Llegar a casa de Alicia Ahumada es perderse en el tiempo, aunque no en espacio, se siente perfecto dónde están las raíces. Aquí se encuentra su esencia. Hay pocas imágenes colgadas en las paredes, irónico para alguien que vivió su vida detrás de una cámara. La fotografía fue solo un largo momento, hoy es parte de su historia, un recuerdo de agradecimiento por haberle abierto tantas puertas, pero un capítulo al parecer cerrado.
Ahora ya no tiene cámaras propias, apenas pidió una prestada, pero de todas las imágenes que toma, ninguna llena sus expectativas, y concluye con un: “qué difícil es hacer foto”.
“Aquí me siento plena, porque aquí es un poco mi afuera, mi afuera-adentro, todo está aquí absolutamente, no hay adonde ir en el sentido de la muerte, todo es transformación, pero todo ocurre aquí. Para mí aquí es un lugar de plenitud, pero no quiero dejar de moverme, no me voy a reservar todavía, todavía tengo muchos intereses que me mueven de esta construcción social, por decirlo de alguna manera”, aún hay que viajar, explorar nuevos gustos, internarse en nuevas reflexiones.
¿Cómo llegaste a la foto?
“Tengo un poco de reminiscencia ahí, que hasta me da flojera. Todo lo que ha ocurrido, o así yo lo percibo, de una manera tan mágica –porque el transcurrir de mi vida ha sido de alguna manera percibida por mí de una forma tan mágica que siento que todo ha llegado a mí en su momento y sin realmente buscarlo, como el caso en particular de cómo me convertí en fotógrafa–, era la circunstancia, era el momento en el que estaba viviendo, era una separación (matrimonial), era un encuentro con nuevos amigos y esos amigos hacían fotografía o por lo menos estaban en esas búsquedas, hablaban de foto, y en esas circunstancias, pues dije: la imagen como posibilidad de guardar recuerdos, y ya, pedí una cámara en un momento crucial porque ya no me separé de la cámara en muchos años y la tomé como una aliada, aunque también de repente padecía mucho porque nunca me consideré una gran técnica y quería hacerlo cada vez mejor, pero era un esfuerzo grande y a veces tenía mis propias desilusiones”.
Por eso, “no tengo absoluta añoranza por el pasado, todo lo vivido está vivido y ojalá siempre tenga experiencias nuevas en mi existencia; no quiero regresar a nada de lo vivido”, dice mientras sonríe a las preguntas reiteradas sobre su historia.
Se queda contemplando sus pensamientos en el aire mientras Merlín, su gato, maulla para avisarle que subirá a sus piernas, y piensa en aquella etapa cuando todo iba comenzando.
“En ese momento era mucho más ignorante de lo que ahora soy respecto a cómo llevar la vida un poco más ligera, me dejaba llevar por deseos de querer tener un estatus a lo mejor económicamente más elevado, que permitiera que los críos fueran a escuelas con prestigio, cosas que igual y si repito y nazco otra vez, desearía no hacerlas, pero que de alguna manera me siento contenta porque Alicia, mi hija, ha entendido muy bien ese proceso de liberación, de no tener cargas sociales de ese tipo, como el título, porque lo importante es el conocimiento y eso no está en las instituciones; para mí la política es algo muy fuerte porque siento que no ha resuelto nada, al contrario, cada vez ha ido destruyendo más lo que se puede construir en amor y en conciencia por el desinterés profundo hacia los otros, porque es el beneficio propio y es una escalera sin fin, ¿qué sé yo? No me gusta hablar de eso, pero ocurre y afortunadamente, por lo menos yo y en compañía de mi familia, trato de liberarme de todas esas ideas tan pesadas”, pero finalmente recuerda que no ha sido ajena a la política, pues gracias a uno de sus primeros empleos conoció a muchas personalidades que ahora fungen como directivos en instancias gubernamentales".
Gracias a los estudios que realizó con el apoyo de sus hermanas –profesión que en nada tenía que ver con la fotografía, sino con mecanografía, contabilidad y ortografía– sirvieron para llegar a empleos que la colocaron en el momento preciso para crecer.
“Trabajé en el Museo de Antropología, donde no solo tuve un entendimiento más claro de ciertas cuestiones culturales, sino que conocí ahí a seres, a personas que han sido pilares importantes en mi vida (…) y muchas de esas personas ahora dirigen instituciones y que yo veo desde ese profundo amor y de construirse cada quién cómo es, por eso respeto, no me meto, no me involucro, no critico, solo sé que son caminos que no voy a seguir”, precisa mientras reflexiona sobre lo que en significa para ella la política, que si bien no es algo lejano, es un plano en el que no entrará jamás.
