Picasso y el Greco se reencuentran en el Museo del Prado

El Greco esta íntimamente relacionado con la vida y obra de Pablo Picasso y ahora gracias a esta exposición se podrán reencontrar después de tanto tiempo sin cruzarse

Picasso y el Greco | Especial
José Antonio López
Madrid, España /

Es el encuentro más allá del tiempo entre un malagueño que residió casi toda su vida en Francia y triunfó en el mundo entero en el siglo XX, y un griego que en el llamado siglo de oro se instaló en España y su pintura mística se elevó a los altares del arte universal: Pablo Picasso y el Greco.

A propósito del 50 aniversario de la muerte del artista español el Museo Nacional del Prado de Madrid presentará hasta septiembre la exposición Picasso, el Greco y el cubismo analítico, que centra la obra cubista de Picasso y la obra tardía del Greco.

Comisariada por Carmen Giménez, esta exposición ofrece la oportunidad de comprender la relación entre ambos artistas, dos sensibilidades originales que hablan de la redefinición del hecho artístico a través del volumen y el color, de la composición y la perspectiva, del espacio y la luz, y del desafío al dogma académico y a la tradición clásica.

Picasso tenía 17 años cuando junto a los dibujos que abocetaba en uno de sus cuadernos escribió: “¡Greco, Velázquez, inspirarme!”. Eran dibujos muy rápidos en los que practicaba la mano con figuras que encontraba a su paso. En otra página de uno de esos cuadernos también apuntó: “Yo, el Greco”.

A partir de esa frase adolescente construye la teoría que relaciona las artes del pintor griego con el cubismo analítico del malagueño. Según escribe la especialista en la obra de Picasso, esa frase es:

 “toda una declaración de intenciones para un estudiante de apenas 17 años, que intuía en la obra del Greco el germen de aquello de lo que precisamente habría de liberar a la pintura moderna del dogma académico”.
Pablo Picasso | Especial

La visión de Giménez es la aportación del Museo del Prado a la celebración de dicho aniversario. Son cuatro parejas de retratos de El Greco enfrentadas a cuatro pinturas de las analíticas, realizadas por Picasso en 1911 y 1912. “San Simón”, “San Bartolomé” y “San Juan Evangelista”, del Museo del Greco en Toledo, junto con “San Pablo”, procedente de una colección particular, componen los nuevos cuadros del Greco expuestos junto a “Tocador de mandolina” (de la Fundación Beyeler), “Acordeonista” (Museo Guggenheim), “Hombre con clarinete” (Thyssen-Bornemisza) y “El aficionado” (Kunstmuseum Basel), todos ellos pintados por Picasso en 1911.

El único texto de la sala en la que sucede la exposición temporal justifica la relación de parejas en las frases comentadas y en la hipótesis de la audacia de carácter compartida

“El Greco, con su audaz desafío al canon de la tradición clásica, aportó las claves a Picasso para romper definitivamente con el arte del pasado y con los pilares de la representación tradicional”, puede leerse en una de las esquinas del museo. Y, por otro lado, la hipótesis de la audacia plástica: 

“En esta primera fase del cubismo, el tema se descompone en fragmentos geométricos que van acumulándose hasta crear una imagen. Picasso crea una ilusión de relieve y profundidad que se basa en el sombreado y en la que estaba la bidimensionalidad del lienzo; al mismo tiempo recuerda al Greco en el aplanamiento de la perspectiva y el formato vertical, incluso en la pincelada”, añade la insuficiente explicación de “Picasso, El Greco y el cubismo analítico”.
El Greco | Especial
“No se echa en falta ninguna obra ni sobran tampoco. Aunque alguien venga y no supiese quién es Picasso, el Greco o el cubismo analítico, no dejará de percibir una serie de similitudes entre ellas”, señaló Miguel Falomir, director del museo, quien recordó además que ya en 2014 El Prado hizo una exposición sobre “El Greco y la modernidad” en la que “casi un tercio eran obras de Picasso”.

Además, se muestra una vitrina con documentos de lo más variopintos que en nada confirman a la pareja plástica en el tránsito analítico de Picasso. Por un lado, la carta que confirma a Picasso como director del Prado, el 26 de septiembre de 1936 y sus 15.000 pesetas de salario. Por otro, el libro de copistas en el que aparece, en noviembre de 1897, “Pablo Ruiz”, copiando a Velázquez. Pero no al Greco.

El Greco acompañó a Picasso durante de toda su trayectoria, pero su influencia fue especialmente crucial para el desarrollo del cubismo y, en particular, del cubismo analítico.


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