Olga Tokarczuk: “El realismo no es suficiente para capturar la esencia de la realidad”

La autora polaca, ganadora del Nobel en 2018, sostuvo una conversación pública titulada "El mundo como pintura", sobre su trabajo como residente en Madrid del programa “Escribir el Museo del Prado”.

Olga Tokarczuk, Premio Nobel de Literatura 2018. (Foto: EFE)
Ángel Soto
Ciudad de México /

“La base de mi escritura”, dice la autora polaca Olga Tokarczuk, “consiste en encontrar un punto de vista diferente al que ven todos los demás”. Durante las últimas cuatro semanas, la Premio Nobel de Literatura en 2018 ha recorrido los pasillos del Museo del Prado (Madrid) con la encomienda de convertirse en contempladora profesional.

Como residente del programa “Escribir el Prado”, que anteriormente acogió al también el Premio Nobel J. M. Coetzee y a la escritora mexicana Chloe Aridjis, Tokarczuk se hundió en el acervo pictórico del museo con el objetivo de escribir acerca de los vínculos expresivos entre la ficción y las artes plásticas.

Tokarczuk sintetizó su experiencia en un evento público titulado "El mundo como pintura", una conversación que mantuvo este lunes con la directora de la revista Granta en español, Valerie Miles.

Con el ánimo de comprender los orígenes de las vívidas imágenes que Tokarczuk plasma en su escritura, Miles animó a la autora de Los errantes a comentar La historia de Nastagio degli Onesti (1483), de Sandro Botticelli, como una fuente de inspiración.

“La pintura nos transporta de nuevo a la mitología, a un concepto cíclico del tiempo”, explicó Tokarczuk. “La literatura desempeña una función similar, haciendo eco del tiempo y los temas. Nuestro papel es insuflarles nueva vida. La repetición en la cultura tiene un significado inmenso. Sirve como un puente, conectando a las personas a través de la vasta extensión del tiempo y el espacio”.

En un momento de gran perspicacia, Tokarczuk elevó a Botticelli a la categoría de “primer cineasta” de la pintura, gracias a su manera de utilizar el tiempo en su pintura y poder narrativo del tríptico.

Miles destacó el uso metafórico que Tokarczuk hace del tiempo. Se trata de una cualidad presente en su obra maestra Los errantes (Anagrama, 2019). “Nuestra percepción del mundo en el siglo XX y XXI no es lineal”, explica Tockarczuk. “Nuestra realidad es una sobrecarga de ventanas de información, una lucha constante por conectarlas, lo que solo conduce al caos y al ruido. Anhelamos el orden, pero a menudo se nos escapa".

La autora recordó un momento de despertar creativo mientras escribía Los errantes. Mirando al cielo estrellado desde su terraza, entendió que su mente era capaz de existir en dos realidades simultáneas: “Una parte de mi cerebro tejía historias a través de las constelaciones, mientras que la otra simplemente se maravillaba con la vista. En ese momento me di cuenta de que tenía que escribir una novela que se asemejara a una bóveda celeste, reflejando las constelaciones y sus mitologías. La literatura que realmente me resuena es la que se adentra en lo inexplicable”.

Esta fascinación por lo místico encuentra su máxima expresión en Los libros de Jacob, una novela que se sumerge en las profundidades de este reino. “La Polonia del siglo XVIII, una época en la que mi nación se extendía a lo ancho y largo, me fascina particularmente”, compartió Tokarczuk. “Durante esta era, surgió en Polonia una cautivadora secta judía mesiánica. Esta obra es el proyecto más ambicioso que he emprendido jamás. Es un tapiz tejido con múltiples tramas, fábulas y un rico tapiz de culturas entrelazadas. En cierto sentido, Polonia se convierte en una metáfora de un territorio que refleja nuestras propias vidas, nuestra historia común”.

El realismo metafórico de Tokarczuk evoca la obra de Marc Chagall, un artista que no está presente físicamente en el Museo del Prado, pero que, no obstante, representa una parte integral de su constelación artística. Las figuras etéreas de Chagall, con sus violinistas y burros voladores, sus novias ascendiendo en sus vestidos vaporosos, resuenan con la sensualidad que impregna la prosa de Tokarczuk.

“Hay un anhelo constante de trascender lo obvio en muchas de mis obras. Pero el realismo por sí solo no es suficiente para capturar la esencia de la realidad. El realismo es, de hecho, imposible. Esta es una verdad que aprendí durante mis años como psicoterapeuta”, concluyó Tokarczuk.

PCL

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