El documentalista Marc Petitjean descubrió a Frida Kahlo no por el cuadro de ella que colgó en casa de su padre, sino tras diez años de investigar el amorío de éste con la pintora. Encontró a una mujer con un aura que atraía a la gente, inaccesible y muy digna, pero escogió mostrarla en su novelesco libro como alguien “normal”, no histérica ni desdichada.
La relación de tres semanas con el etnólogo Michel Petitjean ocurrió durante la estancia de Frida Kahlo en París, del 21 de enero al 23 de marzo de 1939, para su primera exposición en Francia. Marc se enteró por un periodista mexicano del affaire e investigó; de ahí surgió Le cœur. Frida Kahlo à Paris, que Oceáno distribuye en México con traducción de Circe.
Su libro me parece un homenaje, aunque no estoy seguro de a quién. ¿Por quién lo escribió?
En principio es un homenaje a mi padre, con quien no tenía una buena relación. Después de su muerte, en 2006, filmé Zones Grises, en el cual interrogué su vida e intenté responder las preguntas que él no me respondió. Con Le cœur, me reconcilié con él al verlo positivamente y con cierta complicidad. Pero también es un homenaje a Frida, a quien escogí mostrar como una mujer “normal”, diferente a la imagen de la mujer un poco histérica, desgarrada por la pasión y el sufrimiento, con que se le liga habitualmente.
Después de su investigación, ¿quién es para usted Frida Kahlo?
La veo a través de los ojos de mi padre: bastante calmada y reservada. Ella tenía un aura que atraía a la gente. Era inaccesible, desdichada y muy digna. También descubrí su pintura que me gustó mucho.
¿Por qué razón su padre subastó el cuadro “El corazón”, regalo de Frida?
Estaba enfermo y próximo a morir. Quiso venderlo para repartir el dinero entre sus ocho hijos.
¿Cuál fue la mayor dificultad en su investigación?
Me costó trabajo establecer la cronología en la estancia de Frida en Francia, eso que ella hacía cada día, lo que veía, de qué humor estaba.
Según relata Marc en El corazón…, en los archivos de su padre no encontró carta alguna de Frida, solo un telegrama enviado desde el transatlántico Normandie, tras zarpar en el puerto de El Havre en abril de 1939, en el que la pintora le decía: “Pienso en ti, Michel”.
Francamente, para mí, la vida de su padre me resultó más interesante que la de Frida. ¿Por qué no optó por escribir biografía o novela sobre él?
Es usted quien dice eso. También me lo dijo un editor. Me sugirió escribir un libro sobre mi padre porque él estaba muy intrigado por el aspecto novelesco de su vida, los personajes que él había conocido, su historia durante la guerra… Pero, como ya había yo filmado Zones Grises, no tenía ganas de trabajar sobre la vida de mi padre.
En el proceso de su larga investigación, ¿cuál fue la mayor sorpresa?
Estaba sorprendido y conmovido cuando me di cuenta que nadie sabía nada de la historia de amor entre mi padre y Frida, porque eso significaba que Frida y mi padre habían deseado guardar el secreto de su pasión. Uno guarda en secreto aquello que es valioso.
¿A qué atribuye el silencio de su padre con usted sobre su relación con Frida Kahlo? En la entrevista con Ruth Thorne en 1979, que usted cita en su libro, él parece muy orgulloso de hablar al respecto.
Me imagino que él se sinceró con la periodista porque ella era estadunidense y sería más capaz de interesarse en eso que él le contaba que si hubiese sido una francesa. Además, en los años 70-80 del siglo pasado, a los franceses no les interesaba Frida Kahlo. Quienes lo entrevistaron pudieron darle confianza. Los padres rara vez cuentan sus historias de amor con otras parejas a sus hijos, ni siquiera de cuando aún no habían tenido a los hijos.
Thorne entrevistó a Michel Petitjean sobre Mexique, la exposición que llevó a Kahlo a París aquel 1939, concebida por Breton y coordinada por etnólogo para la galería Renou et Colle, que la inauguró el 8 de marzo, justo hace 81 años.
¿Por qué Frida no escribió a su padre desde México?
Frida regresó a México y se enteró de que Nickolas Muray, su amante cuando vivía en Estados Unidos y con quien ella deseaba vivir, tenía otros planes y se iba a casar con otra, de inmediato después del divorcio con Diego. Pienso que Frida sufrió un nocaut y además estaba la Segunda Guerra Mundial en puerta y ella no tenía la menor intención de regresar a Europa, donde Hitler y Mussolini estaban sin freno. Al separarse, mi padre y Frida ya no pensaban en volverse a ver, así que ¿para qué escribirse? Mi padre lo deseaba, sin duda, pero Frida tenía otras prioridades.
Usted es cineasta, ¿tiene planes de llevar Le cœur al cine?
Después de filmar en 2006 Zones Grises y escribir Le cœur, no tendría ni el deseo ni la energía de hacer una película alrededor de la vida de mi padre. Pienso que si alguna vez existe una película sobre Le cœur, debería ser una de ficción, con actores, y debería ser filmada por una joven cineasta mexicana. Además, jamás he filmado una película de ficción, solamente documentales, así que sería muy complicado para mí filmar una ficción.
Su libro es muy entretenido, pero a veces parece increíble que, con casi nada de información, describa detalles sobre Frida. Casi es una novela. ¿No fue un riesgo de credibilidad para usted?
Ciertamente tomé un riesgo en el sentido que usted menciona. Quise escribir un libro que mezclara realidad y ficción. Y eso ocurrió porque naturalmente al realizar mi investigación por más de diez años hubo cosas que jamás pude descubrir. Había vacíos. Así que intenté llenar esos vacíos, esas cosas desconocidas con visiones imaginarias. Pero esas visiones no están desconectadas de la realidad porque durante todos estos meses de investigación me acerqué a las personalidades de Frida y mi padre. Tuve la impresión de estar en sus zapatos.
Cuenta que no halló información sobre quién compró Le Cœur. ¿Realmente quiso saber quién la compró?
Sí, me encantaría saberlo.