Estudios sobre evolución explican por qué los humanos carecemos del báculo o hueso del pene. Al parecer, todo se debe a nuestras prácticas de apareamiento…
TE RECOMENDAMOS: Hallan cráneo milenario en Quintana Roo.
Aunque quizá nos parezca extraño, los humanos somos una de las pocas especies de mamíferos en la que los machos no poseen un hueso en la punta del pene. En el reino animal, el tamaño de este accesorio corporal llamado báculo puede oscilar entre un par de milímetros hasta la extraordinaria longitud de casi un metro, y con mucha frecuencia no está unido al resto del esqueleto: por el contrario, es como si fuera una apéndice ósea que “flota” en la punta del pene y puede parecer una aguja o un trinche.
En un estudio publicado en Proceedings of the Royal Society, Mathilda Brindle y Kit Opie encontraron que dicho hueso apareció hace unos 145 millones de años, y que el ancestro común de los carnívoros y los primates contaba con un báculo. De modo que, en algún punto de nuestra evolución, los humanos perdimos esa apéndice ósea.
La utilidad evolutiva de dicho báculo aún está sujeta a discusión entre la comunidad científica. Algunas teorías señalan que su función puede ser la de estimular la ovulación —como en el caso de las gatas, que sólo ovulan si existe monta—, o bien que en algunas especies podría funcionar “como un calzador” para facilitar la penetración de la hembra. Y otra teoría propone que el báculo tendría la función de prolongar el tiempo de la penetración vaginal; esto tiene una utilidad biológica, más que de placer: una penetración prolongada impide que la hembra se escape del macho y se aparee con otro, antes de que el esperma del primero haya fecundado un óvulo.
TE RECOMENDAMOS: Breve historia de… Santa Claus y la Navidad.
Ahora bien, entre los hallazgos del estudio de Brindle y Opie están dos constantes: una, que las especies cuyo apareamiento y penetración son más prolongados presentan báculos más largos; y dos, que los machos de las las especies que enfrentan una mayor competencia para fecundar hembras son los que cuentan con apéndices óseas mayores.
Y todo esto, ¿qué tiene que ver con el hecho de que el pene humano carece de hueso? Existen dos respuestas simples: una, que en promedio nuestra especie presenta un apareo muy corto: dos minutos en promedio —así lo reportó el científico Alfred Kinsey en su reporte Comportamiento sexual del hombre (1948)—; y dos, que los machos humanos no deben lidiar con mucha competencia para fecundar a las hembras, pues debido a nuestra organización social y nuestras características evolutivas, las hembras sólo copulan con un macho a la vez. Así, la combinación de estos dos factores puede ser la causa de que los humanos carezcamos de hueso en el pene.
FM