¿Qué tienen de bueno y qué tienen de malo las Secretarías de Cultura?
“Es que no todo es malo, ¿ves? Aunque la gente que esté a cargo de realizar todo este quehacer tiene que cumplir con lineamientos institucionales e igual no todos los lineamientos institucionales son malos, ¿yo qué te puedo decir si fui privilegiada utilizando becas? Que en lo personal me sirvieron muchísimo para ser lo que ahora soy, adonde ahora estoy, y no se trata de algo material, porque en lo que en mí transformaron esos tiempos de trabajo yo no lo mido por la materia sino por lo que en el camino comencé a sentirme más ligera, más joven, más entusiasmada con la vida y para mí esos apoyos fueron vitales, no puedo desdeñar lo que en un momento me transformó porque sería negarme a mí misma, así que en ese aspecto me parece que debe haber gente buena manejando esas cosas; ahora, que eso se transforma y se vuelven privilegios para unos cuantos, es una realidad ¿y qué se requiere para que eso no pase? No tengo la menor idea, es cuestión de la ética personal de cómo vives”.
Corazón abierto. La senda del chamán es de los resultados más gratificantes de su carrera fotográfica, la cual se valió en gran parte de las becas recibidas. En este libro plasma diez años de viajes físicos y espirituales, aceptando la transición de lo análogo a lo digital, comprendiendo que debía dejar el pesado equipaje de este oficio que ya no le traía claridad.
¿Cómo te sentiste al recibir la presea al Mérito Artístico en 2016?
“Siempre es muy gratificante, pero luego te preguntas por qué ocurre, porque además yo nunca me he sentido merecedora de nada; he hecho lo que he podido y lo he hecho lo mejor posible, pero siempre sin esperar porque si sin esperar a veces es difícil la existencia, imagínate esperando”.
Cuando te ves en el espejo, ¿qué ves?
“Veo muchas cosas, veo muchas formas, puedo ver a una mujer totalmente fortalecida, que es en lo general, buscando salud, y a veces me puedo ver cansada, porque sí me canso, entonces a veces veo ahí un personaje cansado, y a veces puede ser un personaje triste, pero me recupero porque tengo la fortuna de vivir en el campo y de caminar descalza y entonces cuando me siento influenciada por emociones de tristeza o a veces de culpa, me recuerdo que siempre he hecho lo mejor que he podido y que nunca he actuado tratando de hacer daño”.
¿Sientes que has vivido bajo tus propias convicciones?
“Nunca vi televisión, desde niña viví en el pueblito once años y escuchaba radio, y hacía caminatas, era una niña que jugaba sola, me divertía en el campo, era la treceava hija de mi mamá, porque mis hermanas fueron unos ángeles y esto es muy importante porque me dieron una carrera que en ese momento me dio alas para moverme a ser libre económicamente (…) y eso me dio todo, porque eran mujeres con vidas complejas pero apoyadoras incondicionalmente y eso es lindo de las mujeres, y no digo que mis hermanos no fueron así, pero la liga con ellas siempre fue infranqueable, irrompible. Yo trataría de no desear más de lo que estás teniendo (…) y no quiero ir a ningún lado, es loco”.
¿Te sientes satisfecha?
“Me siento cómoda en este momento, me siento creativa porque no quiero ir a ninguna parte ni enseñar a nadie nada (…) ahora he aprendido a relajarme, no hay necesidad. Ahora en esta parte de mi vida me siento profundamente agradecida de lo que ha ocurrido (…) porque en cada cosa que ha ocurrido, hasta cuestiones personales que en algún momento fueron dolorosas o trágicas, he borrado toda la emoción que me llevó hacia esos rompimientos y he comprendido que eso me ha dejado mucho entendimiento y ahora lo que procuro con esa sensación de agradecimiento, a veces sufrido, es haber recobrado relaciones donde ahora sé que hubo verdadero amor.
“Y si llega la muerte, podría decirte de una realidad que me gustaría en ese momento, o sea, me gustaría llegar a total entendimiento con lo que es la energía de la muerte como un paso más de autorreconocimiento hacia posibilidades superiores de estar y de ser; trabajo para que la muerte sea un entendimiento como nueva forma de vida.
Y es que quizá no peleará en las luchas sociales allá afuera, sobre las calles, pero escuchará a quien necesite ser escuchado, y eso sembrará la confianza en alguien que lo necesita para convertirse en la persona que buscaba ser, porque escuchar y acompañar es una de las resistencias más grandes de las sociedades.