La figura del escritor, artista plástico y activista Pedro Lemebel (1952-2015) cobra protagonismo en la Berlinale, en el estreno oficial de Lemebel, de Joanna Reposi, después de una primera proyección en el festival el pasado viernes.
Su lucha política está "más vigente que nunca, porque han pasado los años y los derechos ganados hoy día se están viendo vulnerados y cuestionados por toda esta corriente conservadora que vemos en todo el mundo", dice Reposi.
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Para la realizadora, su lucha política, que tiene que ver con "darle voz a los marginados, a la comunidad LGBT, a las mujeres, a las etnias, a los detenidos desaparecidos", es fundamental, no sólo en Chile.
Fue un propulsor del movimiento queer en la región y en Chile, particularmente, estuvo siempre "moviendo los límites, generó debate político, cultural, nunca fue cómodo, siempre estuvo cuestionado los puntos de poder, desde la homosexualidad, desde la heteronormatividad", cuenta.
Hablo por mi diferencia
Reposi y Lemebel —del que dice fue "un amigo, un confidente"— se conocieron en el año 2000, cuando ella trabajaba en un programa cultural para televisión y lo quería entrevistar para un espacio sobre homosexualidad.
"Era bien punkie, siempre fue muy difícil", recuerda cuando evoca su encuentro cuando lo fue a buscar a la radio donde trabajaba.
Le hizo una entrevista "muy interesante" y luego le sacó diapositivas, "donde él trajo boas y ropa y se fue cambiando", y lo fotografió en distintos momentos.
En 2002, Reposi realizó una instalación con el Manifiesto (Hablo por mi diferencia) de Lemebel, "uno de sus textos más emblemáticos y como su statement", en la que proyectó estas diapositivas en el medio urbano.
A él le gusto mucho y "se generó un respeto mutuo por nuestro trabajo, una colaboración" y comenzaron a reunirse en casa del artista y se les pasaban las horas conversando, hasta que un día ella le propuso hacer la película.
Era el año 2007, y Lemebel era muy conocido por su literatura en Chile y Latinoamérica, y en España también, pero su obra performática era mucho menos conocida, underground, dice.
Lemebel le parecía fascinante, "un tipo muy consecuente que dignificó mucho su historia", un personaje, un ícono y un artista muy importante.
Cuando le propuso hacer una película, a él le gustó la idea y empezó a "sacar de sus cajitas" mucho material que había que registrar para que no se perdiera.
Fueron ocho años difíciles de colaboración, en los que el guión fue permanentemente reconstruyéndose, en los que le grabó intermitentemente, pues hizo otras películas, fue madre e incluso llegaron a pelearse —su relación fue "transversal", afirma—, pero ella siempre estuvo ahí, asegura.
Hasta que enfermó de cáncer, cuenta, y "se pone mucho más productivo y consciente", porque siente que ya no le queda tiempo.
Cuando muere, Reposi tuvo la sensación de que le faltaba material a pesar de todo lo que había reunido en ocho años. Comenzó entones a buscar en archivos, a hablar con amigos y conocidos del artista, a entrevistar a personas importantes de su biografía, sin la intención de incluirlos en la película, aunque aparecen finalmente en off a modo de "coro de voces".
Lemebel, que se proyecta dentro de la sección Panorama, la segunda en importancia del festival, combina fotos, diapositivas, grabaciones en vídeo, extractos de programas de radio, testimonios, en una especie de homenaje que el artista no pudo ver acabado.
La realizadora no diría que el filme fue un encargo, sino más bien un trabajo conjunto, "colaborativo", que al inicio surge de la admiración que Reposi siente por Lemebel y de su deseo de registrarlo y mostrar su obra visual.
Más que un mandato, este filme surge de la voluntad del artista de querer trascender y de la de Reposi de contar su historia, dice.
"Pedro era muy particular. Era como un rock star, como David Bowie o Yoko Ono. Hay mucho fan, pero también hay mucha gente que todavía lo cuestiona y que todavía no lo quiere ver. Hay gente que lo quiere y gente que lo desprecia", concluye.
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