El escritor y guionista francés Pierre Lemaitre, el Balzac del siglo XXI, advierte que el mundo está entrando en una nueva dinámica de colonización, con Donald Trump y Vladimir Putin, como ocurrió en la época que retrata el arranque de su saga Los años gloriosos, que ahora tiene una tercera entrega.
“Vemos renacer con gran violencia reflejos coloniales (con) Donald Trump sobre Groenlandia, Canadá y el canal de Panamá; tengo la sensación de que de nuevo estamos entrando en una dinámica de colonización, que es lo que Vladimir Putin está haciendo con Ucrania y lo que va a intentar hacer con los países bálticos”, respondió Lemaitre a una pregunta de MILENIO durante una videoconferencia.
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Lemaitre (París, 1951) presentó la edición en español de la tercera entrega de la historia los Pelletier, Un futuro prometedor (2025), que ya se ambienta en París y Praga, en 1959, durante la Guerra Fría, y que continúa el ciclo de El silencio y la cólera (2023) y El ancho mundo (2022, todas en Salamandra).
Con humor y pródigo en sus respuestas, el premio Goncourt 2013 por Nos vemos allá arriba (inicio de su otra trilogía sobre la historia del siglo XX, Los hijos del desastre) reivindicó la novela de folletín del siglo XIX, por su influencia en series televisivas que hoy se despliegan como novedad en plataformas.
“Los escritores de esa época fueron los creadores del formato de las series actuales. No hay nada más moderno que el folletín. Espero tener un poco de responsabilidad al recordar al lector que somos nosotros, los autores, los que inventamos el folletín, nos parece muy bien que las series de televisión tomen prestado algo que inventamos pero no me gustaría que la cosa se invirtiera, que alguien nos diga que escribimos como las series de televisión cuando son las series las que utilizan las técnicas que los escritores inventamos”, afirmó el también escritor de novela negra con la serie de Camille Verhoeven.
También expresó su admiración por escritores de novelas de espionaje, como Eric Hamble y John LeCarré, a quienes buscó rendirles homenaje en Un futuro prometedor, su incursión en ese subgénero.
También, el cronista de la vida privada en la historia pública del siglo XX habló de la influencia de Émile Zola o de Honoré de Balzac, a quien se le compara, y precisó sobre el autor de Naná y Germinal.
“Zola es un modelo (para mí) en cuanto a la construcción narrativa, no tanto por la novela social, sino a partir de la construcción. A mí me impactó releyendo la obra especial, magnífica de Zola, de ver la forma cómo las novelas se hablan entre sí. En Francia tenemos dos grandes modelos: Zola y Balzac. Yo he intentado tomar prestado un poco de ambos modelos para fabricar esta serie de novelas cuya tercera entrega se presenta. Pero no me comparo ni con Zola ni con Balzac”, expuso a periodistas vía Zoom.
Incluso mostró algunos detalles de su oficio de escritor cuando la periodista mexicana Érika Pérez Bucio le preguntó sobre qué eran unas carpetas negras a sus espaldas, que podían divisarse vía Zoom.
Dijo que era un esnob y que su única coquetería era mandar hacer cuadernos especiales con un impresor, todos con papel preciso y espiral, para anotaciones de sus obras, que mostró y describió con lujo de detalles frente a la pantalla. Aquellos señalados por la reportera eran usados durante sus viajes.
Fue más allá en su revelación: gracias a esa pregunta “indiscreta”, Lemaitre, casi de manera infantil, lúdica, exhibió cómo maquetaba en las libretas personajes y tramas e incluso presentó con orgullo la pluma fuente roja, japonesa, con la que escribe y que compró con su primer pago por derechos de autor.
“Este es mi bolígrafo, mi pluma roja. Aquí no hay que ver un símbolo excesivamente comunista, es rojo pero japonés. Una pluma japonesa que me autorregalé con mis primeros derechos de autor, que me iba a permitir escribir otros libros para seguir ganando derechos de autor, porque soy muy astuto”, dijo.
Entrando en materia
En un par de ocasiones de la videoconferencia sobre el nuevo título que estará en librerías españolas este 13 de marzo (aunque en las mexicanas, como suele ocurrir, tardará más), el autor también de El espejo de nuestras penas (Los hijos del desastre) se refirió al presidente estadounidense Donald Trump.
