La última ópera compuesta por Richard Wagner, Parsifal (1882), se estrena en México, en el Teatro del Bicentenario Roberto Plasencia Saldaña de León, Guanajuato, a 142 años de su primera puesta en escena en el Festspielhaus de Bayreuth, con un montaje, escenografía e iluminación de Sergio Vela, quien descartó que hoy haya condiciones para que él pudiera llevar esta obra al Palacio de Bellas Artes.
El exdirector de la Ópera de Bellas Artes y del Festival Internacional Cervantino y expresidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, destaca los valores de compasión y bondad que tiene esta obra del compositor alemán, en especial para un país convulso y lleno de violencia como hoy México.
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“Parsifal es una obra que, ante todo, hace una exaltación de la compasión como una virtud constructiva de una sociedad que se cura de sus males, que resulta redimida justamente por un espíritu compasivo; pienso que esa es una primera enseñanza en un mundo convulso por la violencia y la discordia”, comenta en entrevista el actual director de Arte & Cultura de Grupo Salinas sobre la pieza wagneriana.
“En el ámbito de Monsalvat del Santo Grial —contra lo que pudiéramos suponer en una primera experiencia acústica, que es avasalladora la primera escena del templo del Grial al final del primer acto— es un ritual que ha perdido sentido porque la propia comunidad de caballeros se ha olvidado de la compasión como una virtud cardinal para encabezar justamente una orden caballeresca que está llamada a luchar por la justicia”, agrega el artista escénico que montó antes en el Palacio de Bellas Artes todo el ciclo de las cuatro óperas que integran El anillo del Nibelungo de Wagner de 2003 a 2006.
La ópera en tres actos, de 5 horas y media de duración, con sus dos intermedios de 30 minutos, tendrá funciones el jueves 18, sábado 20 y martes 23 de abril, a las 18:00 horas en en el Teatro del Bicentenario de León, en un estado que en la última década ha sufrido un auge del crimen organizado y la violencia.
“En mi puesta en escena, nada está en el centro, sino hasta el final. Se trata metafóricamente de una recuperación del centro y del equilibrio, donde el principio de lo masculino, simbolizado por la lanza que es rescatada, en conjunción con el símbolo de lo femenino, que es el cáliz cruento, se convierte en una forma de equilibrio cósmico, podemos decirlo así”, agrega Vela sobre la producción de su Parsifal.
Para el artista escénico, los mitos tienen una posibilidad de dar una lectura sobre la condición humana de un modo muy amplio y enriquecedor, por lo que es de capital importancia para él la última frase que pronuncia Parsifal, que dice que el Grial nunca más habrá de estar encerrado, el Grial queda abierto.
En Parsifal, la comunidad de caballeros del Santo Grial se halla desequilibrada desde que su rey, Amfortas, fue herido con la lanza sagrada que él mismo llevaba para combatir al hechicero Klingsor, que obtuvo la lanza mientras Amfortas yacía con una mujer. La herida de Amfortas permanece abierta, y el ritual benéfico del Santo Grial ha perdido su equilibrio. Parsifal, joven inocente, conducido por la compasión, emprende un camino iniciático para rescatar la lanza y, con ello, redimir a Kundry, una mujer maldecida, y al rey, devolviendo al Santo Grial su sentido primordial, bienhechor y universal.
“Y es así como planteó el final redentor, no como un ritual de clausura sino más bien como un beneficio prodigándose por doquier. Todo esto tiene implicaciones espirituales muy hondas. Wagner utiliza simbología religiosa pero, en ningún momento, esto queda reducido al ritual de una religión, la cristiana; la lectura que hace de (Arthur) Schopenhauer le abre terreno a las filosofías orientales, en particular del budismo, con la reencarnación de Kundry”, expone Vela sobre el misticismo en la ópera.
“Debemos ver esto (Parsifal) no como sucedáneo de un ritual religioso, sino más bien como una obra de teatro musical, absolutamente exquisita enriquecedora, donde la sonoridad dilatada, la pérdida del ritmo regular, de las cosas para obtener un flujo casi hipnótico de la acción que es reducida a pocos elementos, pero cada uno muy significativo, pocos momentos de acción transformadora de los hechos escénicos, lo que nos enseña todo esto es que la bondad y la compasión son elementos cruciales para una sociedad restaurada en su equilibrio”, concluye Vela, que dice no ser un wagneriano fanático.
