Desde las 11 de la mañana de este jueves 31 de marzo, en el 108 aniversario del nacimiento de Octavio Paz, él y Marie José Tramini se reencontraron en el Colegio de San Ildefonso, en el interior del nicho diseñado por Vicente Rojo para albergar sus cenizas: el poeta debió esperar casi 24 años para encontrar su destino, Marie Jo “solo” cuatro.
Este nicho y la fuente (también obra de Rojo) ubicada en el Patio de los Pasantes conforman el Memorial a Octavio Paz y a Marie José Tramini.
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“Al recibir los polvos y cenizas de Marie José Tramini y de Octavio Paz, la Universidad Nacional asume el compromiso de velar por ellos y por el legado de Paz. Los mandantes de El Colegio de San Ildefonso decidimos destinar el Patio de Pasantes para servir de marco a la memoria del gran poeta mexicano y universal, orgullo nacional y de nuestra Universidad”, dijo Enrique Graue, rector de la UNAM, luego de colocar en el nicho las cenizas de la viuda del poeta. Después, la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, hizo lo mismo con los restos del Nobel acompañada por Bárbara Jacobs y Elena Poniatowska.
Obra accesible
“‘El presente es perpetuo’, escribió el poeta, y hoy estamos aquí, acompañando a Octavio Paz y a Marie José Tramini en esta estación de su existencia artística, que es la eternidad”, dijo Frausto: “El amor que los unió, el camino cómplice que anduvieron juntos durante más de tres décadas culmina en un hermoso memorial en San Ildefonso, donde comenzará otra historia”.
En la ceremonia, la secretaria también asumió el compromiso de que, desde las instituciones encargadas de preservar el legado del poeta, “no dejar que nos coma el silencio y que su obra se promueva y sea accesible para todo aquel que quiera leerla”.
“Hemos trabajado de manera decidida en el saneamiento y conservación del legado de Paz. Manos profesionales y mentes comprometidas se encuentran en un proceso que ha sido complejo, y harán que pronto este acervo intelectual y físico que custodia el Estado mexicano se conozca y se divulgue a plenitud”.
En presencia de Elena Poniatowska y Bárbara Jacobs (viuda de Vicente Rojo); de Vicente Quirarte, presidente de El Colegio Nacional, y de Eduardo Vázquez Martín, director de El Colegio de San Ildefonso, la historiadora Beatriz Gutiérrez Müller, quien acudió en representación del presidente Andrés Manuel López Obrador, leyó en voz alta del poema “La vida sencilla”, bajo la certeza de que “lo que más le gusta, le gustaría y le gustará a un escritor es ser leído”.
El fideicomiso
Luego de definir a Octavio Paz como una de las mentes más brillantes del quehacer cultural de México y del mundo, la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, anunció la constitución de un fideicomiso para la divulgación del legado de Octavio Paz desde diferentes trincheras.
“El legado de Paz es patrimonio nacional. Hemos dado pasos firmes en la constitución de un fideicomiso que permita autosustentabilidad, a fin de concretar el programa de clasificación de los bienes, a cargo del INBAL, definir de forma colectiva el fin social de los bienes inmuebles y, con excepción de los casos no acotados por el propio poeta, promover la difusión intensiva del legado intelectual que heredó el pueblo de México de su Premio Nobel de Literatura”, destacó la jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
Luego de recordar que el Sistema de Desarrollo Integral de la Familia es la institución que recibió los bienes muebles e inmuebles del poeta y su esposa, se comprometió a ser garantes de cumplir, junto con El Colegio Nacional y el INBAL, la voluntad del poeta de que todos los papeles, cartas y documentos y correspondencia privada sean depositadas en esta institución, “en la inteligencia de que no podrán ser publicados sino hasta que transcurran 25 años a partir del fallecimiento del testador”.
Polvo enamorado
Ese “polvo enamorado”, en alusión al verso de Quevedo, que se volvió a fundir en el Colegio de San Ildefonso, representa para el poeta David Huerta una especie de reactivación de ciertas zonas de la memoria universitaria, pero de la Universidad Nacional, “no hay que olvidarlo: a partir de la UNAM, y esto puede ser el inicio de una irradiación muy saludable en el mundo de las ideas y del debate público, sobre todo en el de la poesía”.
Designado como director de la Cátedra Extraordinaria Octavio Paz, reconoció la complejidad de una labor que no solo se centra en el Nobel de Literatura y su legado, sino de todos los temas que tocó, lo que complica la tarea: arte, historia, antropología, ciencia, poesía, literatura, crítica.
“Las obras sufren altibajos, de pronto se ocultan debajo de la tierra o detrás de un biombo, para luego reaparecer de una manera fulgurante o muy solemne: Octavio paz siempre ha estado presente en la cultura mexicana, en los horizontes de los lectores y en los debates de las ideas en México”, a decir de David Huerta.
La recuperación de Barandal
En 1931, cuando apenas contaba con 16 años de edad, llegó Octavio Paz a San Ildefonso: un adolescente que se juntó con los grandes del lugar para dar un paso en un mundo que nunca abandonó y en donde trabajó “con una constancia verdaderamente admirable: es uno de los grandes editores de nuestro país: desde Barandal, hasta la revista que distingue a su generación, Taller”.Con David Huerta como editor y Jorge Gutiérrez Reyna, como coeditor, Barandal tendrá una nueva época, con espacio para los jóvenes y el propósito de convertirse en una “muy decorosa revista literaria: con canales abiertos a la historia del Colegio, a la literatura, a la historia y a las diversas disciplinas humanísticas. Será una revista muy universitaria”.
hc