Perla es una artista que se inspira en el paisaje mexicano, que después de años de vivir en el extranjero, vuelve la mirada a su país para darle a lo artesanal la importancia que merece ante el mundo.
Originaria de Chihuahua, con estudios en París, Kioto y Bruselas, Perla Valtierra se define a sí misma como una aprendiz de ceramista, siempre dispuesta a seguir tomando el conocimiento de expertos en el trabajo a mano. En su estudio trabaja el barro con diferentes técnicas para crear objetos y formas que son el sello característico de su marca.
Vienes de una familia apegada a la estética, ¿facilitó tu proceso como creadora?
De niña tuve la oportunidad de pasar mucho tiempo con mi papá, que es fotógrafo. Viajamos muchas horas en carretera juntos mientras lo acompañaba a hacer su trabajo, creo que eso me educó el ojo de alguna manera. Me enseñó a tener una sensibilidad por la luz y la belleza.
Mi mamá no es artista, pero siempre trabajó en temas culturales, ella también me abrió las puertas a tener una visión estética de las cosas.
¿Cuál es tu mayor inspiración al momento de elegir colores y estilos?
La inspiración va cambiando con el tiempo. Me guío mucho por los colores de la tierra, las texturas y las formas, porque trabajo con barro y me gusta contrastar el color de este y los esmaltes.
Viví un tiempo en Japón y creo que eso ha sido una gran influencia en mi trabajo. En cuanto a los estilos, me interesa tomar partes de la tradiciones y transformarlas.
Tu estilo es muy particular, ¿qué te hizo llegar a esta técnica?
He trabajado 12 años con cerámica y 10 con artesanos, de los que he aprendido mucho y con los que he colaborado y desarrollado diferentes piezas con distintas técnicas. Es un trabajo que para mí está aún en desarrollo, eventualmente me encantaría trabajar con otros artesanos. Pronto lanzaré junto con Nouvel Studio una colección de vidrio.
Desde 2015 trabajo con Don Jesús Torres, un alfarero con una técnica muy particular del Bajío; con él hemos logrado un estilo diferente que está basado en su técnica de torno. Le hemos dado la vuelta a lo tradicional, con el uso, la saturación de decorado y, sobre todo, con el trabajo que hemos desarrollado en esmaltes de alta temperatura para el barro local.
¿Dónde ha fluido mejor tu trabajo, en México o en París?
Definitivamente fluyo mejor en México. Vivir 10 años en Europa me enseñó muchas cosas y me dio fortalezas, pero me siento mejor aquí, el trabajo artesanal tiene muchas más oportunidades y riqueza. Hablar un mismo idioma y tener una misma cultura es más fácil. Creo que es importante tener humildad cuando se trabaja con artesanos y acercarse desde un lugar en el que valoremos su trabajo y estemos dispuestos a aprender de ellos.
¿Extrañas París?
Claro que extraño, en realidad nunca tuve la oportunidad de despedirme. Todo fue muy inesperado y abrupto. El covid me hizo refugiarme en México; regresar a mi tierra me dio mucha fortaleza y tranquilidad. Decidí quedarme en mi país por temas personales y de trabajo, sentí que era momento de enraizarme aquí. Necesitaba crecer, reencontrarme y México me ha dado mucho apapacho. París me sigue inspirando y dando muchas ideas y referencias. Me ha ayudado a pulir estéticamente mucho, pero mi mayor inspiración siempre ha sido mi país.
Además de México, ¿qué país ha sido una gran influencia para tu trabajo?
Creo que Japón, en el que además encuentro un gran parecido con México. Tuve la oportunidad de vivir un año allá como parte de una beca con la que estudié e hice investigación en un programa en la Universidad Tecnológica de Kioto, llamado Modern Design and Traditional Craftmanship. Después de esta experiencia en Japón regresé a México una temporada y volví a Europa, donde me fue más fácil hacer otras conexiones estéticas y formales. Creo que la mezcla de las tres experiencias define mucho mi estilo. _
jk