Pablo Maurette (Argentina, 1979) es profesor de literatura inglesa y escribe ensayos, pero decidió que era momento de aventurarse y explorar en la novela policiaca con La niña de oro (Anagrama).
De esta forma quiso darle una vuelta de tuerca a algunos elementos del género que le molestaban, y experimentar con una protagonista femenina en medio del horror de un crimen.
“Desde hace muchos años tenía una idea para un policial, pero pensé que nunca lo escribiría, no conozco el género bien y no sé escribir un policial. Es un género con una historia, tradición, con grandes nombres y obras maestras de la literatura. Pero comencé a leer policiales y en un momento me di cuenta de que sí podía y me lancé, fluyó muy bien y disfruté mucho el ejercicio de la escritura”, dijo a MILENIO.
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La niña de oro tiene como protagonista a Silvia Rey, secretaria de la Fiscalía, quien tiene que resolver la muerte de un solitario profesor de biología envuelto en una trama con un ‘taxi boy albino’ (un prostituto). En su camino encontrará los bajos mundos y hasta brujería africana.
Para el autor, embarcarse en un proyecto así le permitió jugar con las convenciones del género negro: “Es un policial argentino y tenía que mostrar cómo funciona la investigación en mi país, donde la Fiscalía es la que lleva adelante la investigación.
“Uno está acostumbrado al policial anglosajón, sin embargo, yo quería explorar la relación muy complicada entre la Fiscalía y la Policía, que es uno de los centros de la novela y quise evitar algunas taras del género policial, por ejemplo, el rompecabezas donde todo lo que aparece en la novela es una ficha que luego ayuda a revelar el crimen, pero la realidad es que no cumple ningún objetivo fundamental en cuanto a revelar la trama, están ahí para dar color, dar vida a los personajes y yo no quería eso”.
Sin atormentados
Silvia no es la típica protagonista de novelas policiacas y con ella, el entrevistado evitó el clásico detective atormentado o borracho.
“Eso me aburre, siempre es lo mismo, el detective con un pasado traumático y Silvia Rey no es así. Ella es una tipa normal que se acaba de divorciar y se lleva bien con su papá pero es una persona con un trabajo complicado que tiene que ver con horrores muy convulsionantes de los casos, mientras vive una vida personal bastante común”.
Una parte importante es la relación entre la protagonista y su padre, que se reúnen cotidianamente en el bar La niña de oro, en Palermo. “La relación nació de manera natural y me pareció que funcionaba como contrapeso porque tiene algo de ligereza, de ternura y de amor filial que contrasta con la sordidez general de la trama y los crímenes que se narran en la novela.
“No me gusta la literatura que se regodea en lo sórdido, en lo siniestro y en lo desagradable, son temas que me interesan, claro, pero me parece que tiene que haber un contrapeso porque si no, uno se desensibiliza (sic). Ahora está de moda ahora una literatura de lo horroroso. No hay ni una luz, ni una grieta por la que entre un poco de luz y creo que no funciona bien en la ficción”.
La niña de oro transcurre en Argentina durante 1999 cuando no había sucedido el boom de los celulares y las cámaras.
“Fue una decisión espontánea, quizás porque yo viví en Buenos Aires todavía en 1999, pero me parece que funciona bien. Ahora las ciudades son como sets de filmación, hay cámaras por todos lados, torres de celulares, redes sociales, entonces, a la hora de armar la trama, no quería lidiar con eso, me daba pereza y me pareció un poco nostálgico volver 25 años, cuando era otro mundo”.
El posible regreso de Silvia Rey
A Maurette le gustó mucho su incursión en la novela policiaca y su llegada Anagrama: “Cada vez que me encuentro con alguien que le gusta la novela me sorprende, no estoy acostumbrado. Yo publicaba en editoriales chicas pero Anagrama te da mucha más exposición. Por suerte no tengo necesidad de vivir de lo que escribo porque tengo mi trabajo como maestro, así que eso me da tranquilidad, puedo escribir lo que quiera”.
¿Tendremos una nueva aventura de Silvia Rey?
Voy a seguir en el género, me gustaría volver a Silvia, me encariñé con ella y me gustaría seguirla en otros momentos de su vida. Ella tiene un compromiso profundo y ético con su trabajo, quiere hacer las cosas bien y tiene horror a la indolencia y la desidia.
“La historia y la escritura son mi vida entera y empieza en la ficción, pasa por el ensayo y vuelve a la ficción, sin embargo, por cuestiones que tendrán que ver seguramente con la duda sobre lo que escribo, me animé a salir al mundo de la publicación con el ensayo… pero mi gran amor es la ficción”, concluyó.