“‘Fin de partida’, un hermoso canto a la vida”: Luis Alberti

La obra escrita por Samuel Beckett llega a su fin este 20 de octubre, tras una temporada en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico.

Luis Alberti y Adrián Ladrón. (Foto: Luis Quiroz)
Ciudad de México /

El actor Luis Alberti (1981) ve en Fin de partida “una ceremonia fúnebre, desgarradora y divertida”, pero también “un hermoso canto a la vida”, que plantea una reflexión sobre cómo la humanidad se viene derrumbando de manera vertiginosa desde que el Nobel Samuel Beckett escribió la obra en 1957.

En entrevista sobre la producción de la compañía Das Ghetto Teatro, el actor de películas como Eisenstein en Guanajuato o Mano de obra y series como Rosario Tijeras expone cómo construyó a su personaje de Hamm, un hombre ciego en silla de ruedas en el centro de un universo que se derrumba, acompañado por Clov, sus ojos al exterior que le dan cuenta de cómo se va extinguiendo todo con ellos.

Fin de partida es teatro de texto y de contexto, universal, no le pertenece a ningún país en particular. Beckett escribe la obra en la posguerra, pero lo que nos abre es universal, nos habla del poder, de las relaciones humanas en su nivel universal, por eso es un clásico y por eso es valioso retomarlo.

“Su objetivo es aportar al estado de la conciencia, más allá de nacionalidad, ideología o circunstancia doméstica. Todos los seres humanos necesitamos atender al estado de nuestra conciencia y necesitamos verlo con claridad a través del arte. Por eso Beckett es un autor tan grande que nos seduce e interesa compartir, porque, además, tiene una forma de plantear (Fin de partida) tanto divertida como cruda, que es una ceremonia fúnebre, divertida y desgarradora. Y eso no tiene fronteras”, expone Luis Alberti.

Fin de partida llega a su fin este 20 de octubre, tras una temporada en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico, con elenco encabezado por dos ganadores de premios Ariel, Luis Alberti, y Adrián Ladrón, bajo la dirección escénica de Agustín Meza, quien hace 20 años montó Esperando a Godot, que se debió interrumpir tras la muerte del actor y bailarín Gustavo Muñoz Breceda en marzo de 2004.

Después de una primera temporada hace un año en el Teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque, Meza repuso la obra de Beckett a la que esta vez se sumó Adrián Ladrón al elenco en el que también participan Alejandro Obregón, Rosario Sampablo y el legendario Steve Brown con música en vivo.

“Con Fin de partida estamos frente a una de las obras más altas del teatro del absurdo, en donde uno de los errores que suelen cometerse al abordar este tipo de teatro es pensar que todo lo que sucede y el planteamiento son absurdos, y no es así. Al contrario: cada palabra, cada parlamentos y acción de los personajes incompletos, rotos, son de lo más elocuentes, no absurdos. Lo que se revela absurdo es la condición humana, que quisiera encontrar sentido, explicarse a sí misma y no puede”, sostiene Alberti.

Agrega que en la pieza la única manera de explicarse a uno mismo es a través del espejo de la estupidez y del absurdo que es ser humano, porque simplemente se está dando vueltas en la condición humana.

“Hasta que seamos conscientes de ello, vamos a poder salir de ahí. Esto plantea Fin de partida: poder terminar este juego, porque finalmente es un juego. Y Beckett lo plantea como un juego entre Hamm y Clov, en el que los dos tratan de avanzar y están haciendo tiradas, jugadas, para continuar”, expone.

A su juicio, Hamm finalmente es un rey miserable, incompleto, que no puede caminar ni es capaz de ver, que está constantemente tratando de que el juego continúe, pero a la par necesitando que termine.

Y en esa contradicción y en esa incongruencia se ve una zona profunda de la condición humana, que también se metaforiza en los parlamentos entre el padre de Hamm (Obregón) y su madre (Sampablo), en los parlamentos de este lago claro donde podían ver el fondo y perdieron la capacidad de terminar.

“Es una obra muy, muy rica literaria y poéticamente, que nos habla de muchas formas y en muchos niveles de la profundidad de la conciencia humana; es un diálogo del personaje en su propia conciencia después de la muerte. Nos habla también de la naturaleza humana de aferrarnos a nosotros, a nuestra identidad, a la vida, y a lo que sentimos: angustia, miedo, amor a la vida. Es una obra difícil de comentar más allá del escenario, sólo se comprende en las páginas de Beckett y en escena”, sostiene.

El actor recuerda que Beckett se inspiró en Rey Lear, la tragedia de William Shakespeare, y en el Libro de Job bíblico, pero destaca la vigencia de la obra a casi 70 años de su estreno en París en 1957.

“En las últimas décadas hemos visto un derrumbe de nuestra humanidad y sociedad cada vez más vertiginoso. Y es ahí donde entra Beckett y nos regala este texto para que lo tengamos como herramienta de diálogo y reflexión acerca de lo que como seres humanos estamos viviendo.

“En Fin de partida vemos la desaparición de todo. Vemos a Hamm, un personaje situado exactamente en el centro del derrumbe del universo, que eso es lo que su contraparte Clov ve a través de las ventanas: cómo está desapareciendo el mar, el viento, la naturaleza; cómo poco a poco de afuera hacia adentro todo se va extinguiendo. Y lo último en extinguirse es la última conciencia de este último ser humano, que es el centro del universo. Y eso también cuestiona la obra: el ser humano viéndose a sí mismo como el centro del universo y siendo incapaz de ver la realidad y la verdad”, explica Alberti.

No obstante, para el ganador del Ariel a Mejor actor 2020 por Mano de obra hay ternura y esperanza en Final de partida, aunque parecería que sus personajes son terribles, tiránicos, oscuros, pero, no lo son.

“En la búsqueda de construir a Hamm, tras lo que leí y fui construyendo pasado a paso, es que Hamm es un niño que ama la vida, que no quiere dejar de jugar. Eso, para mí, es muy bello. Donde otros ven un texto oscuro, yo veo un canto hermoso a la vida. Hamm es un hombre que ama la vida, que no quiere terminar, que quiere reconocer, ser consciente, que quiere ver gaviotas, sentir la luz en su rostro, escuchar el mar, quiere escribir una historia y seguir encontrando personajes para seguir jugando.

“Ahí está lo que nos engaña a los seres humanos con la vida; finalmente la vida no es más que un juego, y la realidad no es más que un sistema de acuerdos, igual que la ficción. Somos seres humanos, eso nos regala Beckett: una propuesta como actores y hacedores de teatro para jugar a presentar y representar al ser humano sobre las tablas, eso es el teatro y la ficción. Y lo apasionante y que nos hace tan felices de montar a Beckett y verlo montar y dar otra función y no parar de invitar a la gente para que nos acompañe. Porque esto es una fiesta”, concluye el protagonista de Fin de partida.


PCL

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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