En la primera entrega de la saga, El ancho mundo, Lemaitre presenta al clan Pelletier, una familia francesa asentada en Beirut, Líbano, encabezada por Louis y Adèle Pelletier y sus hijos: François, Jean (el Gordito y su esposa Geneviève), Hélène y Étienne (joven homosexual al que persigue la tragedia).
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Empresario del jabón, Louis Pelletier amasó fortuna en los años 40 en ciudades de Medio Oriente como Beirut (Líbano), Trípoli (Libia) y Damasco y Alepo (Siria), al terminar la Segunda Guerra Mundial.
Y en El silencio y la cólera vincula el desarrollo del capitalismo de posguerra con el cambio climático.
Contrario al título de la tercera entrega del clan Pelletier, el futuro que ve Lemaitre no es prometedor para el mundo, y responde la pregunta de MILENIO sobre qué pasó con esa prosperidad inicial de la saga.
—Su saga de Los años gloriosos empieza con El ancho mundo, que arranca en Medio Oriente, en 1946, antes del nacimiento de Israel como Estado. La prosperidad de los Pelletier se gesta en Líbano, Libia y Siria, en ciudades hoy devastadas por la guerra o bajo asedio: Beirut, Trípoli, Alepo Damasco. Jugando con el título de este tercer libro, ¿dónde quedó ese futuro prometedor?
—Gracias por esta lectura, que me parece pertinente, efectivamente, respecto a la historia de mis personajes. En el fondo, mis personajes tienen suerte porque salen del Líbano justo antes de la catástrofe. Son colonos. Francia tiene un pasado colonial de peso, que se inscribe en su historia. Y me pareció interesante tener personajes que se inscribían precisamente en esta dinámica importante de la historia de mi país. Podía escoger el lugar al que quería llevar a la familia Pelletier: África, Oriente Medio, Indochina... Preferí ponerla en Líbano, porque era un país sumamente francófono. En Líbano se habla francés como lengua habitual, más que en el Magreb. Queria que fueran colonos francofranceses.
“Ahora, con la perspectiva que yo describo en los años 46-48, es un Líbano que ya no volveremos a ver, que ya no volvimos a ver en el siglo XX y que quizás ya nunca jamás volveremos a ver. Pero, no deberíamos caer en una falsa nostalgia: Francia ha sido un país colonial. Y vemos renacer con gran violencia reflejos coloniales: Trump con Groenlandia, Canadá o el canal de Panamá. Tengo la sensación de que de nuevo estamos entrando en una dinámica de colonización, que es lo que Putin está haciendo con Ucrania y lo que va a intentar hacer con los países bálticos”, contestó el escritor francés.
Y el autor de la gran novela social y laboral sobre la más reciente crisis económica europea, Recursos inhumanos (Alfaguara, 2017), pasó en su respuesta de la política al papel que le queda a un novelista.
“Por tanto, quería dar testimonio en cierto modo de un tropismo francés del lado del colonialismo y, en realidad, me caza y me atrapa la propia historia, mi historia de la saga queda refrescada por la historia de hoy en algo que pensábamos que estaba desaparecido y de repente aparecen algunas formas de colonialismo y se convierten en una política de primer plano. Y que te atrape la historia siempre es un drama para un novelista, siempre es un drama”, agregó Lemaitre, no sin cierta tristeza por el porvenir.
La periodista española Rosa Ballarín le preguntó si esperaba terminar la saga Pelletier en la era Trump.
“La escritura nunca responde al ciento por ciento a una planificación o al calendario que se le quiere imponer. No voy a negar que los últimos tres libros que van a finalizar esta saga los tenga escritos en tres años, me encantaría conseguir y cerrar este proyecto con buena salud. Pero, la escritura no sabes cuánto tiempo te va a llevar un libro. No les voy a ocultar que me gustaría sobrevivir a la etapa Donald Trump y seguir publicando después de él. Me gustaría terminar con más edad que él, me gustaría aportar más con mi saga y ponerla sobre la tumba de Donald Trump”, respondió el narrador francés.
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BSMM