Hoy se conocen como escrituras, pero a principios de siglo XX eran más conocidos como títulos primordiales: documentos que acreditaban la pertenencia de la tierra y que, en el caso de la lucha de Emiliano Zapata, resultaron fundamentales, porque así fue como justificó su incursión armada en marzo de 1911.
“Zapata tuvo que participar en muchas asambleas y darse cuenta que si no les hacían caso, había que tomar las armas, pero siempre llevaba los títulos primordiales. Son documentos que debieran ser exhibidos, porque es parte de la historia de México, en especial de una amplia región morelense”, cuenta Mario Casasús, periodista e investigador, quien se ha dado a la tarea de impulsar la digitalización de esos documentos por instancias oficiales.
A lo que sería el legajo de los títulos primordiales, se suma otra documentación que bien podría llamarse “Archivo Chico Franco”, porque es todo el papeleo reunido por quien fuera primo hermano de Emiliano Zapata, incluso su secretario personal, sobre todo tras el asesinato del Caudillo del sur, porque si bien abandonaron las armas, no así la lucha por la tierra.
“Entre los documentos hay una carta dirigida a Manuel Ávila Camacho en donde acusaba a su sobrino de ser el nuevo señor feudal y esa carta la propongo como el móvil del asesinato de Chico Franco en 1947 y, por ello, no se quiso abrir ese archivo desde que regresó al pueblo en 1991.
“Todo el archivo Chico Franco está en el Archivo General de la Nación, lo he estado revisando con un editor, pero es una investigación muy artesanal, que no cuenta con ningún apoyo. A Beatriz Gutiérrez Müller le escribí una carta en la que le exponía la importancia de digitalizar estos archivos, pero el proceso va muy lento”, dice el investigador.
Franco Salazar
Francisco Franco Salazar fue primo hermano de Emiliano Zapata Salazar, incluso nacieron el mismo año, en 1879, fueron a la escuela juntos y se convirtió en su mejor amigo y hombre de confianza. Designado secretario en una asamblea en 1909, cuando nombraron a Zapata como albacea de las escrituras, conocidas en aquel tiempo como títulos primordiales, de todo el ejido de Anenecuilco. Zapata era el encargado principal y el secretario era su hombre de confianza.
“Había temas tan sencillos o complicados en aquella época, que un mapa estaba escrito en lengua náhuatl, que ni los hablantes de la región lo entendían, por lo que Zapata le pidió a su primo que fuera a buscar a quien hiciera la traducción, con los nombres de los pueblos aledaños a Anenecuilco. Hacía las funciones de secretario particular y hombre de confianza”, asegura Mario Casasús.
Los títulos primordiales datan desde el Virreinato hasta 1906, cuando tramitan el último legajo los ancianos de Anenecuilco y nombran a Emiliano como albacea de esos documentos: ese es el archivo de Anenecuilco.
Al mismo tiempo, en el Archivo Chico Franco se encuentran los documentos, por ejemplo, de las gallinas que se vendieron para pagar el viaje a Ciudad de México a solicitar las nuevas copias, o listas de asistencias escolares.
“Chico Franco tenía la intuición de historiador del archivo y todo lo fue reuniendo. Muchas cosas las publicó Alicia Hernández Chávez en Anenecuilco, memoria de un pueblo (FCE), cosas muy básicas, pero también está su lucha, por la vía legal, para recuperar los terrenos que arrebataban las hacienda: ni siquiera aspiraba a arreglarse con los comisarios, coludidos con su sobrino Nicolás Zapata, sino que iba a lo más alto, solicitaba audiencias hasta con presidencia”.
Su presente
En su faceta de investigador y periodista, Mario Casasús está convencido de la importancia histórica de exhibir los títulos primordiales de Anenecuilco, pero en especial hacer un trabajo de paleografía, a fin de volverlo más comprensible para los lectores contemporáneos. En su blog hace una propuesta, pero es muy artesanal, cuando lo importante sería que especialistas se acercaran a los documentos originales.