Efrén Castro escuchó la voz de Ozzy Osbourne a los 10 años y selló su camino musical: Black Sabbath, que siendo niño le pareció una “cosa como tenebrosa pero pesada”, lo llevó a ahondar en el metal, a conocer el punk, a formar su propia banda, y, de alguna forma, a comenzar con la empresa Paradox Effects junto al artista visual Fernando Servín.
Este proyecto, con sede en Tijuana, se enfoca en crear pedales de efectos, y desde su comienzo en 2013 no ha dejado de cosechar éxitos: el más notorio, saber que Noel Gallagher, War On Drugs, el productor inglés Steve Levine, Chetes, Porter y Austin TV, por mencionar algunos artistas, utilizan sus dispositivos.
Pero también es un gran logro la miniserie Reconstruyendo el tono, disponible en YouTube, donde el equipo de Paradox hace una “arqueología sonora” de los amplificadores mexicanos.
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El pedal, un objeto cultural
“Nosotros ya vamos para 10 años y hemos visto un crecimiento paulatino en cuestión de marcas y oportunidades. Siempre ha habido presencia, pero se empieza a sentir algo más articulado”, dice Efrén, en entrevista con MILENIO, sobre el panorama de fabricación de pedales en México.
Tijuana, al ser sede y ciudad de origen de la empresa, es su bastión, por eso el ingeniero en electrónica dice que están “conectados con todo lo que está pasando musicalmente; muchos músicos locales nos conocen, tienen pedales de notros, es difícil que vayas a una tocada y no veas un pedal por ahí. Estamos presentes y comunicados, y tratando de formar una comunidad que se retroalimente para crecer”.
Paradox Effects forma parte de un “mercado boutique”, explica Efrén, que puede datar su comienzo en los años 90, cuando algunos músicos comenzaron a arreglar pedales por su cuenta, “pero en este proceso empiezan a modificarlos, a cambiarles componentes y surgen otros sonidos”. Actualmente, empresas que en los 2000 eran pequeñas, como la estadunidense Electro-Harmonix, “ahorita están poniéndoseles al tú por tú a empresas grandes”.
La clave del crecimiento que ha tenido la empresa tijuanense es un modelo que apuesta por “la cuestión creativa; por entender ese discurso, ese objeto cultural”.
“Si lo vemos como una herramienta utilitaria, pues qué vamos a hacer comparados con países que tienen décadas desarrollando esto. En cambio, si lo vemos pensando en sus características, en cuál es el imaginario de un pedal mexicano, empieza a abrirte un camino en este mercado y empieza a florecer. Es un híbrido entre entender que la tecnología tiene un impacto cultural y cuál es nuestra voz como tecnólogos, nuestras texturas. El futuro, para mí, es tecno-cultural”, afirma Efrén.
Por lo anterior, el ingeniero detalla que un gran diferenciador de la marca es que “para nosotros el objeto (pedal) no existe hasta que interactúa con el usuario, por eso propiciamos la exploración, otras formas de buscar sonido, considerando al músico el centro de la pieza”.
Y consideran al pedal como “un objeto cultural”; no lo ven como una tecnología aislada, sino como un ente capaz de contar historias a través de sonidos, de su estética.
“Creo que lo que sigue es poder hacer sustentable la empresa, que lo es, pero llevarla a un nivel mundial, que podamos decir ‘En México se hacen pedales de calidad, con una voz propia y visión’”, agrega Efrén.
Reconstruyendo el tono, una arqueología sónica
En México se hacen dispositivos musicales de calidad, pero no solo en la actualidad; en los años 60, el país experimentó un boom en cuanto a la fabricación de amplificadores, algo que el equipo de Paradox Effects da a conocer con la miniserie Reconstruyendo el tono, disponible en YouTube.
“¿Dónde queda el sonido mexicano? Hubo más de 10 empresas mexicanas de amplificadores entre el 60 y 80 que quedaron olvidadas, no hay documentación de ellas”, dice Efrén sobre el punto de partida para este proyecto, que busca la documentación y preservación del amplificador mexicano.
En YouTube están disponibles dos capítulos de la serie, Re-descubriendo una era y De lo personal a lo masivo, donde el ingeniero y sus colegas, a partir de una profunda investigación, muestran historias del desarrollo tecnológico del país enfocado en el sonido.
“Empezamos a abrir los amplis y vemos firmas de mujeres mexicanas que estuvieron fabricando estos amplificadores. Vemos diseños e innovaciones distintas a lo que originalmente tenían. No solamente estaban tratando de replicar o hacer una tecnología utilitaria, también estaban tratando de dejar una estampa”, comenta el ingeniero.
Luego, destaca que “el señor Rivas”, trabajador de la extinta empresa mexicana Golden Gate, “me cuenta que lo mandaron a concesión en el 68 a Ciudad Juárez para fabricar unos transformadores para estos amplificadores. Y te quedas pensando ¿Qué pasó en el 68?”.
“Otra historia que me contó el señor Rivas fue que Golden Gate estuvo en el 72 en una de las convenciones más importantes, el NAMM, cuando todavía era en Chicago. ¿Cómo puede ser que esto no lo sepamos?”, agrega.
Para que suceso como estos, que dotan de identidad a la historia sonora mexicana, no queden en simples recuerdos, Efrén y compañía evitan su silencio, los amplifican.
"Para mí, abrir un amplificador es una experiencia, hasta el olor de la electrónica de aquellos tiempos, ver los componentes, dónde eran fabricados... Hay algo hasta mitológico", así resume el ingeniero el sentir - y sentido - de su trabajo.
hc