán Bravo Varela a MILENIO.
El poeta que se encargó de la selección y prólogo del libro, aseguró que decir que no es una antología es “una argucia, una artimaña literaria, por supuesto, pero con esto quiero decir que aunque los lectores no puedan percibir a simple vista que ahí hay una historia que nos está contando David de su vida, de su vida intelectual, de su vida emotiva, es importante que también sepamos que cada uno de estos poemas son fragmentos arrancados de la gran masa del día a día, de la vida con mayúscula y en minúscula.
Para el entrevistado, la antología cumple con sus caprichos personales, para entrar por todos los lados a la obra de Huerta. “De hecho, escogí poemas específicos que David muy probablemente no hubiera incluido en una antología personal. Yo considero que este libro incluye los grandes éxitos de la obra de David, tiene algo de esa ambición”.
El libro abarca desde El jardín de la luz, el primer libro publicado por el poeta en 1972, hasta dos fragmentos incluidos en el Viento en el andén, que vio la luz pocos meses antes de la muerte de David Huerta.
“De 1972 a 2022, intentar cubrir en 50 años 50 poemas fue un asunto complejo, pero dentro de una obra tan vasta, tan sugerente, poliédrica, creo que podrían hacerse miles de otras antologías. Esta es la que yo quiero ofrecer sobre todo a los primeros y espero perennes a partir de entonces lectores de David Huerta” explicó
Hernán Bravo Varela aseguró que la obra de Huerta no es para gente que quiere ver anécdotas nítidas, historias cotidianas puestas en verso o en prosa.
“Es una obra que desafía constantemente a los lectores, que los empuja con furia y con avidez, constantemente a la imaginación de los lectores, que invita a que se sumerjan en tratados, en enciclopedias, en diccionarios. Es un autor que observa con ánimo detectivesco en cada una de las capas de la realidad. Entonces, en un momento en el que estamos perdiendo la capacidad de entender al lenguaje, no solo como puente entre los seres humanos, sino como órgano constitutivo de nuestra esencia, creo que leer una poesía tan estimulante, tan irradiada, tan magmática como la de David Huerta, es una invitación generosa a descubrir lo mucho que tiene que ofrecer la poesía en un momento en el que todas las novedades editoriales son de algún modo genéricas e intercambiables. Si yo fuera lector de David por primera vez, lo buscaría sobre todo por eso. Yo estoy harto de que la oferta editorial se quede en el chismarajo, en una prosa insulsa e intrascendente”.
La antología poética de David Huerta reúne medio siglo de escritura, de El jardín de la luz (1972) a El viento en el andén (2022), pasando por Versión (1978), Incurable (1987) y El cristal en la playa (2019).
“Creo que el rasgo distintivo de la poesía, y en particular de la poesía de David, es un acto de amor y de respeto a los lectores que cada vez ven a punto de la extinción eso que nos revela como seres humanos, y que es el lenguaje puesto de una manera abierta, rica, contrastante y que nos lleva a pensar qué es lo que buscamos cuando leemos. Yo creo que un lector, al menos como yo, busca en la poesía, y en particular en la poesía de David Huerta, una serie de iluminaciones, de entrecruzamientos, de los fuegos amigos, que tiene que ofrecernos el lenguaje en sus múltiples capas”.
Antes de decir cualquiera de las grandes palabras. Antología. 1972-2022. David Huerta es un recordatorio, no sólo de la urgencia de leer poesía, “es una urgencia que no contempla el mundo de nuestro tiempo, que está tan alejado, tan al pendiente de figurar, de hacer reels olvidables y de pensar de otra manera cómo podemos llegar a establecer ese puente con lo real. Creo que la poesía de David quiere ser ese puente, y al mismo tiempo, convertirse no sólo en la mediación, sino que el poema sea la obra, gracias a la cual, principio, medio y fin confluyen de una manera armoniosa e impecable”.
—¿David Huerta tiene el reconocimiento que se merece?
Es muy curioso cómo las grandes figuras de la poesía, sobre todo en nuestro tiempo, carecen de la exposición mediática que tienen los narradores, improvisados o no. Se mantienen en el filo de su propio trabajo; ellos trabajan meticulosamente sus obsesiones, su cuerpo de obra y están mucho más pendientes de lo que el lenguaje tiene que decirles a la hora de escribir un poema que de la exposición en medios. Yo creo que a David no le hace falta fama, le hace falta, como a toda buena poesía, los lectores que merecen una obra así de exigente, no lo digo para ahuyentarlos, al contrario, para atraerlos.
—¿Es una obra difícil la de David Huerta?
Es una obra que no procura la condescendencia con los lectores, como tantos otros autores. ¿Quieren que un autor o una autora les revele nuevos mundos? ¿Que a través del lenguaje les permitan entender la magia y las epifanías de la realidad? vayan a la poesía. Yo creo que en un momento como este, donde estamos invadidos de corrección política, de libros escritos por gente que no escribe, ni lee, es una oportunidad ejemplar para decir: “David Huerta me está hablando a mí, a mi lenguaje a la inteligencia de la emotividad, y a volver a encontrar en las palabras de todos los días la manera en la que podemos volver a conectarnos de una manera más problemática, más rica, más plural y más democrática con el mundo”.
PCL