En días recientes, además de promover el libro John & Yoko/Plastic Ono Band: In Their Own Words & with Contributions from the People Who Were There, en su cuenta de Twitter, Yoko Ono ha incluido algunas de sus instrucciones artísticas concebidas en los años 60.
Muchas de estas acciones fueron compiladas en su libro Grapefruit, publicado en 1964, que fue lanzado en español en 1970 en Argentina por Ediciones de la Flor. Fue traducido como Pomelo por Susana Lugones, conocida como Pirí Lugones, quien fue secuestrada y desaparecida el 20 de diciembre de 1977 por la dictadura militar.
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Cuatro décadas después, editorial Alias reedita la traducción de esta obra fundamental para el pensamiento artístico contemporáneo, como el resto de los libros de esta empresa impulsada por el artista plástico Damián Ortega, que incluye textos de Marcel Duchamp, John Cage, Gabriel Orozco o Emory Douglas.
Reconocido internacionalmente por sus instalaciones, así como por su obra fotográfica y cinematográfica, Damián Ortega dice en entrevista que conoció Pomelo hace unos 20 años. “Cotidianamente nos juntábamos un grupo de artistas que trabajábamos en la calle de Temístocles e intercambiábamos libros y fotocopias, y por ahí apareció este libro. Todo mundo se lo llevó a su casa y lo leyó, luego hablamos mucho sobre él”.
Para estos jóvenes artistas, la historia de Yoko resultó muy significativa, agrega, pues “venía de Tokio con toda la angustia de la posguerra y, por otro lado, con la sabiduría y la filosofía japonesa, y cómo se había adaptado a un contexto europeo para hacer este libro.
Ella, que venía de una formación como la del grupo Gutai, que practicaba un arte muy experimental, donde no se privilegiaba la forma sino el gesto, al llegar a Nueva York se involucró con el movimiento Fluxus, con esta idea no de hacer objetos, sino eventos, performances, happenings, acciones. No se trataba de hacer objetos, sino de liberar la imaginación y abrir el campo de lo que puede ser el arte”.
—¿Las acciones recopiladas en Pomelo se llevaron a cabo?
Muchas de ellas sólo fueron acciones por escrito, porque eran como ejercicios de imaginación y de contemplación. Son instrucciones para que la gente pueda hacerlas, tanto como un hecho real, como mentalmente. Eso te lleva a abrir un estado de contemplación, de percepción, que es como un ejercicio de libertad, no de producción, no de mercado del arte, sino de abrir el imaginario.
—Se habla más de Yoko, la viuda de John Lennon, que de la artista.
Cuando se une a John Lennon ya era una artista muy reconocida y significativa para el mundo del arte. Yo creo que Yoko influyó más en Lennon que él en ella, pero ella fue objeto de una discriminación muy brutal, racista y machista, que ellos supieron manejar muy bien. Pienso que es un error, pero hay mucha gente que no le da la estatura que le corresponde, aunque eso es algo fuera de control de cualquiera. Una mala lectura sobre una persona puede pasarle a cualquiera.
La obra, parte de la imaginación
Damián Ortega dice que Yoko Ono fue importante para él como creador, “por su idea de entender que el arte no sólo es hacer, sino que también es pensar, y que la parte más importante de la obra es lo que la gente entiende, lee, percibe, memoriza y se vuelve parte de su propia imaginación. La obra está apagada o dormida hasta que alguien la abre, la lee y le da una vida nueva”.
PCL