Elenco
El tenor búlgaro Martin Iliev encarnará al héroe medieval que da nombre a la ópera, con la mezzosoprano australiana Fiona Craig como Kundry; con los barítonos Hernán Iturralde (Gurnemanz), Jorge Lagunes (Amfortas) y Óscar Velázquez (Klingsor) y el bajo barítono José Luis Reynoso (Titurel).
Guido María Guida dirige la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, con tres coros en el escenario: Del Teatro del Bicentenario, Juvenil del Conservatorio de Celaya y Del Valle de Señora, para el montaje revisado del que Vela estrenó en 2013 en Manaos, dentro el Festival de Ópera del Amazonas, que formó parte entonces de las celebraciones por el bicentenario del natalicio de Wagner.
Vela destaca la colaboración que ha tenido con el maestro Guida desde que se conocieron hace décadas en el Festival de Bayreuth y aclara que su Parsifal no se trata de una reposición del que montó en 2013 en Manaos, Brasil, como parte de los festejos por el bicentenario de Wagner (1813-1883), sino una versión “corregida, depurada y aumentada”, que se monta a petición de Jaime Ruiz Lobera, director del Teatro del Bicentenario, para llevar por primera vez a ese escenario una obra del compositor alemán.
Violeta Rojas está a cargo del vestuario; Ruby Tagle, del movimiento y la coreografía; Ghiju Díaz, de proyecciones; Juliana Vanscoit, de la producción ejecutiva; Iván Cervantes, del diseño escenotécnico y de la coordinación técnica; Ilka Monforte, del maquillaje y Jaime Castro Pineda, de la dirección coral.
Wagner en México
Entre las razones de por qué hasta ahora se estrena en México Parsifal, Vela expone que primero fue un tema de derechos de autor que impuso el mismo Wagner, para restringir por 30 años las presentaciones fuera de Bayreuth, por lo que en realidad son 112 años los que han pasado para ahora hacer el montaje.
También destacó que hay que tomar en cuenta que las obras de Wagner no forman parte del repertorio habitual de la programación de ópera en México simplemente por una cuestión lingüistica.
“Por afinidad de las lenguas romances en México, el repertorio italiano, y en segundo término el francés, prevalecen antes que el repertorio alemán. Esto implica una primera dificultad, se refiere a las complicaciones mismas de los títulos wagnerianos que requieren toda una preparación no solamente con la integración de un reparto, que también por cuestiones geográfico-genéticas, nuestros cantantes en México tienden mucho más al repertorio y técnica belcantista que al canto wagneriano”.
La puesta en escena reunirá a más de 250 artistas en escena para las tres únicas funciones en León, aunque Vela comenta que habrá una grabación para después difundir su Parsifal en medios digitales.
Sobre la posibilidad de llevar su montaje de Parsifal a otros escenarios del país, incluido Bellas Artes, Vela apuntó los inconvenientes para llevar al máximo recinto cultural del país su propuesta escénica.
“La verdad es que no me planteo que Bellas Artes abra puertas cuando mi forma de trabajar es rigurosa a un grado que hoy en día pareciera resultar más bien incómodo para Bellas Artes plantearse retos de esta índole. Las condiciones en Bellas Artes no creo que sean las más favorables para llevar a cabo una serie de presentaciones de esta índole. Uno abierto a la posibilidad de presentarlo en Bellas Artes o en cualquier otro teatro del país, podría ser Guadalajara, que cuenta con una infraestructura escénica más que idónea para poder hacer algo de esta dimensión. Y se puede presentar en teatros del extranjero.
“Pero esto se irá resolviendo en la medida de que haya mejores circunstancias para trabajar en Bellas Artes y también en que haya una repercusión misma de esta puesta en escena que llame la atención a otros escenarios. Siempre hacer ópera implica un esfuerzo que no se ve correspondido con el número de funciones, pero eso pasa en todas partes del mundo”, expuso el exdirector de Ópera de Bellas Artes.
PCL