Un oso de peluche gigante, con una sonrisa retorcida en el rostro, se pasea pesadamente por la pantalla. La música amenazante aumenta. Las sombras ocultan amenazas desconocidas. Christopher Robin ruega por su vida. Y el oso revienta una cabeza con un mazo.
Así transcurre el avance de la película de 2023 “Winnie the Pooh: Blood and Honey” (“Winnie the Pooh: Sangre y miel”), un filme de asesinatos sobre los queridos personajes de A.A. Milne, posible gracias a la expiración de los derechos de autor y la llegada de la novela infantil clásica al dominio público estadounidense.
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Los remixes reinan la actualidad
Ya vivíamos en una era repleta de remixes y reutilizaciones, ficciones hechas por los fans y mezclas. Luego comenzó un desfile de personajes e historias, liderado por Winnie the Pooh y Mickey Mouse con muchos más por seguir, marchando hacia el dominio público, donde cualquiera puede hacer cualquier cosa con lo que sea y darle forma en una nueva generación de historias e ideas.
Tras una sequía de dos décadas provocada por una extensión del período de protección a los derechos de autor establecida por el Congreso en 1998, obras muy famosas finalmente ingresaron al dominio público en 2019, lo que implica que pueden ser usadas sin necesidad de pedir licencia ni hacer pagos por cesión de derechos. El público comenzó a notarlo en 2022, cuando Winnie the Pooh fue liberado a 95 años de la publicación de la novela que lo presentó al mundo.
Apenas es el comienzo
El ratón y el oso son apenas el principio. Las cimas de la cultura pop del siglo XX, Superman entre ellas, están por venir.
Personajes clásicos, nuevas historias, nuevas mezclas. ¿Será una bonanza para los creadores? ¿Estamos entrando en el apogeo de la colaboración intergeneracional o en una caída en picada de los valores de propiedad intelectual a medida que el público se cansa de ver variaciones de viejas historias?
Las películas de los inicios de la era del cine sonoro de Hollywood han comenzado a hacerse públicas. King Kong, que ya tiene uno de sus enormes pies en el dominio público debido a complicaciones entre las empresas que poseen una parte de él, se deshará de las cadenas que le quedan en 2029.
Luego, en la década de 2030, Superman se elevará hacia el dominio público, seguido en rápida sucesión por Batman, Joker (Guasón) y Wonder Woman (Mujer Maravilla).
La creatividad va a ser ilimitada
La posibilidad de nuevas historias es enorme. También lo es la posibilidad de repetición. Las historias y los personajes clásicos pueden llegar a ser un poco tediosos.
“No siento que vaya a hacer una gran diferencia”, dice Phil Johnston, nominado al Oscar que coescribió “Wreck It-Ralph” (“Ralph el Demoledor”) de Disney en 2011.
Muchos creadores estaban claramente ansiosos por hacer algo con “The Great Gatsby” (“El gran Gatsby”), que ha sido objeto de varias reinterpretaciones en sabores muy diferentes desde que se hizo pública en 2021, dice Jennifer Jenkins, profesora de derecho y directora del Centro para el Estudio del Dominio Público de Duke.
“Tenemos nuestras versiones feministas de ‘The Great Gatsby’, donde Jordan puede contar la historia desde su perspectiva, Daisy puede contar la historia desde su perspectiva”, dice Jenkins. “Tenemos precuelas, tenemos secuelas, tenemos musicales, programas de televisión, tenemos la versión zombie, porque siempre lo hacemos. Estas son cosas que se pueden hacer con el trabajo de dominio público. Estas son cosas que puedes hacer con Mickey Mouse”.
Pero las nuevas obras y personajes disponibles están llegando después de años de que las empresas matrices exigieran que cada creación estuviera vinculada a su propiedad intelectual. Y con algunas grandes excepciones, del tamaño de una Barbie, los rendimientos son cada vez más escasos, y los propios artistas están un poco hartos de ello.
“El mayor factor limitante en este momento es que casi todo lo que se busca tiene protecciones de derecho de autor”, dice Johnston, cuyo proyecto más reciente es una adaptación animada de “The Twits” (“Los Cretinos”) de Roald Dahl para Netflix.
Además, sugirió que uno de los elementos más caóticos de la creación desde cero es realizar toda la campaña de marketing que el posicionamiento del nuevo producto requeriría:
Y que la noción de una idea original es de alguna manera aterradora, ciertamente para una entidad de marketing, porque tienen que trabajar más duro para llevarla a la conciencia del público. Ese es el fastidio”. añadió
Creatividad compartida
Cuando en 1998 se aprobó la ley que prorrogaba los derechos de autor por 20 años, músicos como Bob Dylan se encontraban entre las figuras clave que habían implorado al Congreso que actuara.
En cambio, las generaciones más jóvenes de músicos, que crecieron inundadas de sampleos y remezclas,no clamaron por otra extensión.En parte, esto podría deberse a que en la era del streaming, muchos de ellos ganan poco con la música grabada.
Jimmy Tamborello, quien graba e interpreta música electrónica bajo el nombre de Dntel y forma parte de The Postal Service, un grupo cuyo nombre causó dolores de cabeza en sus inicios, dice que los artistas generalmente están felices de permitir que otros conviertan su trabajo en cosas nuevas. El problema son las empresas que se interponen entre ellos y obtienen la mayor parte del beneficio financiero.
“Siempre hay una corporación involucrada”, dice Tamborello. “Creo que a nadie le importaría si se tratara sólo de artistas a artistas. Siento que sería bueno si fuera más abierto, más libre. Parece que tiene más que ver con el respeto a la obra original”.
Tamborello dijo que fue “realmente emocionante” cuando el rapero Lil Peep usó un fragmento de la canción más conocida de The Postal Service, “Such Great Heights”, en una pista lanzada en YouTube y Soundcloud, incluso antes de que hiciera los arreglos legales adecuados para usarlo en un álbum.
Johnston dice que la edad y la experiencia le han hecho sentir menos posesivo con respecto a su propio trabajo.
“Al principio de mi carrera, todo era una afrenta. Todo me enojaba y decía: ‘¡Esa fue mi idea! ¡Debería haber tenido crédito por eso!’”, dice. “No quiero decir que sea fácil y desenfadado al respecto, pero creo que hay muy pocas ideas realmente originales. .... Todos tendremos pensamientos similares en algún momento. Así que no me molesta especialmente”.
¿Y qué pasa con la IA?
Su actitud cambia si quien usa la obra no es un artista sino una inteligencia artificial. Ese fue un tema clave en las huelgas de guionistas y actores de Hollywood del año pasado, y es otra faceta de la cultura de los remixes que, junto con la expiración de los derechos de autor, podría cambiar los rostros de algunos de los personajes más famosos de la historia de maneras que nadie ha considerado.
“Si un compositor siente algo por mí, está bien”, dice Johnston. “Si una IA me roba, eso apesta”.
APA.